Entre las varias inquietudes que hemos recogido, relacionadas con el incendio del ex-galpón de encomiendas del ferrocarril, destacamos el informe enviado por Adrián Sanchez, integrante de la asociación civil que trabaja en el proyecto para la instalación del tren turístico Ayacucho-Tandil. Reproducimos algunos párrafos:
«Este galpón había sido construido en 1881 y aunque parezca una tontería, se perdió un patrimonio edilicio irrecuperable, por su historia como así también por las características de los materiales con que fuera construido. Hemos acordado con el municipio local, darnos a la tarea de recuperar para su preservación todas aquellas piezas que sea posible, herrería, zinguería, etc. para reutilizarlos en un futuro.
Gracias por su atención».
Por nuestra parte, agregamos que como suele ocurrir con todos aquellos elementos considerados «viejos», son dejados a merced del libre albedrío de propios y extraños. La historia ayacuchense está saturada de estos casos. Ese galpón de encomiendas, así como los de material ubicados frente al edificio de la actual Casa de Campo (ex-estación administrativa ferroviaria), no debieron ser habilitados para vivienda. Quienes estuvieron en el gobierno comunal en ese tiempo, debieron tomar las medidas necesarias para preservarlos como correspondía; incluso ubicar en esos galpones un «museo ferroviario», entre otros muestras por el estilo.
A nadie escapa que ese galpón de chapas, se había convertido en un verdadero «conventillo» como los restantes depósitos. La intención del convecino Adrián Sánchez, es muy atendible y por tal causa, sumamente plausible. No obstante, consideramos que «lo que el fuego se llevó» es irrecuperable.