Eran famosas las “yerras de convite” en la estancia de Aráoz. Todos los años se convocaba a cientos de vecinos, amigos, autoridades y el que quisiera, a compartir la jornada tradicional de remarcación del ternero, coronada con asados, entretenimientos camperos, pruebas ecuestres y un baile generalmente amenizado con acordeón y guitarra, y algún bandoneón del barrio, cada vez más se agrandaba la concurrencia. Ya no solo acudían vecinos y allegados, de a poco se fueron agregando forasteros atraídos por la generosidad de los dueños y la gaucha gente de San Bernardo. Se contaba de a miles.
Don Juan Maldonado, el mayordomo (en la foto con Raúl «Rulo» Pasarín), se le acercó a los Aráoz, preocupado.
– Patrón, tenemos que hacer algo. Esto nos pasó de largo, vamos a tener que hacer la yerra en el pueblo. Carcajadas y bromas festejaron la ocurrencia, pero algunos que estaban cerca -muy bien lúcidos, decían- lo tomaron en serio, entre ellos el Intendente Municipal. Así fue tomando forma la idea. Embalados por el entusiasmo se tocaron influencias “de arriba” y al poco tiempo estábamos embarcados en la organización de un festejo mayúsculo (todavía no nos damos cuenta como sucedió tan rápido).
– Caía la década del 60, en el año que llegó el hombre a la luna (1969) y Ayacucho tenía una Fiesta Nacional, nada menos. Lo demás es historia conocida, cada uno tiene su apreciación del evento, sin duda halagadora.
En el fragor de los 50 años, o más, queríamos recordar al auténtico criollo que “prendió la mecha”. El bueno de Don Juan, que Dios lo tenga en la gloria!.-
Enrique Taborda