Está ubicado en 9 de Julio. Inaugurado en 1970, llegó a ser uno de los más importantes del país. Ahora, el Automoto Club Nuevejuliense trabaja para devolverle su esplendor.
El Autódromo Guillermo «Yoyo» Maldonado. Foto: Automoto Club Nuevejuliense
Por Martín Parise, especial para DIB
Con orgullo y valor, se habla del autódromo municipal nuevejuliense. Se mencionan los años dorados, las carreras, las fechas, los pilotos y sus autos. Pero luego, todo empezó a cambiar: el deterioro se empezó a notar, las personas dejaron de asistir, el autódromo ya no devolvió lo mismo que décadas atrás a los ciudadanos.
Muchos años antes, se había instalado como uno de los más reconocidos a nivel nacional. Inaugurado el 26 de julio de 1970, fue la obra más importante de la ciudad que se ubica en el oeste de la provincia de Buenos Aires.
Con un dibujo envidiable para cualquiera que, dicho por expertos, ya no quedan. Fue planificado por el agrimensor Pettinari, aconsejado por Juan José Plini. Dos rectas opuestas, curvones peraltados, curvas planas de alta velocidad, otra con mucha horquilla de baja velocidad, un frenado en la chicana. Muchas variantes que enloquecen a los amantes del volante.
El día de su inauguración se realizaron dos carreras: una de Fórmula 4, ganada por Juan Pablo Laskac y luego una de Sport Prototipo, la categoría estrella, en la que venció Néstor Jesús García Veiga.
Luego, hubo algunos años de impasse, ya que el circuito fue diseñado para el Sport Prototipo, que volvió a visitar el autódromo en 1971 pero éste dejó de correr en 1972. Las categorías quedaron chicas para el circuito. El Turismo Carretera realizaba sus competencias en ruta o semipermanentes. En 1975 se agregó a la pista un corte de tierra y participó la categoría Limitada del 27. A fines de 1977 corrió la Fórmula 2, con la participación de Guillermo “Yoyo” Maldonado.
El Turismo Carretera, la gran categoría de automovilismo local, tuvo su primera jornada el 8 de julio de 1979, con una victoria para Esteban Fernandino en su Ford Falcon. Años después el autódromo sería escenario de la primera carrera de TC televisada, el 5 de mayo de 1985, con victoria de Roberto Mouras. Guillermo Ortelli con 5, Marcos Di Palma y Omar Martínez con 3 fueron los más ganadores de la categoría.
Pero esos años dorados pasaron y vinieron los opacos, de soledad, para un autódromo que perdió su mantenimiento por culpa de malas gestiones. La última carrera de Turismo Carretera fue el 8 de septiembre de 2010. Las luces a nivel nacional ya no lo enfocaron. Tampoco las municipales. El “Gigante” quedó a un costado de la ciudad, a sólo 20 cuadras del centro, perdiendo protagonismo.
El renacimiento
Esa historia, que parecía desembocar en una irremediable sentencia de muerte, parece haber comenzado a cambiar. Lo central es que apareció un grupo de personas dispuesta a poner el hombro, como fue en un comienzo. Trabajan bajo el nombre de “Automoto Club Nuevejuliense”, una sociedad civil sin fines de lucro. El autódromo municipal de 9 de Julio está concedido por 10 años a dicha entidad. El contrato comenzó en 2016, por lo que aún quedan dos años y existe la posibilidad de extenderlo por otros 10.
Desde el 2016, el trabajo empezó a ser otro. Con vecinos que se acercaron a ayudar empezó a mantenerse, a repararse y a reflotar.
Agustín Vanina se acercó a participar “haciendo puerta” y a colaborar con sus amigos con la categoría de picadas, y desde 2023 es el presidente de la Asociación: “Las primeras décadas era el autódromo del pueblo, la puerta estaba abierta, la gente se metía, daba vueltas, caminaba. Era su autódromo. Entonces, las nuevas generaciones conocieron al autódromo como algo ajeno, algo de poco ingreso, para unos pocos y separado de la gente”.
En 2020, al cumplirse 50 años, se decidió cambiar el nombre y agregar “Guillermo ‘Yoyo’ Maldonado” en reconocimiento al piloto oriundo de la ciudad y múltiple campeón nacional. Durante 2023 corrieron dos categorías nacionales: el TC2000 y el Top Race. También hubo carreras provinciales y zonales.
Juan Pablo Boufflet fue una de las caras visibles en el Automoto Club desde el primer día. Estuvo colaborando en la pista de karting, luego fue pro-tesorero, tesorero, hizo dos mandatos presidenciales y ahora es vocal: “nosotros heredamos esto de familia, mi viejo estuvo mucho vinculado al autódromo, con mucha gente”.
Boufflet fue piloto, “un aficionado” como se define él, que corrió en dos de los tres trazados del circuito. “Los primeros años fueron muy duros, encontramos un autódromo muy desgastado, muy abandonado. Es gigante, porque son 180 hectáreas del predio entero. También nos costó porque no teníamos experiencia, porque veníamos de otro palo, porque no sabíamos cómo había que mantenerlo, pero fuimos aprendiendo en estos 8 años”, cuenta Juan Pablo.
Volver a brillar
“Queremos que el autódromo esté vivo. Por la historia, por el diseño de la pista y por lo que representó toda la vida para el pueblo se merece ser uno de los más importantes de la Argentina, quiero que sea donde quieran venir a correr todos”, sueña Vanina.
Para eso falta mucho trabajo, algunas obras a realizar que, burocracia de por medio, no tienen fecha. “Las dos primeras tareas son re-asfaltar la pista, por lo menos el 30%, y luego hacer obras de ampliación en el playón de boxes. Con eso estamos para traer a cualquier categoría”, se entusiasma Boufflet.
Vanina agrega: “mejorar todo lo que es infraestructura: sanitarios, calles de ingresos al autódromo, perímetro de alambre, tenemos ganas de hacer tribunas. La financiación vendría de un sponsor privado, pero aún restan detalles para el acuerdo final” mientras señala cada parte en un cuadro que tiene a modo de decoración en su casa.
Al proyecto se le agregaría su faceta social y cultural, tal como estuvo pensado desde su fundación: “hoy una infraestructura de ese tamaño no se puede mantener solo con carreras de auto, hay que pensar que el día de la carrera haya un recital, una suelta de globos o una carrera de embolsados””, explica el actual vocal del Automoto.
Y continúa el presidente: “eso es algo que se está viendo en todo el mundo. Queremos sumar cosas alrededor para que la gente se pueda divertir, porque el evento dura solamente 2 ó 3 horas. Que no sea solo una pista. Hay una idea de hacer un museo de la máquina agrícola, de un lago artificial. Además, queremos hacer tribunas del lado de afuera y que estén reservadas para escuelas, colegios, jardines”.
“Eso creo que hace falta, que la gente vuelva a tener en la sangre el instinto de automovilismo que hubo toda la vida. El proyecto no solo queda enmarcado en lo automovilístico. El autódromo pertenece a la ciudad y la idea es que se lo pueda devolver al pueblo” finaliza Agustín Vanina. (DIB) MP