Son los dos tandilenses que se adjudicaron Tandilia. El repaso de dos triunfos separados por tres décadas.
Tandilia ha sido una prueba históricamente adversa para los atletas locales. Sólo Jorge Olaechea en 1986 y Sergio Hoffman, treinta años más tarde, han logrado atravesar la barrera y complacer a un público ávido de triunfos tandilenses.
El “Vasco” prevaleció en un duelo mano a mano ante el azuleño Osvaldo Regalado para ser el primer exponente serrano en conquistar la competencia.
Hoffman, nacido en Ayacucho y radicado en Tandil hace quince años, lo emuló en 2016, representando a la Asociación Tandilense de Atletismo. Hizo suya esa edición, prevaleciendo en un 1-2 tandilense que completó “Juani” Redolatti.
Aún en actividad, con 38 años, Hoffman es la principal figura del atletismo serrano en lo que a pruebas de calle concierne. Y cada año hace el intento de alcanzar el doblete en la emblemática carrera que apasiona a los tandilenses.
El Eco de Tandil reunió a Olaechea y Hoffman para una extensa charla, a través de la cual ambos rememoraron su triunfo y abordaron otros temas inherentes al atletismo:
Jorge Olaechea:- Nunca pensé que iba a ganar Tandilia. Lo conseguí gracias a dos íntimos amigos como Jorge Silva y Hugo Arrascaeta. Ellos me pasaron a buscar por la casa de mi mamá para que vaya a correr. La noche anterior había sido movida para mí, me quedé hasta las cuatro y media de la mañana en el baile de Unión y Progreso. Hacía poco que había conocido a la mamá de mi hijo Agustín. La realidad es que no quería correr y ellos dos me llevaron. Tuve la ventaja de que ese año estaba súper entrenado.
-¿Era, la de Tandilia, una distancia que te caía bien?
J.0.:-En ese entonces, yo quería correr todo. Pero lo mío siempre han sido distancias más largas, a pesar de que he hecho algunas buenas marcas en pista. En ese momento, ya había corrido por primera vez una prueba de 42 kilómetros, cuando fui a Buenos Aires. Fui de caradura, llegué segundo pero caminé acalambrado un tramo. Hoy, si no fuera porque mis rodillas ya no me aguantan después de habérmelas operado tres veces, me largaría a correr 42. Para un atleta, es lo máximo.
Sergio Hoffman:-Para nosotros, ha sido un incentivo muy grande ver que alguien de Tandil como el “Vasco” (Olaechea) de Tandil ha podido ganar. Él es un espejo para quienes venimos atrás. Tener el ejemplo de su triunfo nos hizo confiar en que en algún momento nosotros también podríamos. Entrené para eso y por suerte, treinta años después, pude lograr el objetivo.
-¿El año de tu triunfo fue en el que mejor preparado estuviste? ¿Apuntaste especialmente a ganar esa edición o “llegó solo”?
S.H.:-Hubo varios años en los que me sentí bien y llegué a la carrera con confianza en ganarla. Terminé entre los cinco primeros en seis o siete oportunidades. En 2013, fui primero escapado desde la Plaza del centro hasta la diagonal del Parque. Venía la trepada, un tramo en el que me hago muy fuerte, pensé que podía ganar. Pero ese día tuve rivales muy duros, como Gustavo Comba, quien terminó ganando, Miguel Guerra y Matías Roth. Esa vez, llegué cuarto, a treinta segundos del ganador, fue un final muy apretado. En 2015 también corrí muy bien, en 35 “y monedas”, di pelea hasta el final. También en 2014 llegué con chances al cierre, finalizando tercero. En todos esos años, estuve muy cerca, con lo cual esperaba que en algún momento se me dé el triunfo.
-Es una prueba con cierta demanda psicológica.
S.H.:-Totalmente. Llegás al pie del Parque y te esperan esos mil metros de subida que, más que con las piernas, los trepás con la mente. Ayudado por todo ese aliento de la gente.
-¿Qué dimensión ha tenido en sus carreras deportivas el hecho de ganar Tandilia?
