Fueron soldados y como tales están en la gloria…¡

Quien más, quien menos de los argentinos, nos enteramos al comenzar la mañana de trabajo del 2 de abril de 1982 que «habíamos invadido y recuperado nuestras Islas Malvinas». A poco de arribar a la redacción el Dr. Albano, amplió el panorama informativo a la par que habían comenzado a formarse los lógicos corrillos en los alrededores. Con la energía y disposición que lo caracterizaba, nuestro director consiguió una bandera nacional y haciendo «malabares» consiguió ubicarla en el frente del edificio.
Al unísono, surgieron los que estaban a favor de la medida adoptada por el gobierno militar, y los otros, los que vaticinaron que cuando los piratas ingleses reaccionaran y con la ayuda de sus aliados, los norteamericanos, a la par de recuperar el archipiélago iban a invadirnos desde Misiones a Ushuahia; los estrategas militares y a quienes el operativo de desembarco les importaba un rábano.
Han transcurrido 37 años desde entonces. Mucho se ha dicho y escrito sobre ese episodio que costó muchas vidas argentinas e inglesas, y que por unas cuantas semanas nos hizo ilusionar aflorando un patriorismo fervoroso, entusiasta y generoso a la hora de los donativos. Lo que vino después, previsto o no, forma parte indisoluble de la historia y en su momento, ahora y dentro de un siglo, servirá para que prosigan desmenuzándose las alternativas de una guerra que a favor y en contra sacudió todos nuestros sentidos.
Y ayer nomás, 2 de abril de 2019, se efectuaron los merecidos reconocimientos a quienes ofrendaron sus vidas en el frío archipiélago malvinense como en el océano. Los medios periodisticos se hicieron eco de ese episodio, razón por la que fue posible leer, escuchar y observar de todo un poco. Lo bueno, regular y lo malo. Por ejemplo, un reportaje que le efectuaron a dos enfermeras que en representación del grupo que formó parte de la fuerza invasora argentina, reivindicaron nuevamente sus derechos a ser reconocidas como ex-combatientes, porque dentro de sus servicios especificos lo fueron. Al término del conmovedor alegato, el periodista cerró abruptamente la charla refiriéndose a las bajas argentinas…»los mandaron a morir; fue un asesinato; eran unas criaturas». Nunca más equivocado ese «decidor de estupideces». Si bien podemos estar de acuerdo en que la decisión del gobierno nacional fue un error, que estuvo equivocada estratégicamente, de ninguna manera puede faltársele el respeto a los soldados de las tres armas que cayeron combatiendo porque en la grandiosidad del concepto, eran soldados y como tales estuvieron expuestos a ese destino.
Podra alegarse que eran muy jóvenes; que no contaban con el adecuado adiestramiento, logística y otras cuestiones, pero cuando tuvieron que enfrentar al enemigo lo hicieron con sobrado valor y decisión porque eran soldados y los que murieron están en la gloria. Quienes alguna vez cumplieron con el Servicio Militar Obligatorio, entenderán con mayor claridad estos conceptos.
AGB

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