La lluvia tan necesaria para dar vida, regar nuestra tierra, mejorar y potenciar los cultivos, de época, que son base y pilar de la economía de nuestro país, nos bendijo el 24 por la noche. Jesús presente junto a la mesa de la Navidad, puso su mano en nuestro hombro una vez más, otorgándonos tan invalorable aporte, además de presidir nuestra mesa.
Mientras la familia se reunía en animadas charlas, quizás encontrándose luego de un prolongado período en lo que bien puede denominarse la hora de las relexiones, se advirtió claramente que la mayoría dejó de lado la irracionalidad de la pirotecnia, del dinero mal gastado o dilapidado que tanto daña y molesta, al par que nada significa y cundió una hola de respeto hacia los semejantes. Silencio y paz. Así se propició el diálogo por sobre la ruidosa parodia de años.
El momento tambien fue propicio no solo para agradecer por la posibilidad de la mesa generosa sino pedir por los amigos o hermanos que lo necesitan, los ausentes y quienes se encuentran tropezando en la vida con problemas de variada índole.
Recordar y poner énfasis en el trabajo de aquellos que alivian el dolor de los enfermos, llevando la atención y el amor a una tarea silenciosa y solidaria en las guardias y dependencias de los hospitales, como el nuestro un verdadero orgullo de la ciudad. Cubierto por profesionales y personal de enfermería, si se quiere altruista que nos honra.
Reflexionar y acompañar el trabajo de las personas que integran las asociaciones de caridad , en donde siempre se puede dar una mano amiga para optimizar la atención de los más vulnerables. No olvidarse de ellos, que tambien son nuestros hermanos y es allí donde se debe abrir el corazón, buscando siempre el camino de un mundo mejor. No olvidar…..
Asi de simple.
OMA