Escribe: Eduardo A. Volonté
Los antiguos manuales escolares enseñaban la existencia de cinco continentes (como lo grafican los anillos olímpicos).
Con el tiempo a ellos se sumó la Antártida, e incluso algunos también desdoblan América.
Lamentablemente, a este paso y en no mucho tiempo más, habrá que sumar otro nuevo continente, pero en este caso, ni de tierra ni de hielo, sino de plástico. Así como suena.
Este “continente” se encuentra flotando en el Pacífico entre Hawai y la costa de California, merced al denominado giro del Pacífico Norte, una especie de remolino formado por diversas corrientes marinas.
SU MAGNITUD
Algunos datos numéricos permiten comprender la magnitud de esta “isla” plástica:
Ocupa 1,6 millones de km2, el equivalente a tres veces el tamaño de Francia con una profundidad entre 15 y 30 metros.
La conforman al menos unas 80.000 toneladas de plásticos, el equivalente a 500 aviones Jumbo Boering 747.
La integran 1,8 billones de piezas plásticas, el 94 % microplásticos de unos milímetros de diámetro.
El 84% de los plásticos contiene sustancias tóxicas para los animales marinos y atento a un informe de 2016 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, estos afectan hasta 800 especies de peces, crustáceos y moluscos.
Se estima que el 46 % de los plásticos provienen de redes de pesca, también de desechos de los barcos y de vertidos terrestres.
Una de las primeras informaciones sobre este basural marítimo la difundió la National Oceanic and Atmospheric Administration de los EEUU en 1988 al medir elevados índices de plástico.
Fue el oceanógrafo y navegante Charles Moore en 1997 quien alertó sobre la magnitud de la isla luego de haber tardado una semana en cruzarla al regreso de una regata.
LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS
La principal afectada por este descomunal basural náutico, es la fauna marítima.
Estimaciones de Greenpeace de una década atrás, estiman que es la causa de muerte de un millón de aves, 100.000 mamíferos y millones de peces cada año que quedan enredados entre la basura o asfixiados por la ingesta de los residuos.
Las micropartículas al ser tan reducidas son confundidas por los peces -e incluso por las medusas- con el plancton del que se alimentan y así lo ingieren, provocando su posterior muerte, y en caso de resultar pescados, llegar hasta el consumo humano.
También los restos de redes y otros desechos son la causa de muerte de numerosas especies al quedar atrapados en esas trampas plásticas.
Se ha comprobado además esos materiales facilitan el desplazamiento de especies invasivas, que generan desequilibrios en los distintos ecosistemas.
En 2023 investigadores de la revista Natura Ecology and Evolution, detectaron también que en esta isla plástica han sobrevivido y formado su hábitat organismos invertebrados, algas y cangrejos.
A LIMPIAR
A la par del conocimiento de este problema y de la toma de conciencia de los riesgos que significa la creciente contaminación de los mares, se han ido generando diversas iniciativas para reducir allí los niveles de plásticos.
Son numerosas las propuestas tendientes a marchar hacia una reducción de la presencia de plásticos en los mares, como también a proceder a la limpieza de las áreas ya afectadas.
Si bien se han logrado resultados positivos, la magnitud del problema hace que las soluciones solo sean a largo plazo y principalmente a partir de una fuerte toma de conciencia sobre la necesidad de reducir los desechos plásticos que se arrojan a los mares.
El problema no es de una zona o país determinado , la responsabilidad es de todos y al conjunto del planeta afecta directa o indirectamente, en consecuencia la decisión de dar respuesta a esta problemática debe ser global, eficaz y pronta.-