Por Juan Carlos De Marco
Las corridas de toros en el mundo, se sabe que es una despareja lucha entre el torero y el toro, donde el hombre “de luces” demuestra su arte con pases de capote y muleta, para luego concluir su faena con el estoque matando al animal.
En muy pocas… casi contadísimas ocasiones en la historia de la tauromaquia, aparece un toro bravío, de imponentes dimensiones, pero de una lucha extraordinaria contra su enemigo humano, que genera que el público en forma espontánea comience a corear el “Toro…Toro…”, y quizás, el presidente de la Plaza, vuelque sobre la baranda un pañuelo en señal que le perdona la vida al animal, y el torero no mata. Este acto de perdón se llama “indulto”, que produce que el toro sobreviva y sea devuelto a la hacienda para ser usado como reproductor de futuros toros bravíos con “sangre de lidia” como suele llamarse.
Mi “romance” con la Fiesta del Ternero comenzó allá por 1973, de la mano de mi hermano del alma el “Caqui” Oscar Deniro, con quien vivíamos juntos en La Plata en la época de estudiantes y luego el “Cholo” Navarrete, y no falté nunca más… incluyendo los tres años que no se hizo por diversas circunstancias.
Creo que por aquella época la Fiesta estaba entre las diez mejores fiestas nacionales del país, y creo que hoy agoniza.
Han dejado de lado cuestiones básicas que eran el sello distintivo de este lugar y su comisión, y realmente me apena.
He sido jurado de la reina, participado del desfile, concursado en el certamen de canto folclórico, traído al Gato Peters con grupos de la universidad de La Plata, acompañado a la corte real a la muestra de la Rural para promocionar este evento y soy delegado del certamen pre-Ayacucho en La Plata. Algo de relación tengo con la fiesta.
Con mucho dolor sentí que esta es la PEOR fiesta a la que he concurrido en toda mi vida. Esto se está muriendo. Ayacucho es un pueblo fantasma. Se perdió la alegría de toda una comunidad que vivía orgullosa de su celebración y como en las ciudades de Brasil, su población esperaba todo el año la llegada de los miles de visitantes para atenderlos, y obviamente hacer alguna actividad que le permitiera juntar algunos pesitos que siempre venían bien.
Por supuesto que algunos vecinos protestaban porque el ruido de la celebración alteraba el normal rito del sueño, y que a la mañana al levantarse alguna meadita furtiva se dibujaba en la pared de afuera. Pro la alegría superaba todo eso.
Sin caer en la nostalgia barata, el emblema del pueblo, la “Buen Gusto” difícilmente cerraba y se juntaba el mahong del Potranco, con el Pepe Albano, el Enano Sanjurjo y Mito Calvo, con los vermuceros de la tarde y hasta el Negro Etchepare entraba a caballo disfrazado de indio.
En varias ediciones, con el Mono Souza como locutor, elegimos a la “Reina del Buen Gusto” de las ocasionales parroquianas del lugar, hasta que el Mono, el Cabezón y el otro mozo nos bajaban los decibeles.
La alegría desbordaba, y con Mariano Rossatto, sacábamos los parlantes de “Mac’s” para cortar la calle con ellos y organizar una bailanta popular en la que se juntaban los paisanos del campo, con los vecinos del pueblo y hasta los turistas. Inolvidable.
Rodolfo Lemble era la musa inspiradora de los rincones de payada y folklore, que los había por todos lados, y obviamente los fogones públicos gratuitos (más tarde apenas por unos pocos pesos), pero sobretodo los domésticos en cientos de casas particulares que abrían sus puertas, pero básicamente sus almas, le daban el “toque” que sorprendía a los visitantes que no entendían la motivación de tanto compromiso espontáneo.
Era la época que los estudiantes de Ayacucho en La Plata venían en bandada para juntarse en su pueblo a seguir las peñas que allá los contenían, y el Chumi Martinez les armaba los espacios, como lo hizo varias veces en la vieja ferretería de Curuchet, haciendo él mismo el locro que todos comíamos casi gratis.
