Mario Bertoli: “La Raíz y el Árbol”

En el mes de junio de 2016, el siempre recordado y querido Mario Bertoli, publicó su libro titulado “LA RAIZ Y EL ÁRBOL”. Tuve el privilegio de escribir el prólogo, como una forma de responder a la muy prolongada amistad que me unió a este italiano de cuna y ayacuchense de adopción que honró a nuestra comunidad por el extraordinario ejemplo que legó a las generaciones presentes y por venir. Su hijo mayor, Aldo, en la contratapa de la obra, definió la concreción de ese evento literario de la siguiente manera:

“Un árbol puede ser frondoso, de bellos colores, con flores y frutas, pero si sus raíces no son lo suficientemente fuertes y bien arraigadas seguramente algún viento lo tiraría por tierra y no serviría para la función por la cual fue creado. Una tardecita hace un tiempo atrás, reunidos hijos y nietos, le solicitamos al “abuelo Mario” nos hiciera el mejor regalo, nos dejara la mejor herencia como lo es su historia de vida, plasmada en un libro y así se vaya transmitiendo de generación en generación. Porque consideramos que para ir forjándonos como personas todos debemos saber de nuestras raíces, de dónde venimos y así hacia dónde vamos. Bien arraigados para evitar que “los vientos” nos hagan caer. Y eso es justamente el legado que nos deja “el abuelo Mario”, a través de sus vivencias que nos enseñan los códigos de la ética, moral, amistad, sinceridad, educación, y sobre todas las cosas que siempre hay un mañana y una esperanza, por eso no importa cuán fuerte sea el viento, nunca bajaremos los brazos porque las raíces están bien arraigadas. Gracias por tus enseñanzas¡¡¡¡. Alguna vez leí una frase que decía: “muchos hombres caminan sobre esta tierra, pero solo algunos dejan huellas”. Para nuestro orgullo, Mario Bertoli es uno de ellos.”

 

SU PUEBLO NATAL

Trasuntaba una enorme satisfacción cuando recordaba a su pueblo natal: “Carzago Riviera es una pequeña aldea ubicada en la provincia de Brescia, cercana al lago di Garda, en el norte de la región de Lombardía. Cuando nací, contaba con aproximadamente 1.600 habitantes que vivían del producto de la tierra. Principalmente era una zona de viñedos, pero también se cultivaba trigo, maíz, avena y otros cereales. Casi todas las familias poseían un par de vacas con las que disponían de la leche necesaria para fabricar quesos frescos del tipo cuartirolo y manteca. Sus habitantes criaban cerdos que facturaban con gran habilidad. De esa forma siempre disponían de salames, jamones, tocino y grasa durante todo el año. Los generosos viñedos generaban vino permanentemente y el sobrante era comercializado como el trigo y el maíz. Lo que aquí escribo son recuerdos que acuden a mi mente de cuando era niño. Nací el 17 de Junio de 1934 en Carzago Riviera. Mi infancia y parte de mi adolescencia se desarrollaron en ese pueblo, hasta que cumplí 17 años, cuando me aventuré a viajar a la Argentina.”

CERCA DEL PAPA PIO XII

Recordaba con legítimo orgullo, haberlo conocido tan de cerca al Papa Pio XII: “En el año 1950 (Año Santo) quienes conformamos el grupo más grande que había completado sus estudios secundarios, fuimos enviados a Roma con el propósito de perfeccionarnos en varias materias en la facultad pública. Estuve en Roma aproximadamente tres meses. Durante esa estadía tuve la oportunidad de recorrer y conocer la bien llamada “Ciudad Eterna”, para mí el centro más antiguo e histórico que he conocido y uno de los pocos que ofrecen al visitante tanta cultura. Recuerdo muy especialmente la Pascua de ese año 1950, porque habiendo sido declarado “Año Santo” pudimos concurrir a todos los actos religiosos presididos por el Santo Padre Pio XII. En el cierre de los actos del Domingo de Pascua, el Papa se retiró de la Basílica llevado en andas en su sillón pasando entre los feligreses. Después de mucho esfuerzo pude llegar tan cerca de él que pude haberlo tocado. Cuando pasó frente a mi sentí tal emoción que tuve la sensación que se me habían parado los pelos”.

LA IRREPARABLE PÉRDIDA DEL HERMANO MAYOR

Mario, siempre tuvo presente la desaparición de su hermano mayor, Aldo: “Como escribo antes, Aldo fue convocado para cumplir con el servicio militar. Se presentó con toda la clase 1923 en una ciudad bastante cerca de Carzago. De inmediato recibieron instrucción y a poco de cumplir tres meses de entrenamiento, fueron enviados al frente de combate en Grecia”. “Al terminar la guerra, nuestra familia también se había achicado considerablemente. Solo quedaban mamá y nosotros tres (Silvio, Mario y Rino). Faltaba Aldo, nuestro hermano mayor que había reemplazado bastante a nuestro padre debido a que nosotros éramos muy chicos. Fueron años muy duros, difíciles. Cabe referirme nuevamente a los sacrificios que realizaba mamá, que tenía que alimentarnos, vestirnos, educarnos sin más recursos que sus manos y su enorme fe y esperanza en el futuro. Siempre recuerdo que cuando terminó la guerra, mi mama recibió la noticia de la desaparición de Aldo. Mamá no dijo nada. No se desesperó, no gritó, se quedó calladita, por supuesto muy triste y acongojada. Lentamente se arrodilló frente a una fotografía grande de Aldo, y se puso a rezar largo tiempo, sola, sin un lamento. Luego nos llamó a rezar juntos, tal vez con algunas lágrimas pero con una entereza extraordinaria.”

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