No pudo ser más primaveral ayer domingo. Quienes participaron del espectáculo organizado por la comisión directiva del Aero Club, contaron con el marco de un sol espléndido acompañado de una leve brisa cambiante que tanto soplaba del norte como del sur. Innumerables familias cubrieron la zona de los hangares, aprovechando debidamente la excelente parquización. Para dejar habilitado el movimiento, usó de la palabra el titular de la institución dueña de casa, Horacio Cremona, quien entre otros conceptos agradeció tan extraordinario marco de familias participantes.
Pero bien suele decirse que en ocasiones «suele faltar un centavo para el peso»: el ventarrón que sopló el sábado 21, ayer domingo se hizo la rabona. Sin viento los barriletes no se elevan, y ese fue el condimento que faltó para que la fiesta fuese completa. Después de muchas frustraciones, los «ingenieros aeronáuticos» cambiaron hilos y colas y en ese transcurrir ansioso y expectante, fueron buscando los sitios más apropiados para elevar las cometas. En pleno apogeo del intento, 35 elementos tranquilos y zigzaguentes lograron ganar altura.
Un jurado designado al efecto, eligió como más pintoresco el barrilete de Benjamín Burgos, y el que más alto se elevó fue el de Emy Aranda. No obstante, en el consenzo general todos fueron muy buenos y merecedores de unánimes aprobaciones. Por caso, un simple «paquete de caramelos» según la definición de una señora (un pliego de plástico sin cola) fue el que más lejo llegó a fuerza de carreteles de tanzas y varios ovillos de hilo «choricero»; se perdió de vista en el horizonte.
El resto del programa
Entre otros eventos, varios artesanos ubicaron sus puestos a un costado del primitivo hangar. A pesar de la ausencia de viento, se realizó el vuelo de parapentes. También efectuó una exhibición un avión a escala dirigido por control remoto, a cargo de Agustín Aranda. Actuó un grupo musical, y se lamentó la ausencia del piloto de acrobacia Daniel Picatto, debido a un compromiso ineludible en Tandil.
También Se realizaron numerosos sorteos debido al generoso aporte de numerosos comerciantes. El multifacético Gerardo Jatip, estuvo a cargo del micrófono.
En líneas generales, la jornada primaveral posibilitó que numerosas familias disfrutaran a pleno del clima y las clásicas mateadas. Mientras la gente menuda contó con amplisimos espacios para corretear a gusto y placer, los padres, abuelos y otros adultos «renegaron» con los barriletes, volviendo a vivir aquellas inolvidables instancias de la niñez. En suma, las familias ayacuchenses más que agradecidas.