La expedición al Valle de las Lágrimas, en Mendoza, demandó 50 kilómetros de trekking por la montaña. Fue por iniciativa de un oncólogo del Instituto Alexander Fleming. El recorrido quedó registrado para la realización de un documental.
“Un homenaje a la vida”. La frase se repite en boca de quienes le pusieron el cuerpo a una experiencia inédita: a principios de marzo, 31 pacientes recuperados de cáncer de mama acompañados por sus médicos hicieron a pie una travesía de tres días hasta el Valle de la Lágrimas, en Mendoza, cerca de la frontera con Chile.
Se trata del lugar donde en 1972 se estrelló el avión en el que viajaban los jugadores de rugby del Old Christian Club de Uruguay. El hecho se conoció como la Tragedia de los Andes -hubo 29 muertos-, aunque sus 16 sobrevivientes lo resignificaron como el Milagro de los Andes por la extraordinaria historia de supervivencia que hoy, medio siglo después, es una fuente de inspiración.
La iniciativa de encarar un viaje con pacientes recuperados fue del oncólogo Fernando Petracci, especialista en cáncer de mama del Instituto Alexander Fleming. El médico es montañista y ultramaratonista y en febrero de 2021 había completado la expedición hasta los restos del avión de los uruguayos con un grupo de seis amigos de Bahía Blanca.
“Fue un viaje sumamente emotivo para mí y de regreso pensé que podía ser muy inspirador para mis pacientes, después de haber transitado el camino del cáncer desde el diagnóstico y el tratamiento hasta el alta o la etapa de control”, explica el experto quien, desde su consultorio, suele incentivar la actividad física por los beneficios que genera tener una mejor calidad de vida.
La idea ya estaba en marcha. El armado de la expedición y la conformación del grupo llevaron casi un año de preparación. Y una vez que comenzó la convocatoria de pacientes, la respuesta fue abrumadora. “El 98% dijo que sí, quienes no pudieron fue por motivos laborales o familiares”, recuerda Petracci.
“Cuando recibí la propuesta del doctor, lo primero que pensé es que estaba re-loco y se lo hice saber… pero sin dudarlo le dije que estaba 100% dispuesta de sumarme a esa locura”, rememora Carolina V.M., quien fue diagnostica de un cáncer de mama en 2010 y, tras una década de tratamiento, en diciembre de 2021 recibió la “gran noticia del alta médica”.
Para Nora G., la sorpresa fue aún mayor: la convocaron sólo dos meses después de terminar el tratamiento de un tumor que le detectaron en plena pandemia. “No sé si estaba preparada … pero tampoco lo estuve cuando tuve que recibir la noticia de mi cáncer y sin embargo, lo afronté. Esto no lo iba a hacer con mi físico ni con mis piernas, lo iba a hacer con mi cabeza”, detalla.
El grupo finalmente fue integrado por 31 pacientes (30 mujeres y un hombre) de la Ciudad de Buenos Aires, el GBA, La Plata, Coronel Suarez y una proveniente de Ecuador. Todos habían atravesado un cáncer de mama, el tumor más frecuente en la Argentina con más de 22 mil casos nuevos al año. Se sumaron especialistas de soporte médico de traumatología, emergentología y psicooncología, además de guías de montaña y un equipo de documentalistas que registró la travesía. En total, 52 personas.
50 kilómetros a pie
La expedición comenzó el 4 de marzo y duró tres días. El desafío era grande: pacientes y médicos debían recorrer 50 kilómetros haciendo trekking en la cordillera de los Andes. La mayoría no tenía experiencia en montaña. El plan incluía dos noches de campamento a 2.500 metros de altura y el ascenso al memorial donde descansan los restos de los pasajeros y tripulantes del avión Fairchild de la Fuerza Aérea uruguaya que se estrelló el 13 de octubre de 1972.
“Para muchos fue un antes y un después, porque nunca habían hecho trekking, no habían dormido en carpas, ni habían vivido la experiencia de cruzar, por ejemplo, un arroyo de deshielo en zapatillas”, apunta Petracci y destaca que, cuando tomaron confianza, algunos hasta “se animaron a dormir bajo el cielo estrellado del campamento El Barroso” (a 2.600 sobre el nivel del mar).
Durante el trayecto, reconoce, hubo “momentos difíciles”, porque algunos no estaban preparados para caminar todo el recorrido, así que fueron alternando algunos tramos a caballo.
“El momento más significativo para mí fue cuando llegamos al memorial, donde está la tumba con los restos de 27 personas. Se armó un círculo alrededor, rezamos un Padrenuestro, y la mayoría de nosotros nos encontramos entre lágrimas, por el esfuerzo y por la energía del lugar”, describe.
En ese momento, muchas pacientes tomaron la palabra, agradecieron a los médicos y contaron parte de su experiencia. “Una recordó a mujeres con la que había entablado relación en este camino y que no habían logrado sobrevivir, fue sumamente emotivo”.
La experiencia de las pacientes, en primera persona
Claudia S., le detectaron un cáncer de mama en 2016, fue operada, hizo tratamiento con rayos y medicación. Hoy realiza controles de rutina: “Desde el minuto cero fue significativo, lo sentí como un viaje de egresada, ya que en enero se cumplieron 5 años de la operación. Todo fue maravilloso, cada paso, cada charla, cada risa, todos conectados y muy felices. El momento más especial fue cuando dejé un rosario de mi mamá en la cruz. Ella luchó y no pudo contra la enfermedad, pero me dejó a mí la fortaleza para superarlo y transformarlo. En la cima fue una mezcla de risas, llantos y respiraciones profundas que me llenaron el alma. Además dejé una cadenita de mi prima hermana que falleció también de cáncer de mama hace 10 años cuando tenía la edad que yo tengo ahora”.
