Más de una centuria…

Hubo una vez en un pueblo llamado Ayacucho, un enclave ferroviario de proyecciones poco comunes, conformado por dos ramales (vías Chas y Dolores); galpón de reparación de locomotoras; galpones de carga y descarga; corrales de embarque de hacienda; viviendas para el personal de paso y otras instalaciones no menores. El primer convoy ferroviario arribó el 7 de diciembre de 1880. Se trató de la locomotora Nº 28 conducida por el maquinista inglés Miles Mac Gaw. Había partido de Dolores, en esa fecha y a la hora 4. Después de los actos protocolares, regresó a ese punto a la hora 12.30. El primer jefe de estación fue otro súbdito de Inglaterra, Owen Smyth
Como recuerdo de tanta bonanza desperdiciada, entre algunos elementos menores quedó el edificio central de la estación convertido en “Casa de Campo”, dos enormes tanques de agua para el abastecimiento de locomotoras e instalaciones, y el galpón que pertenece actualmente a la asociación civil de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra.
En tren de recordar ese pasado ferroviario de esplendor, conversábamos con Adrián Sánchez, actual titular de la comisión que trabaja para la instalación del tren turístico y comercial Ayacucho-Tandil. Entre otros detalles, comentó el tesonero e infatigable dirigente: “Sin abandonar el proyecto original, estoy abocado a pergeñar la idea de un centro turístico basado en reliquias ferroviarias, pero por ahora todo está en vía muerta”. Se refirió a la posible instalación de material en desuso para instalar un parque temático ferroviario. Entre otros detalles relacionados con esa todavía intangible “puesta en valor”, apareció en escena la Escuela Técnica Ferroviaria que llevó el nombre de su socio fundador e instructor, Ramón Bugallo. Esta entidad fue creada el 29 de diciembre de 1922, y quizás el mérito más destacado que la distinguió fue que no tenía profesores rentados, debido a que los maquinistas dictaban las clases a los foguistas, quienes posteriormente rendían exámenes en la Escuela Central de Capacitación. Cientos de alumnos aprobaron sus capacitaciones de manera destacada.
Esa escuela Técnica “Ramón Bugallo”, contó con instrumentos de enseñanza muy modernos para la época, construidos con fines didácticos y que actualmente se encuentran en el Museo Histórico Regional “Pura Diez de Cordonnier”. Especialmente, una mesa donde se observa un ramal ferroviario en escala, réplica de lo que fue en el año 1922 la Estación Constitución del Ferrocarril del Sud, con sus señales e intrincado mecanismo. Los alumnos recibían instrucción exacta, como si estuviesen maniobrando sobre una locomotora en una playa.
Ganaderos de Ayacucho
Con respecto al artículo publicado anteayer miércoles 8 de enero, titulado “Más de una centuria”, me comentaron sobre el párrafo “Récord nacional de un remate de hacienda”, sugiriéndome que no me olvide de otras casas consignatarias de hacienda como “Naveyra Hnos.”, por ejemplo. De ninguna manera. A su turno le recordaré al lector sobre las principales bondades comerciales que caracterizaron a esta prestigiosa firma. Por ahora, me pareció oportuno escribir sobre la también desaparecida firma “Ganaderos de Ayacucho”, fundada el 23 de septiembre de 1943, debido a la inspiración de un grupo de productores rurales. Primero fue de “responsabilidad limitada” hasta el 25 de julio de 1945, cuando se convirtió en “sociedad anónima” con un capital autorizado de dos millones de pesos.
Cumplidos seis años de actividad, la firma había vendido 695.000 vacunos por un monto de 590 millones; 650.000 lanares en 11 millones; inmuebles por 17 millones, además de útiles y enseres de labranza por 2 millones de pesos. “Ganaderos de Ayacucho” tuvo sucursales en Rauch, General Madariaga, Maipú y General Belgrano, con agencias en Labarden, General Guido, Udaquiola, Casalins y General Pirán. El principal gestor fue el señor Nicolás Brogno, que incluso fue el presidente del directorio, mientras que el primer gerente fue Alberto Etchepare. Cuando la firma se llamó a silencio definitivo, entre otras cosas dejó el extraordinario edificio ubicado en la esquina sur de las calles 25 de Mayo y Domingo Faustino Sarmiento, donde actualmente funciona la Sociedad Rural de Ayacucho.
Custodio Nuñez fue el primero
Otro tema que mantiene permanente vigencia en la comunidad es el de la basura domiciliaria. Con respecto a la recolección, se cumple con responsabilidad y eficiencia por parte del personal municipal. El problema es otro, representado por aquellos numerosos convecinos que no saben, o no quieren aceptar las reglas impuestas desde la comuna para una mejor convivencia en sociedad, contando con una ciudad ordenada en ese aspecto.
Así como el ferrocarril llegó a Ayacucho en 1880, dos años más tarde, el 30 de enero de 1882, el municipal titular Mariano Arau, propuso que se estableciese el servicio de limpieza en la parte céntrica del pueblo, incluida la recolección de residuos domiciliarios. Tras analizarse la propuesta, se resolvió llamar a licitación para contratarlo. Dos meses después, el 1º de marzo, fue aceptada la propuesta de Custodio Nuñez, quien se comprometió a realizar esa tarea dos veces por semana cobrando 2.500 pesos mensuales. Para tal fin, utilizó dos carros tirados por mulas. Con respecto a los trabajos pesados, se utilizaron los presos de la Subcomisaría, quienes limpiaban y cavaban zanjas entre otros menesteres. Un detalle: muchas veces la población debió ayudar a estos «rateros, pendencieros y mal entretenidos», haciéndoles llegar alimentos y prendas de vestir ante el estado de abandono en que se encontraban.

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