J.O.:-Sin dudas, es una prueba especial. Para mí es un privilegio ser el único atleta nacido en Tandil que la ha podido ganar. Pero el regalo más grande que me llevé de mi carrera deportiva es el cariño de la gente. Me alcanza y me sobra con eso, no hay trofeo más especial. Tengo el deseo de volver a correr, estar entre los jóvenes de hoy. Es por eso que estoy en tratamiento médico. Mis rodillas están lastimadas, además trabajé muchos años como recolector. También tuve problemas de columna y me operaron de una hernia inguinal. Igual, un poco de trote hago, después me mantengo con abdominales, flexiones de brazo y bicicleta.
S.H.:-La gente me brinda siempre su cariño y me pide que haga lo mejor en Tandilia. No es una presión, pero sí un estímulo. Haber ganado esa carrera para mí fue como pagarle a la gente. Es como sacarte algo de encima y “quedar a mano”. En cada edición, el público te sigue y te alienta, te mima.
-¿Cómo fue el desarrollo de la Tandilia que ganaste?
S.H.:-Fue una carrera rápida de entrada. Tandilia tiene la particularidad de contar, en su inicio, con tres kilómetros en bajada. Se larga muy rápido, recuerdo haber hecho 2’40” para el kilómetro y 2’50” en el segundo. Cuando llegué a calle Necochea, donde se estabilizó el pelotón dije: “Ésta es la mía”. No dejé caer mi ritmo, subí a una marcha constante y así hice la diferencia. Los chicos que habían venido desde afuera sintieron el ahogo de la bajada larga al hacerlo tan rápido, combinado con el de la pequeña subida ésa.
-¿Fue tu primera escapada de la carrera?
S.H.:-Claro. Me quedé tranquilo cuando vi que quien me seguía era “Juani” (Redolatti), mi compañero de entrenamiento. Tratamos de ayudarnos para estar los dos en el podio, manteniéndonos a una distancia no muy grande como para que él tenga una referencia. En el final, le metí un poco más para asegurar el triunfo. Disfruté mucho todo el circuito, había mucha gente ese día, sobre todo en la diagonal del Parque. En la zona del Monumento al Fundidor también viví sensaciones muy lindas, la gente forma una especie de túnel y te hace atravesar el momento que uno sueña como deportista.
-¿Y la del ’86?
J.O.:-Salimos “codo a codo” con Osvaldo Regalado, que andaba muy bien. La loma de Necochea la subimos muy parejos. Pude mantenerme con él hasta el hotel Hermitage y en la trepada al Parque le hice una diferencia, le habré sacado 60 ó 70 metros. Yo era muy malo para las bajadas, pero fuerte para trepar. Cuando hubo que descender, me pasó como parado y me sacó 10 ó 12 metros, me desesperé y lo pude alcanzar cerca del Murallón. A esa altura, nos habíamos despegado del resto. En la loma del Fundidor volví a marcarle una diferencia y aseguré el triunfo. En ese momento, la llegada no estaba en el polideportivo sino en el pasillo junto al Lago. Llegué muerto, me tiré al piso y tardé 5 ó 6 minutos en levantarme.
-¿Es una carrera en la que, por lo demandante, se sufre más de lo que se disfruta?
S.H.:-Sí, en algunas partes se sufre mucho. Uno tiene que concentrarse y lograr una unidad entre mente, piernas y brazos. Hay que ir dentro de una cápsula, totalmente concentrado para no salirse del foco y mantener un ritmo que te permita hacer la diferencia que necesitás.
J.O.:-Ahí, sos vos contra todo. La mente lleva las piernas. Es una carrera terrible. El año que la gané llegué con una base tremenda. Si vos dabas tres vueltas al Dique, yo daba cinco. Si a vos Dios te dio las condiciones para hacerla en 12 minutos, yo las tenía para 11’55” ú 11’56”.
-¿Se encuentra una “estrategia definitiva” para hacer Tandilia o año a año hay ajustes en el plan de carrera?
S.H.:-Vas cambiando de acuerdo con los rivales que tengas. También influye el clima. Pero, fundamentalmente, depende con lo que pretendan tus adversarios. Si quieren hacerte una carrera rápida, estás obligado a mantenerte, que te saquen la menor distancia posible y tratar de encontrarles el punto débil. Si proyectan una carrera lenta, hay que forzarlos un poco para que lleguen ahogados al punto en que uno es fuerte.
