Prosiguiendo con la publicación de obras de autores locales, en el mes de septiembre de 1997 y con el auspicio de la Subdirección Municipal de Cultura y el Sindicato de Trabajadores Municipales, Juan Carlos Maldonado, publicó su primer libro titulado ¡Quiero ayudarte a vivir!. La obra contiene entre otros comentarios, veintisiete capítulos de autoayuda entre los que seleccionamos el titulado “Depresión”. El autor escribió: “Quien comience a leer y comprender el contenido de este libro, habrá comenzado a dar el paso más trascendental de su vida. En el encontrará la técnica más maravillosa que puede llegar a cambiar tu vida y con la que lograrás el amor y la paz espiritual imposible de comprar con ningún dinero”. Por razones de espacio prescindimos del “punto y aparte”. Autodidacta, Juan Carlos Maldonado nació el 1º de noviembre de 1925, y falleció el 27 de enero de 2010.
DEPRESIÓN
“Según la real academia del idioma castellano, Depresión significa decaimiento del espíritu o de la voluntad y los investigadores en el campo de la medicina y la salud mental indican que es un cambio en el equilibrio del cerebro y del sistema nervioso del individuo y tal desequilibrio altera la transmisión de los impulsos nerviosos, lo que a su vez ocasiona trastornos y sensaciones emocionales y físicas que incapacitan a la persona. En ese estado de depresión, las percepciones, los pensamientos y los sentimientos se deforman. Por esa causa, quienes se encuentren en dicho estado no deben tomar decisiones de importancia en su vida sin buscar antes ayuda profesional. Indican además que la depresión mental, es una de las enfermedades más comunes de la humanidad y está perjudicando gravemente los matrimonios, la productividad, el desarrollo y la felicidad humana. Quienes practicamos control mental decimos: ¿Cómo es posible que si se dice que la depresión es una de las enfermedades más comunes y causa un gran porcentaje de trastornos físicos y emocionales, todavía parece ser que no se conseguido ahuyentar ese fantasma que tanto mal causa a la humanidad?. ¿No será que estamos equivocando el camino a seguir, o será que por alguna razón oculta este tema no se considera con la verdadera seriedad que debería tener?. Yo considero que la depresión; expresión utilizada por los profesionales de la medicina, es un hecho trágico pero real que afecta a gran parte de la humanidad y no conoce barreras sociales, afecta a pobres y ricos por igual y se está convirtiendo en un gran problema en jóvenes y ancianos que han aumentado considerablemente los actos de suicidios. La depresión comprende una amplia gama de estados negativos que en un extremo aparece como un episodio pasajero de tristeza o desánimo que puede durar horas o días. En el extremo, tenemos las emociones incapacitantes de importancia, desesperanza, vacío y ausencia de gozo. A estas pueden unirse una pérdida de amor por la vida, la familia y sus bienes; ya nada importa, y en muchos casos albergan deseos de suicidio.
¿QUE ESTÁ OCURRIENDO?
Se ha perdido el equilibrio entre su mente y su cuerpo como dijimos anteriormente y su vida se encuentra en peligro. Esta condición es grave, ya que los sentimientos de depresión suelen comenzar como reacción a una pérdida o un hecho adverso en la vida pareciendo no haber manera de recuperar lo perdido o de salvar lo amenazado. Este ciclo depresivo lleva a un desmoronamiento de la autoestima, luego al desprecio propio y la sensación de que la situación es irremediable. Esta actitud de desesperación produce cambios en las reacciones de la mente y el cuerpo e irremediablemente se rompe el equilibrio mental, las personas gravemente deprimidas suelen decir: “nunca podré salir de esta situación, no hay esperanzas, no hay solución, me siento agotado, no puedo seguir así, no quiero vivir”. Los deprimidos generalmente abandonan la lucha, vencidos por sus propios sentimientos negativos y se oponen tercamente a todo intento por hacerles ver su propio valor personal. Los consejos para tratar de sacarlos de esa situación, suelen tener muy poco efecto positivo. Muchas de estas personas buscan al principio una droga milagrosa que los libre de sus males y les de paz mental y salud. Otros, cuyo estado de depresión los lleva a la ansiedad, buscan ahogar sus problemas en el alcohol o las drogas para adormecer el descontrol que solo aturden más esa mente enferma y descontrolada.
SOLO EL QUE QUIERE VIVIR, VIVE
Quien se encuentre en algún momento de su vida amenazado por este fantasma maligno de depresión, debe tomar muy en cuenta que esto que puede producir tanto daño solo está en su mente y por lo tanto, tú eres quien debe luchar para borrar de tú mente esa idea equivocada que puede llevarte al desequilibrio mental y emocional. Ante la primera amenaza de este mal, la mejor medicina será que te preguntes a ti mismo firmemente, si quieres vivir y para que quieres vivir. Debes preguntarte si quieres a tu familia y a ti mismo realmente. Es necesario entonces que si tu vida y tu familia valen, te dispongas a la lucha. Quien se abandona antes de luchar, es un derrotado. Hasta aquí ya sabemos cómo lograr y mantener el equilibrio emocional; no permitan que nada ni nadie nos haga perder ese equilibrio. Luche, luche y siéntase fuerte y feliz, no se olvide que nuestro cuerpo siempre será lo que nosotros le demos. Por todo esto, insisto en decir nuevamente que tenemos que aprender a querer y querernos más, a ser cada día menos egoístas y agradecer a Dios
cada día que amanece, la dicha de tener vida y paz. Y al insistir tanto en decir que debemos aprender a querernos más, bueno es comentar que si bien no se puede enseñar a querer, porque el cariño nace del interior de nuestro ser y espontáneamente, sí podemos aprender a valorar todo lo que nos rodea y tenemos cada día que amanece. Dios nos da la felicidad de un nuevo día que no sabemos a veces valorar, hasta que no vemos peligrar nuestra salud o estabilidad. Por todo esto, que importante es aprender a valorar todo lo que está relacionado con nuestra vida y entorno. Aprendiendo a valorar cada cosa, en su medida, aprenderemos a valorar y a querer más a los demás.”
Escribe: Abel G. Bruno.