Novedades sobre el tren turístico Ayacucho-Tandil

El martes 11 de enero habrá de concretarse una importante reunión entre integrantes de la asociación civil del Tren Turístico Ayacucho-Tandil, con funcionarios de la Administración de Infraestructura Ferroviaria, en la ciudad de Buenos Aires. También estará presente el Director del Museo Nacional Ferroviario y a su vez, Gerente de Formaciones Especiales como la que corresponde al proyecto ayacuchense.
En el transcurso de este encuentro de trabajo, quedarán sentadas las bases para comenzar a concretar realidades, especialmente en lo que compete a la cesión del material ferroviario específico (vagones). Oportunamente informaremos.
Hacemos propicia la oportunidad para compartir la primera de las entregas poéticas relacionadas con el ferrocarril, que nos hiciera llegar un convecino apasionado por ese medio de transporte:
Clavados en el medio de la nada …
«Hay dos rieles, dos pedazos infinitamente largos de fierro oxidado cruzados por otros infinitos palos durmientes de quebracho.
Son las vías que están puestas sobre el suelo, ayudadas por millones de piedras para que se estén quietas.
Esas son las vías.
Están aquí, mas acá y mucho mas allá, están en todos los lados de esta tierra Argentina. Están y siempre quieren seguir estando.
Cada riel, cada durmiente, clavo y piedra.
Y siempre hablan con la gente y la gente con ellos. Hablan en idioma ferroviario con códigos y señas …
Sonidos y colores propios, que solo estando sobre esos pedazos de tierra se pueden entender.
Y allí están todos ellos: la tierra, los clavos, los fierros, los durmientes y la gente y todos hablan entre ellos y se dicen: ¡ por acá vamos a volver ¡
Los rieles gritan: van a volver a brillar nuestras caras con la luz del sol …
Desde los postes de señales se escucha el chirrido desoxidante que hacen sus brazos al moverse para estar en forma, y cuando llegue el momento estar listos para dar aviso al maquinista: paso-no paso. Los clavos hacen fuerza para abajo para afirmarse mejor y las piedras buscan acomodarse para aguantar tanto peso.
Y los ojos de las personas se clavan en el horizonte ascendente, mientras sus oídos quieren escuchar los ruidos del tren llegando.
Todo se acomoda a la espera de que suene el tan esperado chiflido del arranque».

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