Veíamos el avance de la obra de asfalto de calle Rivadavia, en el barrio «El Tropezón» recordando el difícil tránsito que imponía la calle de tierra de toda la vida, con suciedad y pozos. Para llegar a los domicilios había que sortear obstáculos.
Algo bastante tortuoso, que felizmente hoy ha desaparecido, con la llegada del asfalto, limpio y liso, que trae higiene a la barriada.
El progreso es notable ya que mejora la calidad de vida. Ello se advertía en la cara de felicidad y satisfacción de los vecinos que departían animadamente observando el trabajo de las máquinas y obreros municipales.
Allí estuvo el intendente, junto a funcionarios quienes prometieron la continuidad de las obras en favor de otros sectores.
Que sea por muchos más, la ciudad lo necesita, fundamentalmente los vecinos que padecen este problema puedan contar con su calle de asfalto, un objetivo anhelado por años que hoy parece hacerse realidad.
Se palpa.
OMA