Se recordó ayer el “Día del camino”

Ayer martes 5 de octubre, más que celebrarse se recordó el DIA DEL CAMINO, debido a que en el año 1925 se realizó el primer Congreso Panamericano de Carreteras, que marcó el inicio de la expansión de las rutas en el país y fue símbolo de la integración entre los pueblos y el desarrollo. Asimismo, la fecha coincide con la creación de la Dirección Nacional de Vialidad, en el año 1932.

A poco de “barajar” estas fechas, nuestro mejor reconocimiento “voló” en procura de encontrarse con el merecido recuerdo hacia aquellas familias que desde principios del siglo veinte, ejercieron la muy dura y sacrificada tarea de mantener en buen estado todos los caminos de tierra de nuestro partido.

Para ser más concretos, nos referimos a los “camineros”, quienes a finales de la década de 1930 ocupaban dieciséis puestos: dos entre Solanet y Ayacucho. Uno entre Ayacucho y la Loma de Sanders. Dos en el terraplén a Rauch; dos entre La Constancia y Cangallo. Dos antes y después de la “La Esquina de Pérez”. Dos antes y después de San Ignacio. Dos antes y después de la estancia “El Comercio”. Dos entre Ayacucho, Fair y Labarden. Uno entre Fair y la ruta 74.

Con la pala de Buey, el rastrín y otras tradicionales herramientas de tracción a sangre, iban y venían por “esos caminos de Dios”, soportando tórridos calores y durísimas temperaturas invernales, bajo la atenta mirada de inspectores y propietarios de establecimientos rurales. Algunos de estos últimos solían gratificar esas permanentes dedicaciones, puesto que del estado del camino dependían sus movimientos relacionados con sus campos, principalmente en los meses invernales.

Desde hace varias décadas que los “camineros” fueron reemplazados por modernas maquinarias. Sin embargo, los memoriosos afirman que ni la más avanzada tecnología pudo reemplazar a aquellos abnegados servidores públicos cuyas viviendas estaban enclavadas a un costado del camino a cuidar. A la par de los corrales para los caballos, en esos “puestos camineros” solían observarse algunas vacas, ovejas, gallinas al por mayor y todo lo que significase una familia de neto corte campesino. Siempre dispuestos a auxiliar -a toda hora- a quienes tenían algún inconveniente personal y en sus automóviles, que para eso “el puesto del caminero” siempre estuvo disponible para todo servicio.

Cabe deducir que sus abnegadas tareas solo fueron recompensadas con alguna jubilación de tercera categoría, razón más que suficiente como para que en el DIA DEL CAMINO, los recordemos de manera muy especial

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