“Había una vez un circo…”

Escribe: Abel G. Bruno (Primera parte)

A raíz de ciertos “desacuerdos” relacionados con la fecha del denominado “Día Nacional del Circo”, cabe afirmar que se recuerda anualmente el 6 de octubre, en homenaje a José “Pepe” Podestá, que nació ese día del año 1858 en Montevideo, Uruguay, pero fue en nuestro país donde desarrolló una labor pionera, al respecto. Inventó el circo criollo y a «Pepino el 88», un célebre payaso que fue modelo del cómico rioplatense.

El espectáculo más antiguo

Como se ha escrito y dicho con profusión, el circo es el espectáculo más antiguo del mundo. Algunas artes circenses se practicaban desde hace 3.000 años en China, Grecia, India y Egipto, lugares donde ya había malabaristas, contorsionistas y equilibristas. Sin embargo los historiadores sostienen que la idea de circo como tal empezó a desarrollarse en la Edad Media y con los saltimbanquis, que recorrían los pueblos y aldeas mostrando sus habilidades en los saltos y las acrobacias. Por lo expuesto, se cree que a partir de esas manifestaciones medioevales empezaron a surgir en toda Europa, compañías de artistas que recorrían las ciudades con sus espectáculos. En el año 1768 nació en Londres, Inglaterra, el primer circo moderno, instalado sobre un escenario circular al aire libre y rodeado de tribunas de madera. Se llamaba “Circus Hippodrome”, y en él se llevaban a cabo carreras de caballos, obras de teatro y actos de acrobacia y equilibrismo.

Arribo del circo a Buenos Aires

El circo ha tenido una presencia incesante en Buenos Aires, a lo largo de su historia. Se inició a partir de la llegada del circo moderno europeo de la mano de las compañías extranjeras, que trajeron al país el modelo de circo inglés creado por Philip Astley, a finales del siglo XVIII. La primera empresa circense que visitó Buenos Aires, fue la de William & Mary Southby, en 1819, a la que le siguieron otras de origen inglés, italiano y norteamericano. Esta presencia de compañías de circo extranjeras, tuvo como consecuencia la posterior formación de las primeras compañías locales.

Primeras companías nacionales

En 1836, se creó la primera compañía de circo nacional, la compañía de volatines hijos del país, que se presentaba con el nombre de “Circo Olímpico”. En 1845, esta compañía se dividió y un segundo grupo inauguró el circo “Volatín de la Alameda”. El aporte original de estos primeros circos de carácter nacional fue la inclusión de actos de canto, música y bailes propios de nuestra cultura, combinados con números ecuestres o gimnásticos ubicados como epílogos de pantomimas. En 1842, se incorporó a las representaciones de los circos la segunda parte, en la cual se representaba una comedia o un sainete.

El circo criollo

Aunque continuaron las visitas de compañías extranjeras, se fueron sumando otras empresas criollas como la “Compañía Ecuestre y Gimnástica” de Alejandro Loande, en 1859; el “Circo Pavón” en 1862, y el “Circo Ecuestre y Gimnástico en la Calle San Juan”, en 1865. Esto permitió la evolución del circo local, dado que estas compañías incluían elementos de la cultura criolla. En 1859 se presentó la primera pantomima gauchesca “El Gaucho Porteño”, antecedente de la versión de Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez. Este estreno, llevado a cabo por José “Pepe” Podestá, en el circo de los hermanos Carlo, fue un punto de inflexión: marcó el comienzo de una nueva etapa, el surgimiento del modelo de circo criollo, así como una significativa evolución para el teatro nacional, dando origen al teatro gauchesco al estrenarse en el año 1886 la versión teatral de “Juan Moreira”, de Gutiérrez-Podestá. A partir del éxito logrado, muchos circos adoptaron esta modalidad de añadir en la segunda parte una representación de teatro gauchesco, lo que confirió una peculiaridad al circo criollo, que lo diferenció del circo moderno europeo. Las principales compañías fueron la de los Hermanos Podestá y Alejandro Scotti, y la del forzudo italiano Pablo Raffeto. Esta modalidad propia fue evolucionando y continuó en los circos que se presentaron en Buenos Aires, y que recorrieron el interior del país en forma trashumante hasta la década de 1970. Tuvo una fuerte vinculación con el radioteatro, compartiendo obras y actores.

(Continuará)

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