Hace cincuenta y nueve años

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

Contará la historia algún día, que un país llamado Argentina supo tener un Presidente que en solo 32 meses de gobierno condujo a su país desde una profunda crisis a un nivel de desarrollo como nunca más se lograría.

Un Presidente que supo gobernar sin aplicar estado de sitio, sin presos políticos, sin desaparecidos, con pleno respeto a las organizaciones gremiales y el derecho de huelga.

Un Presidente que logró que el nombre de Argentina volviese a ser respetado y considerado entre todas las naciones del mundo como un país soberano e independiente.

Dirá la historia que ese Presidente era Arturo Illia.

El mismo que un 28 de Junio de 1966  -hace cincuenta y nueve años- vio irrumpir en su despacho presidencial a un grupo de militares sediciosos a exigirle su renuncia.

Y entonces aquel calmo pero firme Presidente así habló para el futuro:

Yo se que su conciencia le va a reprochar lo que están haciendo.  A muchos de Uds. les dará vergüenza cumplir las órdenes que les imparten estos indignos que ni siquiera son sus jefes.  Algún día tendrán que contar a sus hijos estos momentos.  Sentirán vergüenza”.

Transcurrieron  los años, y cada año transcurrido fue una nueva decepción y junto a esas cada vez mayores frustraciones comenzaron a volverse los ojos hacia aquel gobierno abruptamente interrumpido en 1966.

No fue necesario esperar la democracia en 1983 para recuperar la figura de aquel demócrata convencido que era Arturo Illia,  en los tristes años del autoritarismo su nombre fue toda una bandera de decencia, patriotismo y respeto a las instituciones y los derechos individuales.

Fue así como comenzaron los mea culpa, los arrepentimientos, y los cargos de conciencia de los que a sabiendas o no trabajaron y apoyaron aquel golpe de 1966.

Y cada vez más fueron entonces menos los que justificaron aquel hecho sin justificación histórica de ningún tipo, y cada vez más los que asumieron sus errores y reivindicaron aquel clima de libertad y bienestar perdido.

Los arrepentimientos

Sería largo enumerar a todos aquellos que así han actuado.  Mencionaremos simplemente al periodista Ramiro de Casasbellas, quien con una digna honradez intelectual y ciudadana no solo confesó su arrepentimiento  sino que se convirtió en un ferviente defensor del gobierno de Illia.

Citemos también al Tte. Gral. Alejandro A. Lanusse, quien declarara que “en vista de lo que ocurrió luego, entonces incurrí en un error”.

Pero como un merecido homenaje a Arturo Illia, valga reproducir algunos párrafos de la carta que años atrás, poco antes del fallecimiento del Dr. Illia, le enviara el coronel Perlinger, aquel mismo encargado de desalojar de su despacho al mandatario radical, donde le expresa, entre otros conceptos:

 

“En una presentación fechada en julio de 1976 que repartí profusamente y de la cual me ocupé de enviarle un ejemplar, ya escribía… “hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el Dr. Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces “Sus hijos se lo van a reprochar”. ¡Tenía tanta razón!.  Hace mucho tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar un movimiento auténticamente nacional”.

Usted me dio esa madrugada –añade Perlinger- una inolvidable lección de civismo.  El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error, si bien no pude reparar el daño causado a Ud., uno de los grandes demócratas de nuestro país, le da la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional.”

“Estas líneas pretenden condensar mi pedido de perdón por la acción realizada en 1966 y mi agradecimiento por la lección que Ud. me dio.”

Seguramente cualquier comentario estará de más.  Aquella carta de Perlinger lo dice todo.

Digamos simplemente cuanta falta hace que los valores personales y políticos de Arturo Illia se conviertan en moneda corriente en nuestra dirigencia, no solo política sino también en cualquier ámbito.-