De manera contundente y en los últimos días, se pudo observar en las rutas que atraviezan nuestro partido innumerables vehículos de variados portes, marcas y colores, «enfilando sus proas» hacia los numerosos lugares que conforman el litoral marítimo bonaerense.
Desde los cuatro puntos cardinales, utilizan esas vías asfálticas (algunas como la Nº 74 en mal estado) con los propósitos de pasar unas merecidas vacaciones junto a familiares y amigos, alejándose del mundanal bullicio al menos por breves lapsos de tiempo.
Van dejando atrás las vicisitudes de un año cargado de presiones políticas y económicas. Llevan en sus abigarrados equipajes de saltimbanquis lo necesario para «tirarse en la arena» entre otros propósitos, sin importarles otra cosa que no sea «dorarse al sol» en las playas atlánticas, que las hay muchas y de variadas posibilidades.
Lo cierto es que ante los embates aportados por la inflación y otros menesteres relacionados con la economía, ese paisaje harto repetido del éxodo de vacaciones, según se observa actualmente, se cumple a rajatabla. Julio Mafud, en su «Psicología de la viveza criolla», pintó con extraordinarias pinceladas esta situación. El argentino siempre tendrá disponible un peso para dedicárselo a la muy merecida holganza.