Vacunas: prevenir para erradicar

Dentro de las grandes revoluciones en políticas sanitarias, las vacunas se ubican en los primeros puestos en materia de salud pública. Son obligatorias y gratuitas. Aún así, existen grupos que disienten sobre esta práctica y representan un desafío para la comunidad médica.

“Una amenaza global”, es el calificativo que emplea la Organización Mundial para la Salud (OMS) al momento de manifestar el peligro que representa para la humanidad el movimiento antivacunas que hoy está sumando cada vez más adeptos.

La comunidad científica y académica, es concluyente en este asunto: las vacunas son la única fuente viable para prevenir las enfermedades infectocontagiosas que ponen en peligro la vida de los seres humanos.

Acaso este movimiento surgido desde el seno de una “falsa noticia” hoy logra sacudir los pilares de la ciencia que busca por medio de sus interlocutores más directos, quebrar la creencia de muchos que han optado por no cumplir con el sistema de vacunación que cada nación reglamenta a fin de desterrar patologías, que hace años se lograron contener.

Nuestro país fue un pionero al instituir la vacunación obligatoria y gratuita como bien social colectivo mediante la Ley nacional 22.909, vigente desde el año 1983. Actualmente, Argentina posee uno de los calendarios nacionales de vacunación más completos del mundo, garantizando la equidad de los individuos en el acceso a la prevención de enfermedades.

Los orígenes del surgimiento de esta corriente, se atribuyen a la divulgación de un estudio publicado en la revista médica británica The Lancet en 1998 firmado por Andrew Wakefield, quien relacionaba el uso de la triple viral (que protege contra el sarampión, la rubéola y las paperas) con el autismo. A partir de allí, se puso en duda la seguridad de las vacunas. Este falso trabajo científico fue la base de las argumentaciones para el movimiento antivacunas y avalados por estos principios miles de padres dejaron de vacunar a sus hijos.

Tiempo después, se comprobó que el artículo era un completo fraude. La publicación se vio obligada a retractarse ante la comunidad científica. Todos los datos eran incorrectos, malintencionados y las conclusiones absolutamente falsas. Wakefield, perdió su licencia médica.

Pero no solo la desinformación puede ejercer un factor de riesgo. De hecho, luego de que la OMS advirtiera que estos grupos antivacunas son una amenaza, las redes sociales como Facebook e Instagram anunciaron que van a dejar de promover y controlar publicaciones de este tenor.

La médica infectóloga Florencia Bruggesser, se desempeña en áreas de la especialidad dentro de la Clínica Chacabuco y del Hospital Ramón Santamarina. Además, es miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) e integra la Comisión para la certificación de la eliminación de la circulación endémica de Sarampión, Rubéola y Síndrome de Rubéola Congénita.

-Partiendo de las generalidades ¿por qué son indispensables las vacunas?
-Las vacunas han sido una de las medidas que ha tenido mayor impacto en salud pública, ya que con su administración se ha conseguido disminuir y evitar una gran cantidad de discapacidades y muertes por enfermedades infecciosas en la infancia.
Con excepción del agua potable, ninguna otra intervención en Salud Pública ha tenido tanto impacto.
Se ha logrado erradicar en 1980 la viruela, que fue una de las enfermedades más devastadoras del mundo, y se está muy cerca de erradicar la poliomielitis. En Argentina, el último caso fue en 1884 y está eliminada desde 1994 en la Región de las Américas.
Asimismo, se han certificado la eliminación de Sarampión, Rubéola y Síndrome de rubéola Congénita (SRC) en la región desde 2016. Argentina ya no tiene casos autóctonos de Sarampión desde el año 2000. El último gran brote inició en 1998 y hubo alrededor de 10 mil casos y más de mil muertos, pero desde 2009 no hay nacimientos con SRC (niños con cardiopatías, ceguera y sordera).
También hay muchas otras enfermedades que se han controlado gracias a las vacunas como la Hepatitis A, que se introdujo en el calendario en 2004 y desde 2007 no hay trasplantes hepáticos en niños por esta causa. Otros ejemplos son el tétanos neonatal, la disminución de las meningitis, etc.
Se estima que la introducción de las vacunas en el mundo ha evitado y evita entre 2 y 3 millones de muertes cada año.
En los últimos 60 años, las vacunas han salvado más vidas de niños y adultos que cualquier otra intervención médica o de salud pública.

