Perjudiciales

Escribe: Eduardo A. Volonté.-
Al abordarse la cuestión de los agrotóxicos, es inevitable formularse la pregunta si ellos son perjudiciales para la salud.
Ante todo es justo decir que sobre este interrogante, la biblioteca se bifurca en dos mitades casi irreconciliables.
Por un lado, quienes dicen que no está debidamente probado en forma científica que sea perjudicial para los humanos.
Por el otro, quienes consideran que hay por demás pruebas de ello.
Unos y otros ofrecen por igual papeles académicos, citas de organismos oficiales nacionales e internacionales, documentos de la Organización Mundial de la Salud.
Decir esto, no implica caer en la ingenuidad de desconocer el fabuloso lobby que ejercen las empresas interesadas en el negocio.
Porque como bien lo sintetizara el documento inicial del Tribunal Internacional Monsanto, reunido en La Haya en 2016, Monsanto (hoy Bayer) lleva adelante “una estrategia de ocultamiento sistemático: haciendo lobby dentro de las agencias de reglamentación y ante las autoridades gubernamentales con mentiras y corrupción, financiamiento de estudios científicos fraudulentos, presiones sobre los científicos independientes, manipulación de órganos de prensa, etc. La historia de Monsanto constituye de este modo un paradigma de la impunidad de las empresas transnacionales y de sus directivos que contribuyen a la alteración del clima y de la biósfera y amenazan la seguridad del planeta”.
Mil citas 
Para quienes reclaman citas académicas sobre los riesgos y consecuencias del glifosato, se puede recomendar la lectura del libro de Eduardo Martín Rossi, “Antología Toxicológica del glifosato + 1000”, que en su quinta edición de abril 2020, reseña 1.108 trabajos académicos (artículos científicos o papers, informes de investigaciones clínicas, experimentales, de laboratorio, revisiones, contestaciones, recopilación y resúmenes de congresos) sobre este tema.
El primer capítulo precisa 204 trabajos sobre el impacto del glifosato en la salud pública. El capítulo dos detalla 130 investigaciones sobre “mecanismo de fisiopatología celular (promotor del cáncer”. El capítulo tres se dedica a “toxicidad en los sistemas orgánicos”, con 139 publicaciones académicas. El capítulo cuatro se dedica a trabajos específicos de impacto “En componentes biológicos”, con 319 investigaciones.
El capítulo V “En el ambiente” expone 167 referencias; luego los restantes capítulos: “Interferencia nutricional”; “En comestibles y bebidas”; En plantas no objetivo”, y “Otras categorías”, remite a 149 estudios académicos.
El estudio de la IARC 
Pero sin duda el estudio más trascendente probatorio de los efectos del glifosato fue el producido por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) que es un ámbito especializado de la Organizaciones Mundial de la Salud (OMS).
Luego de un año de trabajo de 17 expertos de once países, que analizaron más de mil trabajos publicados, el 20 de marzo de 2015 la IARC emitió un documento que concluye expresando que «Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)». Y destaca que el herbicida «también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas», situación que tiene relación directa con el cáncer.
La IARC lo clasificó como 2 A, la segunda categoría en toxicidad cancerígena.
En 2005 el Dr. Gilles-Eric Seralini, especialista en biología molecular, de la Universidad de Caen, Francia, descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al herbicida Roundup, incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura.
En el país 
Acá en Argentina, marcó un quiebre en esta discusión el fallecido (2014) Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador principal del Conicet, quien confirmó en 2009 que el glifosato, aún en bajas concentraciones (inferiores al 0,02%) producía malformaciones en embriones anfibios.
Medardo Avila Vázquez, pediatra cordobés integrante de la Red Universitaria de Ambiente y Salud, y coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, realizó junto a colegas un estudios sobre “Asociación entre cáncer y exposición ambiental a glifosato” (Vol.8 No.2, February 2017 International Journal of Clinical Medicine, 2017) en Monte Maíz, un pueblo agrícola de 8.000 habitantes.
Allí detectaron que la incidencia, prevalencia y mortalidad por cáncer es de tres veces más elevada que los valores de referencia con relación a Córdoba capital, y por supuesto también detectaron una elevada contaminación con glifosato.
También se detectaron mayores malformaciones y abortos espontáneos, alta prevalencia de enfermedades respiratorias.
De más está decir que todo esto es válido también para el resto de productos agrotóxicos.
Los Campamentos Sanitarios  
El Dr. Damián Verzeñassi de la Universidad de Rosario, viene llevando a cabo desde 2010 los llamados “Campamentos Sanitarios”, que son un dispositivo de evaluación final para estudiantes de medicina.
Durante cinco días alumnos y profesores se instalan en localidades de 10.000 o menos habitantes y efectúan entre otras tareas un relevamiento epidemiológico de cada habitante. Esos datos luego se sistematizan y forman un perfil epidemiológico de esa localidad.
Llevan ya relevadas unas treinta en cuatro provincias con 100.000 personas encuestadas.
Todas las localidades visitadas por estos Campamentos Sanitarios, están expuestas al uso intensivo de agrotóxicos.
Este trabajo les ha permitido detectar que estos pueblos tienen en mayor cantidad que las tasas promedio, problemas endócrinos y de tiroides, también incrementos de enfermedades alérgicas respiratorias, trastornos neurológicos, abortos espontáneos.
También en enfermedades como cáncer, linfomas, leucemias. En el 2013 detectaron que la tasa promedio de incidencia anual de cáncer en las localidades donde realizaron Campamentos Sanitarios es de 397,4/100.000 habitantes, cuando la tasa nacional es de 217.
Más opiniones
Podrían ocuparse cientos de páginas reproduciendo casos y testimonios sobre los efectos del glifosato en la salud de los habitantes de los pueblos fumigados.
Basta con decir que donde se fumiga con glifosato, los estudios realizados revelan un aumento de patologías como malformaciones congénitas, abortos espontáneos, problemas endocrinos como hipotiroidismo, trastornos del desarrollo neurológico o cognoscitivo, tasas de cáncer que en algunos casos triplican las normales, enfermedades de la piel, respiratorias, intoxicaciones agudas y otros males debidamente comprobados.
Si se desean mayores precisiones médicas se pueden obtener en los informes finales de los tres Congresos Nacionales de Médicos de Pueblos Fumigados. O los informes de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires: Análisis del uso de agroquímicos asociado a las actividades agropecuarias en la Pcia. De Buenos Aires; y también: Relevamiento de la utilización de agroquímicos en la pcia. De Bs. As. Mapa de situación e incidencia sobre la salud.
Haciendo honor a aquello que una imagen vale más que mil palabras, el libro de fotografías de Pablo Pirovano, “El rostro humano de los agrotóxicos”, presenta testimonios conmovedores.
Como también lo son -entre muchas otras- la historia de vida y de muerte del entrerriano de Basabilbaso, Fabián Tomasi, que falleciera producto de sus exposiciones a los agrotóxicos, o de Ana Zabaloy, maestra en escuelas rurales fumigadas en San Antonio de Areco.
Más allá de la existencia de opiniones en contrario, algunas con rigor científico, otras con ocultos intereses comerciales, queda claro que los agrotóxicos perjudican la salud humana.

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