Quién entiende los secretos de la guitarra conoce la obra y trayectoria del gran Fleury, que plasmó en el pentagrama la esencia musical del folklore bonaerense.
Abel Fleury (1903-1958) oriundo de Dolores, maestro, intérprete, compositor que transcribió también música clásica universal regocijada en las seis cuerdas de ese instrumento misterioso.
Estudió en academia y se perfeccionó con Domingo Prat a quién dedicó la milonga «A flor de llanto» cuando este murió.
La inspiración de su obra nace en los ritmos tradicionales de la región que escuchó en la infancia. Amigo de Lauro Viana, poeta exquisito que lo presenta al recitador Fernando Ochoa en 1933. Allí comienza su trayectoria mundial. A partir de 1948 giras por Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay, España, Francia, Bélgica, Portugal. No llegó a Rusia pero allí se estudian temas suyos en academias musicales de primer nivel.
«Adquirió la técnica guitarristica de excelencia española incluyéndole punteos y tonos mágicos generados en las manos rugosas y quebradas de la gente de campo». En Granada un difícil crítico musical del que todos esperaban su veredicto, aseguró que en la Alhambra no se había escuchado una guitarra como la de Abel Fleury desde los tiempos de Francisco Tárrega. Es mucho decir.
Abel Fleury como tantos concertistas sobresalientes, estuvo en Ayacucho el 22 de Junio de 1943 realizando un concierto en el salón de actos del Club Social (hoy Casa de España) organizado por el Club Social, el Centro Cultural D.Pedro Solanet y el Rotary Club. Lo presentó el Dr.José Antonio Barbieri, por muchos años Intendente Municipal, presidente de la institución anfitriona.
La jerarquía del ilustre visitante se plasmó en el interesante programa de actuación, en tres partes. 1) de compositores nacionales, Podestá (Pericón por María), Casinelli, Filiberto, Morales; 2) de su producción, Estilo Pampeano, Ausencia, Tonada, Huella y variaciones de Malambo; 3) por último música española trascendental como Minué de Sors, Trémulo y Jota de Tárrega, Serenata de Malaps. Según la prensa de la época fue aplaudido ruidosamente y tuvo que tocar fuera del programa. Tanto los que estuvieron como el intérprete se sintieron muy a gusto.
En estos breves párrafos he querido recordar este momento muy especial en la cultura ayacuchense, con la presencia del máximo referente de la guitarra criolla en el país y en el mundo. Nosotros lo tuvimos en persona y dicen que muchas veces anduvo por estos lares ,antes y después, compartiendo Estilos y Milongas en ruedas de amigos y aficionados.
Enrique Taborda, para laverdadayacucho.com.ar