-¿Cuál es el riesgo de que proliferen los movimientos que apelan a otro tipo de inmunización?

-Las enfermedades que se evitan con la correcta vacunación volverían a aparecer si se interrumpieran los programas de vacunación, por ello las vacunas son fundamentales.
El ejemplo de lo que puede ocurrir se demuestra con lo que sucedió en Europa, con un número récord de casos de sarampión reportados en 2018 que alcanzaron la cifra de 82.596. El 61 por ciento de los casos necesitaron hospitalización y se registraron 72 fallecidos. Son las cifras más altas de la última década, triplicando el número de personas infectadas en 2017 y 15 veces más que en 2016.
Aunque las mejoras de la higiene, el agua potable y el saneamiento ambiental (cloacas) ayudan a protegernos de las enfermedades infecciosas, muchas de ellas pueden propagarse independientemente de que nos alimentemos naturalmente y estemos sanos. Sin vacunación, enfermedades que se han vuelto raras, como la poliomielitis, el tétanos, o el sarampión, pueden reaparecer.
-¿Cuál es la importancia del soporte legal sobre este tema?

-A partir de la sanción de la Ley 27491, que actualiza el marco legal y regula todos los aspectos de la vacunación, se cuenta con una herramienta fundamental, ya que puede colaborar para resolver algunas dificultades que existen en los programas de inmunizaciones y en este sentido, define a la vacunación como un bien social y establece la prevalencia de la salud pública, sobre el interés particular.

Asimismo, hay varios casos en los cuales la justicia ordenó cumplir con las vacunas a padres que se negaron a vacunar a sus hijos. Uno de los casos fue en 2010. La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires hizo lugar a un planteo de la Asesoría de Incapaces, donde se pedía derogar una resolución de un juzgado de familia de Mar del Plata que había autorizado a dos padres omitir la aplicación de las vacunas obligatorias para su hijo, dado que creían en la medicina alternativa. En el fallo, el Máximo Tribunal provincial intimó a los padres a vacunar al menor.
Otro más reciente fue en enero 2019. Allí, la Cámara Nacional en lo Civil confirmó la sentencia que intimaba a los padres de un bebé recién nacido a que cumplan con la aplicación de las vacunas contra la hepatitis y la tuberculosis. La causa se inició cuando, desde un sanatorio porteño, informaron que los padres se opusieron a cumplir con el calendario oficial y entonces tomó intervención la Defensoría de Menores e Incapaces.
Estos son un ejemplo de varios casos en los cuales la intervención de la justicia, siempre falló a favor de la vacunación.
La importancia de la Ley es que reafirma a la vacunación como una política de Estado.

-¿Cómo debe actuar un profesional en caso de que los padres opten por no vacunar a sus hijos?

-Cuando un profesional está ante una persona que no desea vacunarse o vacunar a sus hijos, debe indagar y asesorar sobre cuáles son estas razones. Pueden ser muchas y complejas, y van desde miedos a los efectos adversos que, aunque pueden existir, son escasos y en la mayoría de los casos, leves. En estos pacientes es importante el trabajo del equipo de salud para esclarecer esas dudas y brindarle información clara sobre la importancia de la vacunación.
Después existen grupos más fundamentalistas, por lo general con un nivel cultural superior, que niegan las ventajas de la vacunación alegando razones científicas e ideológicas y que en general, se relacionan con estilos de vida naturista. Estos padres están muy informados: han leído libros y visitado decenas de páginas de internet, pero de información sin evidencia científica. A estos grupos es muy difícil hacerlos cambiar de opinión, pero se debe intentar proporcionando información fidedigna y creíble sobre las vacunas.
En el medio de estos dos grupos hay un gran espectro de razones, en los que se debe indagar y tratar de ser claros y acercarlos a la vacuna, lo que implica todo un desafío.