Marcela I., le diagnosticaron la enfermedad en 2015 y le hicieron una cuadrantectomía de mama derecha y sesiones de rayos. En 2019 le realizaron una mastectomía de mama derecha como consecuencia de haber detectado otro tumor. Hoy está en tratamiento con medicación: “Me siento súper identificada con la tragedia de los Andes porque cuando yo tenía 15 años, tuvimos un accidente de auto en el que falleció mi papá. Llegar a ese lugar fue revivir mi experiencia de heridas, muerte, esperanza y compararla con las vivencias de los uruguayos en esa inmensidad. Adicionalmente, encuentro puntos en común entre la historia de supervivencia de los Andes y mi historia en la que superé dos diagnósticos de cáncer de mama. Nadie está preparado para recibir este tipo de diagnóstico y nadie está preparado para un accidente pero con la ayuda del cuerpo médico, amigos, familia, compañeros de trabajo, etc., y poniendo cuerpo y mente, cada persona puede descubrir fuerzas ocultas de poderosa influencia y así llegar a superarse y salir adelante”.
Carolina V.M., su diagnostico fue en 2010, fue operada y recibió tratamiento con quimioterapia, rayos y medicación. En diciembre de 2021 recibió el alta: “Esta ‘locura’ tenía muchos fines, era un homenaje a la vida, a los sobrevivientes de los Andes, a los que no lo lograron y descansan allí, un ‘vamos que se puede’ para quienes estén transitando o tengan que transitar esta enfermedad, pero sobre todo eran 31 fines para volver a empezar, 31 historias que (como dijo una amiga), cuentan más que el capítulo, siempre. Sin duda ‘el momento’ fue cuando nos abrazamos al llegar al memorial: estar todos ahí mezclados, sin importar títulos, viviendo la emoción personal y la grupal como si fuésemos uno solo, un gran equipo. Estábamos ahí para honrar la vida, rendir homenaje y nosotros pacientes, como sobrevivientes, agradecerles a los médicos y demostrarles el excelente trabajo que hicieron con nosotros que pudimos estar ahí”.
Nora G., le detectaron el tumor en mayo de 2020, en plena cuarentena. Fue operada y recibió tratamiento de quimioterapia y rayos. Está en etapa de control: “Andar tantos kilómetros por lugares tan hermosos pero tan arduos requería estar muy conectado con uno mismo. Eso inevitablemente lleva a la introspección y a la reflexión de muchas cosas que en tan tremenda inmensidad se vienen en catarata a la cabeza y son difíciles de frenar. La vida, la muerte, la salud, la familia, los proyectos, lo que pasó, el hoy, lo que viene por delante, la gente que te acompaña, un médico que es capaz de sacarte del lugar de enferma y ponerte en un lugar tan empoderado como lo fuimos todas en la montaña… Y el volver, también fue emocionalmente fuerte. Dejar la ‘magia’ de esos días, pero sin soltar nada de lo que nos trajimos y de lo que desde entonces somos, a partir de la experiencia.”
Un ejemplo a futuro
La expedición quedó registrada en fotos y videos de alta definición, con la idea de hacer un documental que se difundirá en octubre, cuando se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama.
“Llevamos un equipo de producción con drone, fotografía y tomamos testimonios de todo el recorrido. El esfuerzo se hizo con la intención de que esta experiencia no quede sólo en quienes la vivimos, sino que sea un ejemplo para pacientes que están empezando a transitar la enfermedad, que sepan que se puede tener una vida llena de desafíos y metas después de haber tenido cáncer”, explica Petracci.
La travesía contó con el apoyo de la Fundación Cáncer FUCA, una organización que realiza un abordaje integral de la oncología –desde la investigación hasta la educación médica y la prevención- centrando su trabajo en las personas con cáncer y su entorno.
“Apoyar esta expedición hacia el Valle de las Lágrimas representó una oportunidad más de acompañar a las personas con cáncer y de testimoniar junto a ellos, a través de una experiencia tan desafiante, que el cáncer de mama puede superarse”, explica María Gabriela Berta, Directora Ejecutiva de FUCA.
“Desde un principio entendimos que para los participantes de la travesía habría una conexión entre las historias de los sobrevivientes del milagro de los Andes y sus propias historias, que representaría una nueva mirada sobre su afrontamiento de la enfermedad y su resiliencia frente a la misma”, agrega y remarca el deseo de que este testimonio “pueda inspirar en toda la comunidad una nueva mirada sobre el cáncer y en especial hacia quienes conviven con él”.
Un nuevo desafío
“El resultado excedió mis expectativas, un 110%. Es muy difícil encontrarle un gris o una arista negativa al viaje, fue muy satisfactorio y emotivo para todos”, sostiene el doctor Petracci.
El especialista destaca lo significativo que fue haberse puesto en contacto con cinco de los sobrevivientes del accidente de 1972, quienes se mostraron abiertos a motivar a los pacientes que participaron. “Hoy siguen siendo ejemplo para nosotros de cómo debemos honrar y festejar la vida”, afirma.
Al igual que cuando regresó del viaje con sus amigos, para Petracci ya está pensando a futuro. “Lo vamos a volver a hacer el año que viene, el 3, 4 y 5 de marzo”. Esta vez, dice, el desafío será aún mayor. “Mi intención es elevar la vara y llevar a pacientes con cáncer de mama con metástasis que hoy se encuentran en tratamientos crónicos y que tiene una excelente calidad de vida”. La aventura, otra vez, está en marcha.