Una misma conducta

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

Ha querido el azar de la vida [y de la muerte] que por estos días se cumplan los aniversarios de la desaparición física de tres radicales que supieron cada uno en su momento dejar marcada una huella no solo en el radicalismo, sino principalmente en la sociedad que los viera actuar.

Estamos refiriéndonos a Crisólogo Larralde, Anselmo Marini y nuestro Hernán Naveyra.

Anselmo Marini, nacido en 1906 y cuyo fallecimiento ocurriera el 14 de Febrero de 2002, transitó sin pausas una militancia de casi ocho décadas de la política nacional, la que comenzara con su participación en el movimiento universitario reformista, presidiendo en 1929 la Federación Universitaria Argentina.

Diputado constituyente en 1949 y 1957, integró y presidió en 1952 el bloque de diputados provinciales. Desde 1958 hasta 1962, presidió el bloque de diputados nacionales. En 1963 resultó electo gobernador de la pcia. de Buenos Aires, en cuyo mandato –interrumpido por el golpe de 1966- contó la presencia de Alberto Zubiaurre como ministro de Asuntos Agrarios.

Durante el gobierno de Alfonsin, se desempeñó como Embajador ante la República del Perú [1983-89]

Su extensa trayectoria también supo de numerosos cargos partidarios, destacándose siempre por su claridad conceptual, por su firme creencia en la ética y la moral como principio básico del accionar político.

De su sencillez da cuenta la circunstancia que siendo gobernador no tenía auto y usaba prestado el del presidente del Banco Provincia, tampoco vivió en la residencia del gobernador, a la que habilitó al público como salón de exposición de pinturas. Siguió viviendo en su casa de toda la vida y caminando las calles platenses como antes y siempre.

La vida de Crisólogo Larralde puede sintetizarse en la palabra, lucha. Desde chico supo del esfuerzo del trabajo para poder alejar el fantasma cercano de la miseria.

Desde la presidencia de la Juventud Radical de Avellaneda hasta la titularidad del Comité Nacional, recorrió una larga trayectoria ocupando distintas funciones partidarias y candidaturas.

No eran fáciles los tiempos en que le tocó actuar, por eso supo de la cárcel y las agresiones, pero nada lo detuvo en su lucha permanente por la democracia social. Como tampoco le importó renunciar a su banca de diputado electo como repudio al fraude conservador.

Hasta su muerte, ocurrida un 22 de Febrero de 1962 durante la campaña electoral para la cual era candidato a gobernador de Buenos Aires, fue como un símbolo.

Cayó con su noble corazón abatido, ocupando la tribuna en la barriada obrera de Berisso, rodeado de aquellos por los que había luchado y para los cuales dejó su mensaje y su lucha por la justicia social, la dignidad del trabajador y la vigencia de sus derechos que plasmara en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.

Simplemente Hernán 

Bastaba solo pronunciar su nombre para saber de quién se estaba hablando. Es que Hernán Naveyra ocupaba un lugar de privilegio en este Ayacucho, que lo viera no solo convertirse en uno de sus dirigentes políticos más destacados, sino también a través de su actividad profesional, educativa, en distintas instituciones locales, y principalmente como vecino preocupado por su comunidad y siempre dispuesto a trabajar por el bien común, a brindar su mano a cualquier vecino que lo necesitara.

Militante radical desde siempre, presidió a principios de los 70 el Comité local para ocupar una banca en el Concejo Deliberante en 1973, demostrando allí su capacidad para abordar los problemas de su ciudad. El golpe de 1976 interrumpió ese mandato, pero no su actividad política, volcada ahora a la preservación del radicalismo y a la búsqueda de la recuperación democrática, en el marco de una Argentina que vivía sus horas más negras.

Con el retorno a la democracia en 1983 llegó al Senado provincial, siendo reelecto en 1985. Allí también su paso dejó testimonio de su capacidad, de la responsabilidad con que abordaba todos los temas, especialmente los económicos, que lo tenían como protagonista fundamental.

Leal a sus férreos principios éticos, no dudó en levantar en soledad su voz para denunciar sin medir costos políticos, lo que entendiera como actitudes reñidas con la moral.

Había asumido las funciones legislativas o públicas, no como un recompensa personal sino como un servicio a una causa, por eso, cuando el presidente Alfonsín, lo convocó para presidir el Banco Nación, no dudó en dejar la comodidad de su banca, para contribuir desde aquella relevante función a una gestión de gobierno que sentía como propia, sin por ello descuidar sus responsabilidades de Vicepresidente del Comité de la UCR bonaerense.

El accidente de tránsito que lo condujera finalmente a la muerte el 16 de Febrero de 1989, lo encontró transitando la ruta 29 a la altura de Ranchos, manejando su propio auto a pesar de ser el Presidente del Banco Nación.

Crisólogo Larralde, Anselmo Marini y Hernán Naveyra, tuvieron trayectorias y responsabilidades diferentes, les tocó vivir etapas también distintas de la política argentina, sin embargo, los tres supieron transitarlas con una misma conducta radical.

La democracia, la libertad, la justicia social, el respeto a las ideas, la búsqueda de la equidad social, y por sobre todo una concepción ética de la política y una profunda honradez y austeridad en sus actos, fueron constantes que marcaran sus vidas.

Por eso, es posible hoy recordarlos con legítimo orgullo, sin distinción de banderías políticas.-

 

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