La Causa 13

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

Cuatro noticias ocupaban la portada del diario Clarín aquel  lunes 22 de abril de 1985:

La goleada  y posterior gresca en la derrota de Boca Juniors por 6 a 0 contra Guaraní Antonio Franco.

La muerte del presidente electo de Brasil  Tancredo Neves.

Las declaraciones del Presidente Raúl Alfonsín afirmando que “Las fuerzas Armadas son leales a las autoridades”

Y encabezando la tapa: “Comienza hoy el Juicio a las ex Juntas Militares”.

Ese día a las 15.07 hs. comenzaba una de las páginas más dignas de la historia argentina e inédita en el mundo.

Se iniciaba en los tribunales de la Constitución, sin revanchismos y con la ley en la mano,  el juicio a las tres primeras Juntas Militares que comandaran la dictadura cívico-militar  iniciada en 1976. Era la Causa 13/84.

En realidad esto había comenzado horas después de asumir  Raúl Alfonsín,  cuando mediante los decretos 157 y 158/83 se promovía la persecución penal de los jefes de las organizaciones terroristas y se sometía a juicio a las tres primeras Juntas Militares.

En simultáneo, se elevaban otros proyectos de ley tendientes a garantizar los derechos humanos, y derogar la ley de autoamnistía dictada por los propios militares que consagraba la impunidad y a la cual el candidato justicialista  había prometido no derogar.

Ante las dilaciones y evidente negativa de las fuerzas armadas de juzgarse a sí mismas,  la causa llega a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal integrada por Jorge Torlasco, Carlos L. Arslanian,  Andrés D´Alessio, Jorge Valerga Aráoz, Guillermo Ledesma y Ricardo Gil Lavedra.

Le tocó a Julio César Strassera en su carácter de Fiscal, llevar adelante la acusación, para ello contó con el apoyo de Luis Moreno Ocampo y un pequeño grupo de colaboradores con una edad promedio de 26 años.

HACIA LA VERDAD

Por sus manos pasaron las 50.000 fojas del informe de la Conadep  para tomar finalmente los 709 casos a exponer.

Las condiciones de trabajo eran por demás precarias, la “computadora” utilizada… una simple caja de cartón con fichas rosadas y azules.

El contexto no era fácil.  La inquietud militar aumentaba, los juicios eran intolerables. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Gral. Pianta fue reemplazado por Ríos Ereñú, quien en junio reclamaba una amnistía, generando el categórico rechazo del gobierno a ese pedido.

Mientras tanto día a día, los 833 testimonios brindados reflejaban el horror del terrorismo de estado, la existencia de un plan criminal, la magnitud de las torturas.

El 11 de Septiembre, Strassera  comenzó  su alegato. Sus palabras finales son todo un símbolo: “Sres. Jueces: quiero renunciar expresamente a toda  pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria.  Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores Jueces: “Nunca Más”.

ALGUNOS NÚMEROS

Algunos números recopilados por la periodista Miriam Lewin, nos acercan a la magnitud del juicio:  9 acusados; 19 abogados defensores; 709 casos presentados por la Fiscalía; 281 los elegidos por el Tribunal; 546 testimonios masculinos; 287 femeninos; 13 hs. 25´la duración de la jornada más larga; 5 hs. 40´la declaración más extensa; 530 hs. de audiencias;  38.000 fojas más 9.000 de agregados, el volumen de la causa.

 LA SENTENCIA

El 9 de diciembre concluía el juicio al horror, la sentencia – de dos mil folios-, afirmaba que “Se ha demostrado que, pese a contar los comandantes de las FFAA que tomaron el poder el 24 de marzo de 1976, con todos los instrumentos legales y los medios para llevar a cabo la represión de modo lícito, sin desmedro de la eficacia, optaron por la puesta en marcha de procedimientos clandestinos e ilegales”.

Las condenas impuestas: Videla y Massera: reclusión perpetua; Viola: diecisiete años de prisión, Lambruschini: ocho años de prisión; Agosti: cuatro años y seis meses de prisión. Y a todos ellos accesorias legales, accesoria de destitución y pago de las costas.

Graffigna, Galtieri, Anaya, Lami Dozo resultaron absueltos de culpa y cargo.

Argentina, a escaso año y medio de haber recuperado la democracia, por la decisión y valentía de Raúl Alfonsín juzgaba y condenaba en el marco del estado de derecho a los responsables del terrorismo de estado. Ningún país podía exhibir una actitud similar.

Ya nadie podría decir de ahí  en más que no sabía lo que pasó en Argentina en esos años de horror  y dictadura.