Para buscar la verdad

Escribe: Eduardo A. Volonté

El 10 de diciembre  cumplimos 41 años de la recuperación democrática en nuestro país.

Coherente con el fuerte compromiso con los derechos humanos asumido durante la campaña electoral, el presidente Raúl Alfonsín a pocas horas de haber asumido, más precisamente el 13  de diciembre, convocó al Congreso a sesiones extraordinarias y envió un conjunto de leyes vinculadas con los derechos humanos.

Simultáneamente por los Decretos   158 y 157/83  se sometió a juicio sumario ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a los integrantes de las tres primeras Juntas Militares y se promovió persecución penal a algunos dirigentes guerrilleros.

Por su parte, el Decreto 187/83 del 15 de diciembre creaba la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas [Conadep] cuyas funciones fueron recibir denuncias y pruebas sobre esos hechos y remitirlas inmediatamente a la justicia, denunciar posibles ocultamientos de elementos probatorios. Y emitir un informe final, con una explicación detallada de los hechos investigados.

La Comisión no fue facultada para emitir juicio sobre hechos y circunstancias que constituyen materia exclusiva del Poder Judicial. El plazo otorgado fue de seis meses, extendido luego a nueve meses. La Comisión se debía integrar con miembros nombrados por el Poder Ejecutivo Nacional, tres parlamentarios designados por la Cámara de Diputados y tres por la Cámara de Senadores de la Nación.

SUS INTEGRANTES

Los diez miembros elegidos y designados por el Poder Ejecutivo por su celo en la defensa de los derechos humanos y por su prestigio en la vida pública del país fueron: Ricardo Colombres (jurista, ex Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación), René Favaloro (eminente cardiocirujano), Hilario Fernández Long (ingeniero, Rector de la Universidad de Buenos Aires destituido por el golpe militar de 1966), Carlos Gattinoni (obispo metodista), Gregorio Klimovsky (filósofo, profesor universitario renunciante a sus cátedras con motivo del golpe de 1966), Marshall Meyer (rabino), Jaime de Nevares (obispo católico), Eduardo Rabossi (filósofo, jurista, también renunciante a sus cátedras con motivo del golpe de 1966), Magdalena Ruiz Guiñazú (periodista) y Ernesto Sábato (escritor).

Puesta a consideración en la H. Cámara de Diputados de la Nación la invitación presidencial a integrar la Comisión,  diferencias de criterios  respecto a las características de la Comisión a conformar, hicieron que solo fueran nominados representantes del oficialismo, recayendo las designaciones en los diputados Santiago López, Hugo Piucill y Horacio Huarte.

Ni el Partido Justicialista ni el Partido Intransigente, ni Augusto Conte Mc Donald de la Democracia Cristiana  la integran. Solo  el radicalismo.  Tampoco el H. Senado de la Nación postuló representantes para la integración.

En su primera reunión se designó Presidente de la Conadep a Ernesto Sábato. Luego se decidió la creación de cinco secretarías: de Recepción de Denuncias (a cargo de Graciela Fernández Meijide), de Documentación y Procesamiento de Datos (Daniel Salvador), de Procedimientos (Raúl Aragón), de Asuntos Legales (Alberto Mansur) y Administrativa (Leopoldo Silgueira).

El personal, unas cien personas, provino, en general, de las ONGs. Los miembros de la Comisión trabajaron ad honorem.  Solamente los secretarios y el personal cobraron sueldos equiparados al de los jueces y empleados de primera instancia del Poder Judicial.

El Ministerio del Interior brindó el apoyo administrativo, logístico y financiero. El apoyo fue eficaz y estuvo exento de toda intención o presión política. La Comisión funcionó en dependencias del Teatro General San Martín de la ciudad de Buenos Aires.

UNA ARDUA TAREA

La Conadep recibió 7.380 denuncias de desapariciones. La nómina completa, publicada en el Anexo al Informe que produjera, incluye los datos de casi 9.000 personas desaparecidas. La diferencia numérica estriba en que con ayuda de ONGs y de organismos nacionales, extranjeros e internacionales, se procesaron e incluyeron las denuncias formuladas ante ellos y no formalizadas ante la Conadep. Al dictarse leyes de reparación pecuniaria durante los gobiernos del Presidente Alfonsín y del Presidente Carlos Menem, aparecieron nuevos casos.

El 20 de septiembre de 1984 la Conadep entregó su Informe al Presidente de la Nación, que diera origen al libro “Nunca Más”.

De  lo duro y difícil de la tarea realizada, dan cuenta los integrantes de la Conadep en el prólogo del “Nunca Más”: “Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debíamos recomponer un tenebroso rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado deliberadamente todos los rasgos, se ha quemado toda la documentación y hasta se han demolido edificios. Hemos tenido que basarnos, pues, en la denuncia de los familiares, en la declaración de aquellos que pudieron salir del infierno y aún en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían. En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de “la guerra sucia”, de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión”.

La tarea que la Conadep llevó a cabo, -un verdadero descenso al infierno, como lo definió Ernesto Sábato- fue la base fundamental para los posteriores juicios a las juntas militares, por eso ocupará siempre una página  de honor en la verdadera historia de los derechos humanos en Argentina.