Malvinas: Mañana luminosa aquella del 2 de abril de 1982

Mañana sábado 2 de abril, se cumplirán cuarenta años de la transitoria recuperación de nuestras Islas Malvinas. Desde entonces hasta la fecha, mucho se ha dicho y escrito sobre ese episodio que despertó en los argentinos innumerables sensaciones; opiniones a favor y en contra. Ese proceso prosigue abierto aún. Así permanecerá, sin que se vislumbre una luz de esperanza en lo que refiere a su recuperación definitiva, si se analiza la actual situación geopolítica mundial. Lo que es incuestionable: esas islas siguen siendo nuestras en el corazón y la memoria. Con respecto a lo que sucedió a partir del 2 de abril de 1982, hasta la capitulación de nuestras fuerzas armadas el 14 de junio de ese año, entre tanto material referido al evento bélico quien escribe optó por un testimonio irrefutable: el libro “Malvinas, Gesta e Incompetencia” escrito por el actual Teniente General (R) Martín Antonio Balza, veterano de ese conflicto. Cartas, fotografías, filmaciones. Tentado de compartir algunas misivas enviadas por soldados a sus padres (nótese que escribo soldados, no niños ni adolescentes), me decidí por recordar nuevamente algunas situaciones que se dieron en nuestra ciudad y que no obstante ser conocidas, es posible que sean ignoradas por integrantes de las últimas generaciones.

“¡Que flamee la bandera Argentina…!

La mañana del 2 de abril de 1882, despertó sumamente luminosa para los ayacuchenses. En torno a la hora 8 y encontrándonos en la redacción de LA VERDAD, llegó el por entonces director Dr. Oscar Ignacio Albano, quien después del habitual saludo nos puso al tanto de la grata nueva: “El ejército argentino ha recuperado las Islas Malvinas”. De inmediato, pidió que se colocara la Bandera Nacional que traía en su automóvil, en el frente del edificio. A medida que la noticia se desperdigaba como reguero de pólvora, el vecindario se convirtió en un hervidero de opiniones. Los más eufóricos dejaban oír sus vibrantes expresiones de alegría, mientras que otros, más cautos, guardaron silencio. Al promediar la mañana, llegó a la veterinaria propiedad de Pippi y Roberto Marín, el por entonces general Ibérico Manuel Saint Jean. El Dr. Albano, no obstante estar en un todo en desacuerdo con él, se le acercó para recabar su opinión con respecto a tamaño suceso. El ex-gobernador bonaerense, moviendo la cabeza de manera preocupada manifestó: “Nos hemos metido en un gran problema…”.

Ayacucho todos con la » Gesta de Malvinas”

Con el correr de los días, diversos sectores de nuestra comunidad se pusieron en movimiento para colaborar con nuestras fuerzas armadas. Apelando a mi memoria, destaco el proceder del comisionista a Tandil, Juan Liuzzi, quien gratuitamente llevó al cuartel del ejército de la vecina ciudad innumerables encomiendas. Esa campaña fue organizada por LA VERDAD, contando con la iniciativa del por entonces jefe de taller Ángel Guisande. Esos bultos procedieron en mayor medida de los establecimientos educativos, cuyos docentes trabajaron a destajo para conseguir y embalar artículos de primera necesidad para los soldados. En su gran mayoría, esos elementos iban acompañados de cartas escritas por los niños. En numerosos lugares las mujeres de todas las edades y condiciones sociales tejieron guantes, bufandas y gorros de lana. No se escatimaron esfuerzos en ese patriótico proceder porque a esa altura cabía convenir que a favor y en contra del desembarco, los argentinos “estábamos en el baile y teníamos que salir a la pista”. El mayor interés estuvo centrado en el destino de nuestros soldados conscriptos con poco más de un año de instrucción, quienes se enfrentaban a un ejército expedicionario inglés conformado por soldados profesionales y mercenarios gurkas, con armamentos modernos. Mientras los pilotos argentinos “hacían maravillas en el aire”, nuestros marinos hacían otro tanto en el mar, asombrando al resto de las naciones. Ni que escribir sobre las dotaciones de artillería, infantería, logística y de sanidad, conformadas estas últimas por mujeres, destacadas en lugares de un archipiélago tenebroso en cuanto a su clima.

Entre tantas colaboraciones

Entre tanto movimiento generado en nuestra ciudad, para recabar fondos de todo tipo y color, cabe recordar las “24 horas a beneficio” que se realizaron en el salón del cine-teatro “Nilo”. Actuaron numerosos artistas a toda hora, mientras que en los canastos cedidos por las panaderías los donantes iban depositando anillos, relojes, pulseras, collares y otras alhajas de oro y plata. Por citar un ejemplo, dos maestras donaron las medallas de oro que les habían entregado por sus jubilaciones, a la par que otra cedió su lapicera “Parker” de oro. Dentro de ese extraordinario y muy emotivo desprendimiento, no faltaron los residentes del Hogar de Ancianos “San Francisco Javier”, quienes se desprendieron hasta de sus anillos de compromiso. Quien escribe tuvo la satisfacción de haber compartido micrófono durante muchas horas con Liliana Carlón, Elsa Almirón y Stella Maris Bruno.

Agradecimiento a un futbolista rionegrino

Mientras arreciaban los combates por tierra, mar y aire, numerosos soldados aguardaron en el continente como reservas. Entre ellos, varios ayacuchenses acantonados en el Colegio “San Juan Bosco” de Viedma. Un ex-jugador de fútbol de Ferroviario y de nuestra selección, Roberto Calderón, residente en esa capital rionegrina, se multiplicó para hacer de nexo entre nuestros soldados y sus familiares. Después de superado el conflicto bélico, nuestra comunidad a través de un masivo acto le testimonió su reconocimiento por tamaña entrega. Otro detalle: Cientos de ex-soldados conscriptos ayacuchenses, se ofrecieron como voluntarios por distintos medios.

Pasó hace cuarenta años

Muy posiblemente quedaron en el tintero otros movimientos similares en nuestro medio, orientados a apoyar a nuestros combatientes de las tres fuerzas. Han transcurrido cuarenta años y ante tamaño lapso de tiempo no siempre la memoria es infalible. Nuestros soldados resistieron hasta donde les fue posible, enfrentados a una contundente superioridad técnica inglesa apoyada por Norteamérica y varios países considerados “hermanos”. En ese contexto, los argentinos le debemos a Perú, un eterno agradecimiento por ceder lo mejor de su fuerza aérea. Años después nuestro gobierno presidido por Saúl Menen, le vendió importantes cantidades de armamento a Ecuador, cuando éste país estuvo a punto de enfrentarse con Perú. Y basta por ahora, que como muestra bastan esos botones para recordarles a las últimas generaciones y a las que vendrán, pequeños detalles que tuvieron que ver con un conflicto bélico impregnado de hechos heroicos por parte de nuestros soldados, en los que nuestra comunidad no estuvo ajena. Pasó hace cuarenta años, y es historia…

Escribe: Abel G. Bruno