La vida da y quita, quien no lo sabe. Con conocimiento de causa y dilatada experiencia, quienes transitamos la etapa de adultez, somos testigos de ello, sin ser excesivamente viejos. Pero ya sí, con una muy buena cantidad de kilómetros recorridos y varios cambios de aceite realizados.
Claro que, por tener esa condición de dar y por ahí quitar, de alejar y acercar, la vida no deja de ser hermosa, quien puede negarlo !!!. Pruebas al canto.
Habíamos planeado junto a mis hijos estar juntos en Buenos Aires y allí dar rienda suelta a una gran pasión heredada, viviendo la competencia de Turismo de Carretera en el máximo escenario del automovilismo argentino, nada menos que el autódromo Oscar Alfredo y Juan Galvez. Bien llamado Coliseo porteño.
Eso hicimos.
Fue este último, el finde del Día del Niño y del encuentro porteño también participó mi adorable nieto Simón, todo un señor de poco más de dos años, para fortalecer de complicidad y regar de amor y ternura a esta hermosa cita.
Así dimos forma a un encuentro esperado y debidamente disfrutado, con charlas, risas, carreras, estruendoso ruido de motores y salamines ayacuchenses, madrugón de por medio, que hoy viernes, escribiendo, aún disfruto con un leve zumbido de oídos, pero con el corazón henchido de felicidad.
Martín, Rodrigo, Joaco y Simón: Contento por lo vivído y dando gracias por tan enorme posibilidad.
Un inolvidable encuentro.