Uby Sacco: El resplandor truncado de un campeón inolvidable

A los 27 años de la partida del enorme Ubaldo «Uby» Sacco, el boxeo argentino rememora con profunda nostalgia a uno de sus más brillantes y trágicos exponentes, cuya vida y carrera estuvieron marcadas por el talento desbordante y las sombras inclementes del infortunio.

Nacido un  28 de julio de 1955 en el seno de una familia de humildes recursos del tradicional barrio porteño de Mataderos, el pequeño Ubaldo Néstor Sacco se vio envuelto en el universo del boxeo desde sus más tiernos años, siguiendo los pasos de su progenitor, Ubaldo Francisco Sacco, quien ofició de entrenador y guía en sus inicios pugilísticos. Con un estilo elegante y depurado, complementado por una pegada explosiva y demoledora, el joven Uby rápidamente se convirtió en una atracción imperdible para los aficionados locales.

 

El periodista deportivo Ernesto Gallardo repasó con su pluma que sus arrolladoras condiciones innatas lo llevaron a debutar con apenas 22 años en el profesionalismo, el 22 de abril de 1978, venciendo por abandono en el quinto asalto al paraguayo Luis Garay en la ciudad balnearia de Mar del Plata, urbe que por aquel entonces se aprestaba a ser subsede del inminente Mundial de Fútbol. Un año antes, en el Campeonato Sudamericano de Lima ’77, ya había dado sobradas muestras de su enorme proyección con sus brillantes cualidades técnicas.

 

En los albores de la década del ochenta, comenzó a cosechar sus primeros grandes éxitos sobre el ring, arrebatando los prestigiosos cinturones argentino en 1981 y sudamericano welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en 1982, al vencer por la vía rápida a su compatriota Roberto Alfaro. No obstante, su gran consagración tendría lugar el 15 de diciembre de 1984 en Fort Worth, Texas, cuando se vio las caras con el local Gene Hatcher por la codiciada corona mundial superligero de la AMB. En un auténtico y vibrante choque de titanes, Sacco demostró su calidad superlativa y su implacable contundencia, venciendo a su adversario por la vía del nocaut técnico en el octavo asalto, convirtiéndose así en el nuevo y legítimo monarca del mundo.

Este triunfo apoteósico lo encumbró a la cima del boxeo mundial y desató la locura colectiva en las calles marplatenses, con una multitudinaria recepción popular desde los balcones de la Municipalidad de General Pueyrredón. Miles de fervientes seguidores aclamaron a pleno pulmón al nuevo campeón mundial, quien ingresaba al Olimpo de los ídolos deportivos marplatenses junto a figuras inmortales como Guillermo Vilas y José María Minella.

Lamentablemente, el reinado de Sacco resultó ser efímero. Los fantasmas de las adicciones, su carácter complicado y las malas compañías comenzaron a socavar aquel logro icónico. En su primera defensa titular dejó el codiciado cinturón en manos del italiano Patrizio Oliva en Montecarlo, perdiendo la corona por puntos en quince agotadores asaltos, sin haber realizado la preparación adecuada. Nunca más volvería a boxear tras aquel duro revés.

A partir de ese trágico momento, su vida se convirtió en un auténtico calvario signado por los excesos, la violencia callejera y las estadías carcelarias. Un confuso incidente protagonizado con un marinero a la salida de un cabaret de la ciudad, que incluyó una gresca a golpes de puño, lo dejó malherido con tres puntazos en distintas partes del cuerpo. Finalmente, una meningitis y un tumor nasal maligno terminaron por derribarlo física y anímicamente por completo.

 

El 28 de mayo de 1997, a los 41 años de edad, falleció en el Hospital Interzonal de Mar del plata, poniendo un trágico punto final a una existencia cruelmente signada por los fugaces destellos de gloria y las profundas sombras del infortunio. Su inesperada e intempestiva partida dejó un vacío profundo en el boxeo vernáculo y en los corazones de sus seguidores. Fue enterrado en el cementerio Colinas de Paz de Mar del Plata.

 

La impecable técnica y el estilo cautivador de Ubaldo «Uby» Sacco siguen prendidos con fuerza en la memoria colectiva de los amantes de este noble deporte. A pesar de los pesares, de los múltiples reveses que debió enfrentar, logró alcanzar la cima del boxeo mundial valiéndose únicamente de su tremendo talento innato y su inquebrantable pasión por los puños, aunque su fulgor haya sido finalmente truncado de manera abrupta por su propia tormentosa existencia. El resplandor de Sacco fue intenso pero fugaz, sin embargo, su legado permanece imborrable en los anales del boxeo argentino.

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