Los días que no fueron

Escribe: Eduardo A. Volonté

Suele ocurrir que existan días en que alguien al hacer su balance diario sentencie “hoy no pasó nada”.

Pero hubo un tiempo en que esa frase pudo aplicarse en sentido literal no solo a un día sino a diez.

Y ello fue posible por la sencilla -o no tanto- razón que esos días no existieron.

Previa aclaración que esto comprende solo a aquellos países -la mayoría- que han adoptado el calendario Gregoriano,  veamos como ello fue posible.

Para eso debemos remontarnos al año 1582.

Durante ese año el Papa Gregorio XIII dispuso sustituir el calendario Juliano  para dar cumplimiento a uno de los acuerdos del Concilio de Trento, que consistía en corregir el desfasaje producido en  el año 325 en el Concilio de Nicea al fijarse el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y demás fiestas religiosas.

Aquel encuentro de obispos realizado en Turquía había resuelto que la Pascua debía conmemorarse el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio norte (equinoccio de otoño en el hemisferio sur).

En aquel año ese hecho había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso  de los siglos  se había ido corriendo para producirse en 1582 el 11 de marzo, generándose ya un desfasaje de diez días.

Este se originaba en un error en el cálculo de días del año solar en el calendario Juliano que lo consideraba con una duración de 365,2 días, mientras que lo correcto  era 365 días 5 horas 48 minutos y 45.10 segundos.

El calendario Juliano, impuesto por Julio César en el año 46 AC agregaba un día bisiesto cada cuatro años.

LA SOLUCIÓN

Como siempre ocurre en cualquier tiempo y época, se constituyó una “Comisión del Calendario» destinada a corregir este desfasaje.

Los responsables de llevar a cabo esa tarea fueron    Luigi Lilio, médico, filósofo y astrónomo italiano y  Christophorus Clavius, jesuita, astrónomo y matemático alemán. El sacerdote y matemático  español  Pedro Chacón redactó el dictamen que fuera aprobado el 14 de septiembre de 1580 y que se pondría en práctica en octubre de 1582.

La solución propuesta consistía en mantener el año de 365 días y establecer como bisiestos (366 días) aquellos cuyas últimas dos cifras son divisibles por 4, con excepción de los múltiplo de 100 (1700, 1800,1900).  A su vez también se dispuso que aquellos terminados en múltiplos de 100 y divisibles por 400 sean bisiestos (1600, 2000).

Así fue como del   jueves 4  de octubre de 1582 del calendario Juliano se pasó al viernes 15 del Gregoriano. Eliminando  por esa vez los días intermedios.

Esta reforma, que generó no pocas complicaciones en los teas administrativo de la época,  comenzó a regir en los países bajo el influjo de la Iglesia Católica, siendo por el transcurso de los años y los siglos adoptado por la gran mayoría de los países.-