Incansable trabajadora de la cultura en el plano local y regional, con sobresalientes logros a nivel nacional. Celoso custodio de su labor a través de la Agrupación Impulso a Bellas Artes, a quién amó como su hija pródiga.
Debo confesar que mantuve algunas diferencias en su momento, con su postura silenciosamente demandante siguiendo los ensayos que acercaba a nuestra mesa de trabajo para su publicación y su necesidad de controlar la corrección. Así la veo a Ana María Carabetta observando hasta el mínimo detalle de su obra.
A paso lento, imperturbable, dio vida a la actividad cultural de nuestra ciudad. Día a día sin conocimiento de pausas.
Luchó por su agrupación, al tiempo que formó y enriqueció el espíritu de quienes la acompañaron, en su larga y fructífera trayectoria. Componiendo, organizando encuentros culturales, dándole movimiento a una actividad, lejana al plano material y que inmersos en el tráfago diario, la mayoría de los seres humanos dejan de lado. En casos y subestiman en otros.
Ana Mara Carabetta vivió con la sencillez y humildad de la gente formada de otra manera. Rica de espíritu, amó la pintura, la poesía y nos dejó un legado que seguramente sus amigos continuarán. Que no se apague la llama cultural de AIBA, será el mejor reconocimiento a quien en su paso por la vida dejó una huella bien marcada.
Que esté en paz y tranquila con su siembra.
OMA