Las diferencias entre Rodríguez Larreta y Kicillof y el dardo de Alberto Fernández a la oposición
La Casa Rosada se ocupó de mostrar una puesta en escena distinta de la de hace dos fines de semana
Por Federico Mayol
Los colaboradores esperaron en un salón previo del edificio de Jefatura de Olivos mientras Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof terminaban de pulir a solas, en la oficina contigua del Presidente, los detalles del anuncio de extensión de la cuarentena que minutos después oficializarían con restricciones casi idénticas a las actuales en la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
En la semana había habido fluidas e intensas conversaciones entre los tres gobiernos en torno a las nuevas aperturas que empezarán a regir desde este lunes en la nueva etapa del aislamiento, con especial atención en uno de los puntos más controversiales, atravesado por una fuerte fatiga y presiones sociales: las salidas de los menores.
Instantes después de que el jefe de Estado informara que, en el área metropolitana, la cuarentena seguirá en la “fase 3”, mientras el resto del país avanzará a la cuarta etapa con mayores flexibilizaciones, el jefe de Gobierno oficializó que, más allá de las nuevas actividades habilitadas en los próximos días, los menores podrán salir a esparcirse por un rato y en base a un cronograma regido por el número de documento.
“No sé por qué lo hace, no sé cómo lo van a controlar”, razonaban, con cierto fastidio, en el entorno de Kicillof minutos antes del inicio de la conferencia de prensa.
En el Gran Buenos Aires, cuna del principal foco de infección junto a la Ciudad, el gobernador tuvo que aclarar que no habrá salidas para los menores: solo la posibilidad de acompañar a los mayores a comprar a los comercios de proximidad. Una diferencia sustancial de uno y otro lado de la avenida General Paz.
Este sábado, por caso, el jefe porteño tenía en agenda dar una conferencia de prensa con más detalles de la nueva etapa del confinamiento en la Ciudad. Por el lado de Provincia, había previsto un comunicado.
Kicillof arrastraba además de todo el día un creciente mal humor por la viralización en las redes sociales de una noticia falsa: la supuesta distribución de paquetes de arroz en la Provincia con su nombre.
La habilitación a los paseos recreativos por parte de Ciudad, que tuvo un fuerte impulso por parte de la Casa Rosada y conversaciones cruzadas durante toda la semana, operó como una obligación para Rodríguez Larreta -que nunca estuvo del todo convencido, al igual que su ministro de Salud, Fernán Quirós- y su equipo ante el reclamo social y una realidad: en los últimos días, la afluencia de porteños aumentó notoriamente en las calles. Este viernes, los casos positivos en la Ciudad se multiplicaron según el parte oficial del Ministerio de Salud respecto al del día anterior.
Más allá del contenido del anuncio, la Casa Rosada se ocupó de mostrar una puesta en escena distinta de la de hace dos fines de semana. Ese sábado, Alberto Fernández apareció solo, rodeado por un puñado de funcionarios, con un mensaje grabado y sin posibilidad de acceso para los medios.
No solo eso: tanto Kicillof como Rodríguez Larreta se enteraron de que el Presidente habilitaba a salir a la población una hora al día sin una previa consulta con ellos. El gobernador bonaerense dejó terminar al jefe de Estado y telefoneó enseguida al jefe de Gobierno. Ambos se mostraron sorprendidos. Al otro día, consensuaron un comunicado conjunto con Santa Fe y Córdoba en el que rechazaron esa posibilidad de esparcimiento.
Fernández dijo días más tarde que se le “pasó” la aclaración respecto a la diferencia entre los distritos y la facultad para adoptar o no la iniciativa.
El presidente aprovechó además para volver a meter sus narices en la interna de la oposición con su latiguillo de diferenciación entre los dirigentes con responsabilidades de gobernar y los que, según él, dedican sus días a esmerilar al Gobierno a través de Twitter.
El jefe de Gobierno abrió los ojos, miró hacia sus colaboradores, sentados entre las primeras butacas, y siguió con su mirada hacia la nada.
Rodríguez Larreta está molesto con la llamada “ala dura” del PRO, encabezada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Tuvo incluso que reunirse a solas la semana pasada con la ex ministra de Seguridad para aclarar los tantos, como publicó este medio.
El Presidente mezcla, en ese sentido, cierta responsabilidad de gestión frente a una crisis sanitaria, social y económica extraordinaria y espeluznante, y las miserias opositoras.
Otro detalle: al mediodía, mientras almorzaba con algunos de sus principales asesores, Fernández habló por teléfono con Jorge Macri -uno de sus preferidos del PRO del conurbano- y con Guillermo Montenegro, que este sábado ponía a prueba nuevos protocolos para la habilitación de nuevos comercios. Conversaron un buen rato sobre Mar del Plata. Ya lo habían hecho varias veces en la semana. El mandatario le puso el ojo a esa ciudad.
Desde temprano, el Presidente había estado en Olivos con su secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi, y el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, que pasa casi todo el día en la quinta presidencial desde hace más de un mes. Solo lo supera Daniel Rodríguez, el intendente de la quinta que se mudó con su familia a ese lugar.
Ginés González García llegó pasadas las 16. Carla Vizotti ya estaba. Vilma Ibarra entró a la quinta un rato después y empezó a afinar el decreto que se publicaba por estas horas. Lo mismo que Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete y encargado de articular con los gobernadores junto a Eduardo “Wado” de Pedro.
Fernández habló además durante el día con algunos gobernadores. No tuvo su teleconferencia, como el resto de las vísperas.
La preocupación por el AMBA, donde se concentran el 86% de los casos positivos de todo el país -el total de ayer era de 5.611, según el reporte oficial- y la duplicación de contagios aún no llega a los 25 días -es de 18,8- suficientes para pasar a la cuarta fase de la cuarentena, está enfocada principalmente en el transporte público. Desde mediados del mes pasado, cómo contó este medio, en Casa Rosada empezaron a pensar en cómo descomprimir el transporte a medida de que el confinamiento comenzara a flexibilizarse.
Infobae