Con el Ruso Alt de Gualeguaychú y luego con Guille Valerio de Tandil cimentamos una amistad que tenía su pináculo en el viaje a la Fiesta, que más tarde en el tiempo tenía como lugar de reunión a “Gulliver” y esa botella de champagne que el Queso Calvo siempre nos obsequiaba el primer día de llegada. Obviamente después venían muchas más, y los brindis que se repetían cada minuto con todos los amigos que iban llegando. Todo un clásico que se repitió con Nacho Landivar. Los espectáculos que se disfrutaron en ese lugar con “La Forestal” a la cabeza y tantos otros, eran tan significativos, que no se concebía la caravana sin estar allí.
Hubo un quiebre histórico. No voy a hacer nombres porque ensuciaría a un amigo que erróneamente me decía “hay que terminar con todos esos paisanos aburridos que a la gente les parece un embole…”, y en su gestión instaló e incorporó la Carpa con “Pocho la Pantera”… Nunca se lo perdoné… y ahí empezó la decadencia. El vil traslado a las afueras y el negocio de la Fiesta del Ternero con espectáculos masivos, chupi, frula, tiendas gitanas, cumbia y jueguitos de todo tipo. Que siempre estuvieron y eran parte de la Fiesta, pero ahora ES LA FIESTA. Subsiste la Chacra, porque algo de lo histórico hay que hacer, pero casi por obligación. Y un lugar que llegó a juntar más de 10.000 personas, hoy apenas recibe a algunos cientos. Se fue la Fiesta del Ternero de la ciudad. De a poco. Como para que nadie sufra mucho. Hace mucho tiempo que el Buen Gusto no abre para la Fiesta. Y este año abrió !!!! pero a las 21 cerraba… Hace mucho tiempo que Gulliver abría para la Fiesta, Y este año cerró… y ni Juanita tiene más Tacos… Cero lugar para que los de 40 para arriba tengamos un lugar para desembarcar.
Tener al comisariato cerrado todo el tiempo es la muestra de una decadencia que se viene gestando desde hace varios años. No se puede digitalizar una organización. Se pierden los marcos de referencia y quienes queremos promover y cubrir todo un espectáculo no encontramos respuestas.
No dudo de la buena fe e intenciones de una comisión en la que todos hacen seguramente lo mejor posible, pero no es suficiente.
Al periodismo hay que atenderlo y brindarle las herramientas para su trabajo. No se puede decirle que se conecte vía página web y haga los trámites pertinentes. Eso históricamente estuvo personalizado y nunca se dejó detalle librado. Sobretodo porque muchos no saben hasta último momento de su viaje o no.
La desatención es signo de dejadez. Amigos de la Comisión, corríjanlo para el futuro, si es qué hay futuro.
Advertimos qué hay un malestar generalizado. No hay más fogones !!!! TERRIBLE.
No hay más música folklórica, símbolo inequívoco de una fiesta tradicional. Hoy la cumbia domina los escenarios. Admiro a los responsables de Ahijuna !! que se la jugaron por lo nuestro. Pero poco espacio y explotó las dos noches.
Creo que la raíz de la Fiesta se mantiene inalterable en la organización del Certamen Nacional de Canto Folklórico, pues durante la semana, la ciudad entera la vive intensamente. Y este año el nivel fue excelente. Mas subsedes, más participantes, más público y un jurado con una garantía musical como Sebastián Fernández Cerri entre todos, que no admitirá dudas en sus conocimientos y ecuanimidad.
No me caso con nadie. Lo bueno es bueno y no participo de las internas locales. Lo digo por las dudas.
Espero y deseo de corazón que Ayacucho recupere la Fiesta «del ternero» pero fundamentalmente la alegría de su gente, que hoy ya no existe. La Fiesta ES DEL PUEBLO, y sus habitantes deben ser los primeros en disfrutarla. Un pueblo fantasma en el que la vidriera de la Joyería Rossatto se mantiene gallarda como recuerdo de las épocas de gloria; en donde hasta el ternero que había en el pedestal de la Plaza se habrá apolillado en algún galpón; donde ya el el jingle y la ranchera se escuchan pocos lados; donde las “Bravas” no te esperan más en la entrada del pueblo para darte la bienvenida y entregarte el programa de actividades; donde el ánimo está por el suelo, se me ocurre como en las corridas de toros, y en honor a la memoria de Guillermo Schoo Lastra, gritar “Ternero…ternerooo..” y pedir que lo indulten de una buena vez. La comisión tiene la máxima responsabilidad.