Una auténtica vocación de servicio

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

Bomberos Voluntarios. Tal vez pocas palabras encierren en sí mismas tanto significado como éstas.

Su sola mención hace innecesario ahondar en definiciones estrictas sobre su sentido y misión.

Tal vez, por saberlos tan nuestros, tan parte de la comunidad de Ayacucho, no nos detenemos a menudo a pensar que significa ser Bombero Voluntario en estas épocas donde el individualismo, el materialismo y la indiferencia hacia los demás parecen ser los “valores” a tener en cuenta.

Ser Bombero Voluntario importa una profunda y auténtica vocación de servicio a la comunidad.  Un compromiso con el resto de la sociedad en la que se vive, para ponerse a su servicio sin pedirle nada a cambio.

Ser Bombero  Voluntario  constituye un diario desafío de ser digno de tal función.  Una permanente voluntad de hacer cierto ese viejo lema bomberil que les demanda abnegación, sacrificio y desinterés.

Ser Bombero Voluntario constituye restarle a la familia, a los amigos, una parte de su tiempo pata brindársela a la sociedad.  Significa estar dispuesto en cualquier momento a dejar todo lo propio para marchar  en procura de dar alivio a otros convecinos que requieren sus servicios.

Ser Bombero Voluntario demanda una fuerte convicción de ser útil, de honrar la vida a través de un derroche de solidaridad al servicio de quien lo necesite.

Ser Bombero Voluntario implica, además, el esfuerzo de una permanente capacitación para estar acordes con la demanda de los nuevos tiempos.

Ser Bombero Voluntario constituye en síntesis, un auténtico ejemplo donde todos deberían mirarse.

Cualquier convecino de Ayacucho es fiel testigo de cómo, a lo largo de los años, sin estridencias, con humildad, pero con la certeza de saberse verdaderos servidores de la comunidad, nuestros Bomberos Voluntarios,  desde la nada han ido construyendo día a día, esa realidad que son hoy y que es un legítimo orgullo de todo Ayacucho.

Tal vez pocas instituciones sean consideradas por los vecinos tan propias como ésta.  Es que resulta prácticamente imposible permanecer indiferente cuando uno escucha su sirena presagiando una emergencia, cuando ve a ese grupo de hombres y jóvenes dejar todo para marchar raudos a su convocatoria.

Cualquier vecino sabe de los esfuerzos que realizan para superarse, para adquirir nuevos y mejores elementos para ponerlos al servicio de la seguridad de todos.

Por eso resulta una auténtica obligación moral que cada uno, desde sus posibilidades, les brinde todo el apoyo que merecen.

En definitiva, colaborar con los Bomberos Voluntarios de Ayacucho es estar colaborando con uno mismo.-