Escribe: Eduardo A. Volonté.-
Nació un 12 de marzo de 1927 en Chascomús.
Falleció el 31 de marzo de 2009 en la ciudad de Buenos Aires.
Entre ambas fechas y entre otras cosas, fue Presidente de la Nación Argentina.
El primero y el gran responsable de la recuperación democrática luego de la larga noche de la dictadura cívico-militar iniciada en 1976.
No resulta posible hablar del 83 sin referirse a él. No se concibe historiar la democracia argentina sin evocar su sustancial aporte para su recuperación primero y consolidación después.
No hace falta decir que hablamos de Raúl Alfonsín.
Supo decir Ricardo Balbín frente a otro muerto ilustre que “los grandes muertos siempre dejan su mensaje”.
Y Alfonsín también lo dejó como un mandato a asumir por todos los argentinos sin distinciones: preservar la democracia para siempre y por sobre todo construir una sociedad plural donde rijan las instituciones, donde sepamos conjugar la libertad con la equidad.
A quienes tuvimos el privilegio de compartir su marcha en la construcción de un radicalismo renovado, nos quedará para siempre, el recuerdo de tantos actos, reuniones y discursos, su andar sin pausas, muchas veces pregonado casi en el desierto; su lucidez intelectual para abordar con erudición las más modernas concepciones de la teoría política, sin por ello desentenderse del cuadro de situación partidaria en el poblado más pequeño; su calidez humana.
Quienes nos iniciamos a la vida política en los inicios de la década del setenta y abrazamos la causa del radicalismo, muchos al amparo de su figura convocante, podemos decir que tal vez le debemos la vida, por habernos inculcado la firme convicción que la lucha solo es posible en el marco de la democracia y las ideas.
Han sido y seguirán siendo muchas las páginas de los diarios y libros, las horas de radio y televisión que se ocuparán de reseñar su vida fecunda, su trayectoria política, su entrega total a la causa de la democracia. No faltarán también las voces críticas, como es lógico que suceda frente a un hombre que ocupó la escena pública por más de medio siglo.
Dejemos a unos y otros esa tarea y a la historia juzgar su obra de gobierno. Que nos anticipamos a sostener, será reivindicada y valorada con la objetividad que el paso del tiempo otorga.
Nosotros nos quedamos para siempre con el recuerdo y el ejemplo del Alfonsín que recuperó la democracia, que tuvo los atributos necesarios para juzgar a las Juntas Militares, que supo plantarse en los jardines mismos de la Casa Blanca, el de la paz con Chile, el que buscó siempre la unidad nacional, el mejoramiento de las instituciones, la integración latinoamericana, el que hasta en sus tiempos ya finales siguió exhortando al diálogo y la convivencia de los argentinos.
Nos quedará también el recuerdo y el honor de haber compartido con el una tribuna radical.
Raúl Alfonsín fue un protagonista fundamental en de la historia argentina de las últimas décadas.
El miércoles 12 de marzo cumpliría 98 años. Argentina lo sigue necesitando.-