El día 2 de junio de 1946, finalizada la II Guerra Mundial, se realizaron las primeras elecciones en Italia para conformar la Asamblea Constituyente y al mismo tiempo se realizó un referéndum para elegir entre «república o monarquía», cuyo resultado fue favorable a la opción por la República.
A partir de entonces el pueblo italiano celebra en esta fecha la «Fiesta de la República», fiesta a la cual adherimos en forma muy especial, puesto que merced a la creciente corriente inmigratoria italiana que recibimos desde la segunda mitad del siglo XIX, fueron también progresivos los lazos afectivos y perdurables que nos unen a Italia.
Y esto es así, pues más allá de las eficientes relaciones diplomáticas, sociales, económicas, científicas y culturales entre ambas naciones, fueron aquellos inmigrantes, y lo somos hoy sus descendientes, quienes conforman el perpetuo puente de confraternidad que une nuestros pueblos.-
3 de Junio
A través de la ley Nº 24561, se estableció como el Día del Inmigrante Italiano, en reconocimiento a aquellos que con valor, trabajo y sacrificio trabajaron por la grandeza de la Argentina. Se eligió esa fecha por ser el día del nacimiento de Don Manuel Belgrano, como un homenaje a los italianos que han enriquecido el patrimonio espiritual y material de la Patria Argentina. Entre aquellas familias de inmigrantes la historia destaca a la conformada por Don Domingo Belgrano Pérez, un genovés llegado a Buenos Aires y doña María Josefa González, hogar en el cual naciera el 3 de junio de 1770, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, creador de la Bandera Nacional. Las costumbres que los italianos trajeron desde su tierra están arraigadas hasta en el inconsciente de los Argentinos. No podemos discutir este acto y menos podemos hacerlo aquellos que descendemos en forma directa de esa sacrificada masa de hombres y mujeres que llegaron buscando un nuevo lugar en el mundo. Su origen está regado de sangre italiana, de sacrificada historia dedicada al esfuerzo, la obstinada voluntad para borrar huellas de guerra y convicción inquebrantables para sostener vivo sus orígenes.
Cuando pisaron este bendito suelo, desarraigados, sin entender el idioma, cegados por estar en un lugar desconocido y habitado por gente desconocida, de ahí la infinita necesitad que tenían y tienen de estar siempre juntos porque el contacto permanente les dio la seguridad que necesitaban para adoptarse a la hostilidad de lo desconocido.
Se que hay personas todavía dispuestas a contar a sus hijos y nietos que antes hubo otra historia repleta de gente que no se escondió frente a la adversidad, que no claudicó antes las guerras y que se animó a dignificar su existencia, saliendo triunfadores en todos los aspectos de la vida.-