J.O.:-Hoy, si tuviera la edad para pelear en la punta, mi estrategia sería esperar. Dejar que mis rivales hagan el gasto, aguantarlos, y después en la loma, mi fuerte, desnivelar. En la prueba de tres vueltas al Dique, me quedaba segundo o tercero, y cuando había que trepar apuraba y los desgastaba.
-¿También tenés preferencia por las trepadas?
S.H.:-En general, soy parejo. Subiendo ando bien. En Tandilia, tengo el record de trepar en 3’50” la loma del Parque, de 1.100 metros.
-¿Cuál es la mejor edad para afrontar Tandilia?
S.H.:-Puede ser 35 ó 36. Después de los 30, el atleta tiene completa su base, con la cantidad adecuada de kilómetros encima.
J.O.:-Yo la gané con 28. Pero empecé a los 19, tenía casi diez años “en el lomo”. Pero coincido con Sergio, si mirás los records a nivel mundial, quien los hace es alguien de alrededor de 30 años. A excepción, de distancias de velocidad, donde la juventud te da otra energía.
-Es indudable que la experiencia hace su parte en carreras como Tandilia.
S.H.:- Seguro. A mí me ha pasado. Una vez iba noveno y muy relegado cuando llegamos a Del Valle. Al Parque llegué quinto y, cuando bajamos, me puse tercero. Los que salieron muy rápido se fueron quedando. Yo sabía que más no podía apretar, venía a 2’50” el kilómetro. Supe que si me exigía y aceleraba el ritmo, lo terminaría pagando.
-¿Se sintieron catalogados de otra manera en el ambiente luego de ganar Tandilia?
S.H.:-A mí, en algún sentido, me pasó al revés. Venía compitiendo en distintos puntos del país junto a Elisa Cobanea. Y en estos últimos, me quedé corriendo en la zona. Sí noto en algún artículo periodístico o cuando me presentan en algún lado que se me menciona como “ganador de Tandilia” o “vencedor de la media maratón”.
J.O.:-Yo tengo mucha gente conocida en la ciudad, desde siempre. Y ganar Tandilia no me cambió demasiado en el trato con ella. Por ahí, la semana posterior a la carrera hubo cierta repercusión.
-¿Cómo encararon la edición de Tandilia posterior a la de su triunfo?
J.O.:-Me tiré de cabeza a ganarla nuevamente. Pero vino Rubén Huerga, quien la ganó tres veces consecutivas, entre 1987 y 1989. Era una época en la que venían varios “peso pesados”.
S.H.:-También busqué repetir de inmediato. Llegué tercero o cuarto. Es complicado, te encontrás con obstáculos, el tren pasa una vez.
-Entre todos los cambios que ha tenido Tandilia, se ha implementado el control antidopaje.
J.O.:-Siempre he sido un “pura sangre”. Jamás, introduje ninguna sustancia en mi cuerpo. Y, que yo sepa, quienes corrían conmigo, tampoco.
-Hoy se rumorea algo distinto.
S.H.:-Hay corredores que están apuntados y que son abucheados en las carreras. La gente sabe. Debería haber más controles. Ha pasado que en Tandilia, al avisar que habría controles, se bajaron atletas. Un control sorpresa, o anunciado un día antes, podría ser una solución. Ha pasado que quien, sabiendo que habría control, se tiró al piso en plena carrera, quejándose de que le habían puesto “la traba”. Con el objetivo de no entrar entre los primeros y, con ello, no ser sometido al control.
-¿Cuánto hay de condiciones naturales y cuánto de dedicación para alcanzar el nivel de élite?
S.H.:-Hay un sesenta por ciento de condiciones y un cuarenta de machacarte la cabeza con la idea de entrenar y entrenar.
J.O.:-Siempre he sido bruto. Todo lo que gané, lo gané por fuerza, por insistencia. No soy rápido pero sí muy constante. Y entrenaba muchísimo, de los treinta días del mes hacía 24 ó 25. Competía un domingo y el lunes ya estaba entrenando, livianito, pero algo hacía.