El Gobernador estrena en febrero la estrategia para llevar su espacio político fuera de Buenos Aires. Busca instalar una nueva agenda, más amplia que la bonaerense, de oposición a Milei. La pelea con el camporismo y la estechez financiera siembran dudas.
Para el equipo de del gobernador bonaerense hay otro tipo de escenarios que son tan o más importantes. El martes 22, en el evento “Navidad con Ciencia ”, en el que miembros del Conicet protestaron por el desfinanciamiento del sector se dio un ejemplo. Roberto Salvarezza, exministro del área y actual titular de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia, fue a llevar el saludo de Kicillof y recogió un aplauso cerrado. “Esa es la instalación transversal que buscamos”, resumieron en La Plata.
Un desafío evidente detrás del “cambio de conversación” consiste en cómo diferenciarse del camporismo siendo un dirigente con ADN cristinista. El kirchnerismo no le facilita las cosas: toda esta semana arrastró a Kicillof al barro de la interna. Ocurrió en relación con los conflictos que Quilmes y en Lanús, donde protestas de organizaciones sociales (MTE y Movimiento Evita) terminaron en disturbios. Mayra Mendoza y Julián Álvarez, una el poder real y otro el intendente en funciones, deslizaron que detrás hubo una especie de conspiración kicillofista.
En el Senado, se activó una suerte de bomba de tiempo. Verónica Magario, volvió a desoír una exigencia, formalizada en una nueva carta, de los 11 cristinistas del bloque oficialista para sesionar antes de fin de año. Ellos advierten por la caída de dos proyectos sanitarios del Gobernador, pero el motivo real es una pelea por cargos en la Cámara. La Vicegobernadora por ahora logró posponer la convocatoria hasta el 26 de febrero. ¿Pero qué pasará si ese día llega sin un acuerdo interno sobre el reparto del poder?
Como parte de la disputa, entre los intendentes del kicillofismo comenzó a correr una versión: quieren que uno de ellos dispute la candidatura a la gobernación en 2027. Sienten que fueron la calve del triunfo del 7-S y que se ganaron la posibilidad. Ya circulan algunos nombres, entre ellos el de Julio Alak, de La Plata, alineado con el gobernador, pero en equilibrio con Cristina. Alak compensó el pase a su espacio del camporista Pablo Elías con el nombramiento de Josefina Bolis al frente del bloque de concejales de FP.
Detrás late cierto rechazo a una negociación posible en el peronismo: la Provincia para el cristinismo en 2027, a cambio de despejar el camino para la pelea nacional a Kicillof. Algo de eso sobrevoló en la última reunión del PJ. Los intendentes creen que, de existir, seria un arreglo demasiado anticipado. Hay una variable que nadie despeja y que podría ser clave: ¿si Milei llega con chaces ciertas de reelegir a 2027, habrá desdoblamiento en PBA? ¿Los que este año rechazaron esa táctica, la apoyarían en ese contexto?
A esa enorme complejidad interna, hay que sumar otra dificultad que afronta Kicillof: la estrechez financiera que signa su gestión. Aun en la hipótesis que sostienen en el gabinete respecto de que la porción de endeudamiento que habilitará Luis Caputo es suficiente al menos para el año próximo, es evidente lo malabares del equipo económico para sostener la idea de la provincia como escudo contra el ajuste nacional. La postergación del inicio de las paritarias es un signo de ello.
DIB

