Siempre se dice que cuando un partido de fútbol se va perdiendo, el director técnico en el descanso de la primera etapa, deja unos instantes descansar a sus jugadores y volver las pulsaciones a la normalidad, en el más absoluto silencio, para luego ingresar y dar la charla para intentar modificar la táctica y la estrategia en la búsqueda de remontar el resultado adverso. Lo mismo ocurre en todos los demás deportes y en las actividades de la vida diaria. Cambiar, con el objetivo de dar vuelta la realidad que nos ve mal ubicados. En tiempos de paz y de guerra.
La pandemia que nos ha sorprendido desde marzo y ya lleva meses hasta nuestros días sin avizorarse el final, mantiene firmes e incolumes a todos los integrantes del grupo de sanitaristas y vuelvo a repetir que cuando digo esto no hablo de los profesionales solamente. Todo el equipo del hospital, en el que se incluyen también los olvidados bioquímicos y bacteriólogos con sus ayudantes de laboratorio, que realizan día a día los hisopados. Que son requeridos a cualquier hora del día y de la noche. Todos que quede claro. Desde el primero al último, que arriesgan su vida para cuidarnos.
Y allí quienes nos conducen buscan trazar la mejor estrategia contra un virus invisible que está en todos los rincones del país, en muchos sitios con mayor intensidad que en otros. Al que hay que correr de atrás. Aquí en un estado medio. Con partes en donde hay masividad de casos negativos pero que se suman uno tras otro, con ritmo de goteo, los casos activos.
Un grupo de médicos sostiene que habría que liberar todo hasta la aparición de la vacuna, pues ya todos conocen como es la forma de cuidarse. Usando barbijo, manteniéndose a distancia, observando con disciplina estricta la higiene personal y el continuo lavado de manos, etc, etc. Así de esa manera todos pueden trabajar y sostener la economía, que ha sufrido un deterioro muy importante. Hasta se afirma impensado, que traerá enormes dificultades a las empresas que aún se mantienen de pié. Otras ya quedaron irremediablemente en el camino, sin la más mínima posibilidad de recuperarse.
Otro grupo asegura que de nada vale tamaño esfuerzo de gente que se cuida, cuando existe un buen porcentaje de habitantes que hace caso omiso y rompe todas las reglas y protocolos. Es cierto, cuando se afirma que no son pocos los que nunca utilizan cubre bocas o barbijos y tampoco guardan la distancia reglamentaria de aislamiento. Sin hablar de quienes participan de fiestas y comparten mateadas, dos de las actividades de mayor peligro de contagio, que se suceden irremediablemente.
Pero que puede ocurrir si se libera todo ?… sin dudas que sería un caos, no por los que se más se cuidan que es la franja etaria de los mayores, sino por aquellos irresponsables que una vez contagiados indican que han participado en reuniones y marcan más de 30 contactos estrechos. Así no terminamos más, siguen pagando buenos por infractores. Un paso para adelante y dos pasos para atrás, en busca del período estival.
Dicho esto, salta a la vista que la única estrategia que nos puede llevar a equilibrar el partido es que todos tomen conciencia de que no hay otra salida que cuidarse. Obrando con responsabilidad ciudadana. Sabemos como es !!!!.
Depende de nosotros, cuidarnos y definitivamente dejar la viveza criolla, para otros momentos. Al menos si queremos luchar con posibilidades, contra este peligroso rival.
Cambiemos la estrategia, de eso se trata. Por nosotros, por nuestros padres, hijos, familiares, amigos y el resto de los habitantes de nuestra querida ciudad.
Seriedad, responsabilidad, conciencia. Empatía.
OMA