¿Te acordás hermano?

escribe : Eduardo A. Volonté.-

Es habitual que en las mesas de café,  reuniones de familia, u otros tipo de encuentros sociales, aparezca en algún momento el recuerdo nostalgioso de costumbres,  usos, personajes, episodios, y lugares del pasado local o familiar.

Será la edad y memoria de los contertulios la que marcará la profundidad de los recuerdos, pero siempre el «te acordás»  de tal o  cual  lugar,  de fulano o  mengano,  de una moda,  o lo que  sea, estará presente.

Y  esto es así,  porque el presente de cada uno se  conforma también de las vivencias del pasado, de las experiencias de vida, de los recuerdos, de los conocimientos asimilados.

Las  comunidades,  sumatoria en definitiva de  individuos, también transitan procesos similares.

Por eso todo aquello que una comunidad realice en procura de preservar su pasado,  sus tradiciones y costumbres, significa una acto de reafirmación de su propia identidad.

Desde  los actos y fechas más trascendentes,  hasta aquellas pequeñas cosas que hace a la vida cotidiana,  todas forman  parte de ese bagaje cultural y de recuerdos.

En nuestra ciudad  hace tiempo ya que se viene felizmente  haciendo  carne  en muchos,  esta necesidad de  preservar  la memoria,  las  historias de vida,  nuestro  patrimonio  cultural, edilicio,  nuestras fechas significativas, etc.

Es  decir,  que  existe una conciencia creciente  entre  los ayacuchenses, de preservar nuestro pasado.

Un interés -al que habría que alentar y fomentar  aún más- en saber sobre nosotros mismos a partir del conocimiento de  nuestro propio pasado como comunidad.

Se  ha dicho con acierto que «preservar edificios es conservar la identidad de una ciudad,  salvar la memoria de un origen», si   ampliamos ese concepto al resto de las  actividades  humanas, podremos  aproximarnos a una definición global que  nos  debería guiar  en la tarea de preservar nuestro patrimonio cultural en su más vasta acepción.

En estos vertiginosos tiempos,  marcados por el  consumismo,  lo  descartable, lo efímero, sería bueno que nos afirmemos  en preservar lo nuestro.

No con un criterio solamente nostalgioso,  sino como  referencia ineludible para marchar hacia el futuro  e incluso como herramienta útil para incrementar el potencial turístico que Ayacucho posee.-