( Foto) Giúdice junto a Mario Borelli
El jueves 28 de julio falleció a los 98 años de edad, Ebert Orlando Giúdice. No obstante mantener latente nuestra sincera y sentida congoja por la partida definitiva de este maestro y amigo, en esta oportunidad escribiremos específicamente sobre su legado laboral que ahora está en manos de su hijo Eduardo.
Nos referimos a la imprenta “La Voz de Ayacucho”, que nació en el año 1923 con el periódico de esa denominación fundado por los hermanos Pedro y Nicolás Giúdice. Esta publicación que alcanzó notable predicamento en nuestra comunidad con proyecciones regionales, dejó de salir en el año 1950. Siete años más tarde, en 1957, Ebert Orlando Giúdice, hijo de Nicolás y sobrino de Pedro, decidió abrir la imprenta después de haber trabajado como impresor de LA VERDAD. Fue en ese periodo que conoció a quien sería su esposa, Vilma De Sandi, quien trabajaba como tipógrafa en esta casa. Una vez en “La Voz de Ayacucho”, se convirtió en un extraordinario e imprescindible puntal para esa empresa.
Lo escrito más arriba no es otra cosa que una somera síntesis sobre la vida y obra de una imprenta cuyas características técnicas pueden considerarse como “históricas” en el ámbito bonaerense e incluso nacional. Basta con ingresar a “La Voz de Ayacucho”, para encontrar todo tal como era en el año 1923. Cabe escribir la siguiente acotación: antes de 1923 funcionaba en ese edificio el almacén de ramos generales y despacho de bebidas “El Diluvio”, propiedad de Carmelo Tambascia. Cuando los hermanos Nicolás y Pedro Giúdice adquirieron el lugar (era mucho más extenso), mantuvieron la mayor parte de las instalaciones que aún se conservan. En suma, esa estructura edilicia data aproximadamente del año 1904.
Todo lo expuesto nos lleva a sugerir a quienes integran el Concejo Deliberante, que analicen la posibilidad de declarar de INTERÉS HISTÓRICO MUNICIPAL todo lo que abarca la imprenta “La Voz de Ayacucho”. Reiterando conceptos, se trata de una empresa familiar que el año entrante cumplirá el centenario de una actividad que empezó en el año 1440 con Johannes Gutenberg. Otros comercios del ramo se han “computarizado” según lo indican los tiempos que corren, pero en este caso y actualmente, Eduardo Giúdice, continuará manteniéndolo como si el tiempo se hubiese detenido.
Nos ponemos a disposición de quien o quienes decidan realizar una tarea mucho más amplia y profunda sobre la historia de la imprenta “La Voz de Ayacucho”. Sobran argumentaciones al respecto.
Escribe: Abel G. Bruno