-Pero, ¿aquí juegan varios factores?

-Sí, el acceso o no a las vacunas se puede deber a múltiples causas. La percepción de riesgo de la enfermedad, hace que a mayor riesgo más personas van a querer acceder a la vacunación. Hay enfermedades que la población no conoce (gracias a las vacunas) como poliomielitis, sarampión, difteria por eso no las ve como un riesgo y no los vacunan.
Otros, argumentan que la inmunidad por la enfermedad es mejor que la brindada por la vacunación. Sin embargo, en este punto el riesgo de adquirir una infección de manera «natural» no tiene comparación con el riesgo asociado a cualquier vacuna recomendada. Por ejemplo, el sarampión puede causar encefalitis en uno de cada mil casos, en cambio el riesgo de efectos adversos graves es de uno en un millón de vacunados.
Los rumores son sin dudas, en esta época de globalización, de internet, una amenaza concreta. Todos podemos acceder en segundos a información, lo que no podemos asegurar es que la misma sea confiable y basada en la evidencia. El problema es que una vez que accedimos, puede generar un comportamiento emocional que es muy difícil de revertir con argumentos científico.
La relevancia que le dan los medios de comunicación al tema es un factor clave tanto para favorecer la adherencia de la población como para alejarla de los vacunatorios.
Los equipos de salud tenemos la obligación de escucharlos e informarlos de manera clara y transparente sobre los riesgos y beneficios de vacunarse y vacunar a sus hijos.

-En la ciudad, ¿han crecido los grupos antivacunas?

-En la ciudad han crecido, como ha pasado en todo el país, pero lo importante es trabajar con ellos para acercarlos a las vacunas.
Sin embargo, así como han crecido estos movimientos, también ha crecido otros grupos que están preocupados por la salud de sus hijos, y ven en estos grupos una amenaza. Estos grupos ayudan a poder identificar a otros y trabajar en el tema.
La única forma de lograr coberturas de vacunación satisfactorias y lograr disminuir la mortalidad por enfermedades inmunoprevenibles es con la confianza y adherencia de la población a las vacunas.

Vacunas obligatorias

Dentro del calendario oficial las vacunas obligatorias son la BCG; Hepatitis B; contra el Neumococo; la Quíntuple Prevalente DTP-HB-Hib; la Sabin bivalente oral; Meningococo; la Triple Viral contra el Sarampión, Rubéola, Paperas; la vacuna contra la gripe; Hepatitis A, Varicela; la Triple Bacteriano Celular y Triple Bacteriana Acelular; Doble Bacteriana; VPH contra el Virus Papiloma Humano; la Doble Viral; la vacuna contra la Fiebre Amarilla y la vacuna contra la Fiebre Hemorrágica argentina.
A partir del año 2017 se incluyeron tres nuevas vacunas: contra el meningococo para prevenir enfermedades como la meningitis, se amplió la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) a los varones, y la vacuna contra el neumococo para mayores de 65 años y personas de 5 a 64 años con factores de riesgo.

Según establece la nueva Ley de Vacunas promulgada en enero de 2019, en el Calendario Nacional de Vacunación es requerido para trámites como el ingreso y egreso del ciclo lectivo, tanto obligatorio como optativo; exámenes médicos por trabajo; tramitación o renovación de DNI, pasaporte, residencia, certificado prenupcial y licencia de conducir.

En todos los vacunatorios y hospitales públicos del país las dosis están disponibles de manera gratuitas.

 

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