No llovió demasiada «aguanieve». Tampoco los níveos copos cayeron con mansedumbre de paloma sobre la anhelante hierba, pero en el buen decir campechano, anoche cayó una helada «morrocotuda» que cual inmaculada alfombra cubrió de color blanco todo aquello que durmió a la intemperie.
Esa gélida y majestuosa manifestación del frí
o, dejó su marca en los espacios abiertos y en los techos de los vehículos que durmieron al aire libre. Nuestra plaza «Gral. José de San Martín», en lo que a cercanía de nuestra casa respecta, aproximadamente a la hora 8 se mostró esplendente como una novia vestida de blanco. El sol, que aunque perezoso acudió a la cita, expuso sus iridiscentes pinceladas entre los rosales aún dormidos.
Fue una excelente manifestación de la naturaleza. Hacía mucho tiempo que los ayacuchenses no observábamos semejante helada, que incluso dejó sus huellas de gruesa escarcha en el agua que yacía junto a los cordones de las veredas. ¡Que heladas eran las de antes!; ¿y ésta de anoche, que fue…?