La mujer, protagonista de siempre

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

Si bien la participación de la mujer en la actividad política –como en casi todas las áreas de la sociedad- todavía no refleja acabadamente su condición mayoritaria o al menos de corresponsable por partes iguales de la especie humana, igualmente ha habido un significativo avance al respecto.

De la mano de una mayor comprensión de la mujer sobre la conveniencia v justicia de su protagonismo, sumada al reconocimiento -aunque no siempre espontáneo y generoso- del hombre sobre la necesidad de esa participación, y también al amparo de la legislación de «discriminación positiva» estableciendo cupos en las listas electivas, la mujer ha ido ganando espacios en la vida política v partidaria.

Muchos suponen que la participación femenina nació con la ley 13.010 y la instauración de los derechos cívicos en 1947, o de la concreción en los comicios de 1951 de su flamante derecho a elegir v ser elegida.

Sin restarle a la decisión que impuIsara esa concreción el mérito que tiene, existieron otras experiencias de otorgamiento del derecho electoral a la mujer desde mucho tiempo antes.

Fue en San Juan en 1928 cuando las mujeres votaron por primera vez. Y antes incluso, existieron desde 1919 [proyecto de ley del diputado Rogelio Araya –UCR] una serie de iniciativas legislativas provinciales y nacionales tendientes a instaurar los derechos cívicos de la mujer.

Pero si bien esa participación y militancia política comienza a tomar forma a partir de la década del 50, también existió antes, incluso cuando la misma solo recibía como premio la íntima satisfacción del deber cumplido, contrapesado con el sabor amargo de ser dejada de lado al momento de hablar de las «efectividades conducentes» como diría don Hipólito…

Damas en el Centenario 

Resulta posible rescatar en las añejas crónicas periodísticas locales, la presencia masiva de damas en cuanto acto o concentración importante realizaba el Radicalismo aún en los comienzos del siglo pasado.

De los muchos ejemplos existentes, rescatemos dos. El primero, cuando la reorganización partidaria de 1909, v a posteriori del multitudinario almuerzo realizado en la Barraca Boussóm, «La comisión de Damas hizo reparto entre los concurrentes de hermosas medallas con el retrato del Dr. Alem y con la inscripción alusiva».

La otra, durante una improvisada manifestación organizada en adhesión al centenario patrio en 1910, en la cual se marchara «con la bandera bicolor al frente llevada por señoritas y procedida por una columna numerosa de señoritas y damas, que terminaba en la compacta e importante masa de ciudadanos».

El relato señala que concluidos los discursos de rigor, «la columna, con sus numerosas damas al frente regresó nuevamente por la calle 11 [25 de Mayo] siguiendo por la 18 [B. Mitre] hasta llegar al local del Comité Radical en medio de frenéticos y repetidos vivas».

Como se ve, mujeres hubo siempre en la Unión Cívica Radical.

Es justo destacar que el protagonismo femenino ha sido una constante de la UCR de Ayacucho. Claro que durante mucho tiempo sin participación en los organismos de conducción, pero aportando su presencia, apuntalando a los hombres de su casa en la por momentos dura militancia partidaria, reemplazándolo en la responsabilidad de conducir la familia cuando la cárcel era el destino del hombre por pensar distinto.

La conformación orgánica del primer Comité Femenino en el radicalismo local se concretaría el 24 de abril de 1951. Pero eso ya es otra historia.-

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