Ese camino me lleva… Por las huellas de Güemes

Apenas se pone un pie en Salta se nota el apego de todo un pueblo con aquel héroe de nuestra Independencia, el único muerto en combate que lideró las huestes del Norte cuando la Patria estaba naciendo. Nos referimos a Martín Miguel de Güemes, cuyas huellas fui buscando en uno de los viajes a la ciudad de Salta, no ya como una turista sino como quien quiere adentrarse en lo profundo de la historia. Para esto nada mejor que buscar el acompañamiento de un guía local, con quien en una mañana de intensa llovizna nos trasladamos hasta el lugar conocido como Cañada de la Horqueta, donde se yergue con toda su altivez el monolito en homenaje al General Güemes.
Atravesando montes, por un camino desolado, agreste, con la selva agolpada a los costado del sendero, cruzando pequeños arroyuelos mientras hacia los lados observaba la mirada curiosa de caballos, mulas y algún burro entre el plantío.
Allí José, orgulloso de su gente, comenzó a contarme pasajes de la vida del General desde su visión salteña. Güemes había nacido en una familia acomodada. Su padre era español, Gabriel de Güemes Montero, nacido en Santander,-curiosamente del mismo puerto desde vino mi bisabuelo hacia la segunda mitad del siglo XIX- Su madre era María Magdalena de Goyechea y la Corte, de origen jujeño y de ascendencia española, portuguesa, vasca y catalana. Eran en total siete hermanos, de los cuales se destacaron su hermano mayor Juan, miembro del cabildo de Salta, y María Magdalena Dámasa Güemes de Tejada, conocida por su apodo como Macacha Güemes.
Algunos datos interesantes
José me contó que Güemes a los catorce años de edad se enroló en el Regimiento Fijo de Infantería, cuyo cuartel central estaba en Buenos Aires pero tenía un batallón en Salta a raíz de la rebelión de Túpac Amaru II desde 1781. Unos años más adelante fue enviado con su regimiento a Buenos Aires, ya que el Virrey del Río de la Plata, Rafael de Sobremonte, temía un ataque inglés.
Durante la primera de las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, en 1806, Güemes participó en la Reconquista de Buenos Aires, donde protagonizó una curiosa hazaña: al ver que el barco inglés Justine había encallado por una bajante repentina del río, dirigió una carga de caballería y lo abordó. Fue una de las muy pocas veces en que un buque de guerra fue capturado por una partida de caballería. La bandera inglesa capturada por Güemes se encuentra en la Iglesia de Santo Domingo, donde descansan los restos del General Manuel Belgrano.
Su esposa
En esta suerte de descubrir en sus orígenes al General Güemes, el guía contó que Güemes era apuesto y muy afamado con las damas de la época. Su hermana Macacha ofició de celestina y le presentó a una bellísima joven, de la más rancia sociedad salteña. Ella se llamaba María del Carmen Puch y Velarde. A los dos meses de conocerse, con 17 años se casó con Martín Miguel de Güemes, el 15 de julio de 1815, en la catedral de Salta.
Según los relatos que encontré en esta oportunidad, Güemes se había prendado de la hermosura de su esposa Carmen y solía enredar sus dedos en los suaves bucles blondos de su esposa.
La última noche
Conocida es la vida de Martín Miguel de Güemes, aunque en este caso buscamos detalles no tan conocidos. Entre ellos la noche que una partida de Valdés había llegado hasta la mismísima ciudad de Salta. Güemes se encontraba en la casa paterna, a escasos 150 metros del centro. Por la parte trasera salió tratando de combatir o quizás huir de los realistas cuando fue alcanzado por una bala.
Cabalgó unas dos leguas, hasta la hacienda paterna que se encontraba a poco más de 8 kilómetros de Salta. Allí permaneció varios días, rodeado por sus súbditos y colaboradores más cercanos. La infección fue minando su cuerpo. Tendido bajo unos árboles, junto a los subalternos, recibió a unos encomendados realistas que le proponían rendirse. Ahí mismo tomó juramento a sus hombres que aunque él muriese, no iban a entregar la Patria jamás.
Murió el 17 de junio de 1821, a los 36 años de edad. En el momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, cerca de la ciudad de Salta, yacía a la intemperie, en un catre improvisado por el capitán de gauchos Mateo Ríos. Luego su cadáver fue inhumado en la Capilla del Chamical. Martín Miguel de Güemes fue el único general argentino caído en acción de guerra exterior.
La decisión de Carmen
Un relato que aún llama más la atención. Carmen, la esposa de Martín, recibía cartas constantes durante esos días en que él agonizaba. Enterada de su muerte, la joven esposa se encerró en su habitación y cortó sus cabellos, diciendo que nadie más tocaría sus rulos que tanto disfrutaba Miguel. Se negó a comer ni a beber agua hasta que falleció el 3 de abril de 1822, a los 25 años. Los salteños cuentan que se dejó morir de amor.
En la Catedral
Nada más ingresar a la Catedral de Salta, dedicada al Señor y a la Virgen del Milagro, hacia uno de los laterales se encuentra la urna y los ornamentos principales de un héroe inmortalizado por su gente.
Construida la nueva y actual Catedral, y luego de que se impulsara la construcción del Panteón de las Glorias del Norte, los restos de Güemes fueron depositados allí en noviembre de 1818, en su última morada.
La Casa Museo
A escasa cuadra y media del centro de la ciudad, hace un par de años atrás fue inaugurado el Museo de la Casa Guemes. Allí, en una casa vieja pero resguardada, con una función didáctico-histórica, se pueden observar en las paredes los acontecimientos más importantes de la vida de Güemes. Al llegar al patio, sus inmortalizados «Infernales», emulando los soldados de terracota, esperan.
Luego de una recorrida por las salas y también de llegar hasta la Cañada de la Horqueta, el camino una vez más me lleva hasta las entrañas mismas de una Patria que hicieron héroes como Martín Miguel de Güemes que defendieron las fronteras del Norte como ninguno y merecen que hoy los argentinos los recordemos con respeto.

Por: Mabel Santos

 

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