Phineas Gage y el futuro argentino

Escribe: Eduardo A. Volonté
Hasta las 16.30 hs. de aquel 13 de septiembre 1848 nada hacía suponer que Phineas Gage pasaría a la historia de la medicina y de las neurociencias.
Este obrero estadounidense de 25 años trabajaba volando rocas para la posterior construcción del ferrocarril Rutland & Burlington al sur de Cavendish, Vermont.
Como siempre hizo el agujero en la roca, lo rellenó con pólvora, un detonador y arena, y compactó todo con una barra de hierro.
De pronto -tal vez por falta de arena- la carga explotó y la barra de hierro de 1,10 m de largo, 3,2 cm de diámetro y 6 kilos de peso, cual si fuese un proyectil salió disparada ingresando por el pómulo izquierdo de Gage y saliendo por el centro de su cabeza.
Después de la explosión y manchada de “sangre y cerebro”, la barra terminó a unos 30 metros del lugar del accidente.
Lo asombroso no solo fue que Gage no murió, sino que mantuvo su lucidez durante el largo trayecto en carreta hasta donde fue atendido con los precarios medios del lugar y la época.
Los relatos médicos que recuerdan la atención brindada, destacan que mantuvo su lucidez y su pronta recuperación, ya que a escasas 10 semanas las funciones de su cerebro parecían haberse recuperado.
Los cambios 
A pesar de haber perdido su ojo izquierdo y parte de sus lóbulos frontales, Gage retomó su trabajo, pero ya no será nada como antes.
La persona cordial y eficiente que había sido, se transformó en irritable, de mal carácter, violento, irreverente, derrochador, con una visión cortoplacista tomando decisiones desestimando las consecuencias negativas de las mismas.
Al perder su trabajo en el ferrocarril comenzó a exhibirse en distintos espectáculos circenses junto a su barra de metal. Luego de una estadía en Chile y otra en Inglaterra, regresó a su país, donde con su salud deteriorada y ataques de epilepsia, falleció a los 37 años el 21 de mayo de 1860.
Años después, su médico, el Dr. Harlow obtuvo autorización de la familia para exhumar en cadáver y donar el cráneo y la barra de hierro al Museo de la Facultad de medicina de la Universidad de Harvard.
Su caso se habría perdido en el tiempo, si no hubiese sido recuperado por el neurólogo portugués Antonio Damasio en 1994, quien estudió los daños en el cerebro y su relación con sus cambios de carácter.
Con los años y la ayuda de la tecnología, diversos estudiosos han logrado avanzar en el estudio de este singular caso convertido en todo un modelo sobre la relación de los lóbulos frontales y la personalidad.
La miopía argentina  
El prestigiosos neurocientífico Facundo Manes sostiene que “este tipo de pacientes con problemas en el lóbulo frontal sufren una “miopía del futuro” ya que no pueden medir las consecuencias negativas de sus decisiones a mediano y a largo plazo”.
El mismo Manes no ha escapado a la tentación de trasladar ese concepto al plano de la política.
“Algunas sociedades también parecen padecerla. -sostiene Manes- Muchas veces, como sociedad, elegimos lo que nos brinda una satisfacción inmediata hipotecando en el mismo gesto nuestro destino común y el de las próximas generaciones. Una acción fundamental a través de la cual evitamos esta miopía social es la educación. En ella sabemos observar desde lo inmediato y proyectarnos hacia el porvenir. La educación integra, da oportunidades, genera sociedades armónicas con igualdad de oportunidades.”
Basta observar la realidad argentina de los últimos años para concluir que muchas de las medidas adoptadas por los últimos gobiernos en todos los niveles de gobierno parecen estar afectadas del mal señalado.
Lejos de planificar objetivos a mediano y largo plazo, de buscar y construir entre todos los consensos necesarios, de promover un sostenido desarrollo, de fomentar y sostener la búsqueda del conocimiento científico y una educación de excelencia, parecemos empeñados en sostener una miopía de futuro, que no solo nos niega ese futuro sino que tampoco sirve siquiera para resolver la apremiante actualidad.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre