Antes de ayer lunes 31 de julio, falleció nuestro convecino Juan Antonio Tomaso. Tenía 84 años de edad. En los últimos años se había retirado de toda actividad para disfrutar de un muy merecido descanso después de haberle entregado a nuestra comunidad, su honestidad y hombría de bien a través de su trabajo específico, y a varias instituciones lo mejor que tuvo y pudo porque a partir de sus años adolescentes, Juan, no supo de flaquezas y dobleces a la hora de colaborar desinteresadamente en pos de sus fines e ideales.
Apelando a la memoria, se lo puede encontrar muy joven aún, trabajando en la vidriería de la familia Caliyuri, ubicada en la calle 9 de Julio entre Gral. José de San Martín y Aristóbulo del Valle (actual residencia de la familia Basanta-Manazza). En ese negocio aprendió el oficio que lo caracterizó durante muchas décadas, hasta su retiro definitivo en un taller de la avenida José Zoilo Miguens, casi calle 9 de Julio. Servicial y honesto, siempre propenso a las “gauchadas” cuando los bolsillos de sus clientes y no tanto las necesitaban.
No caben dudas que en nuestra ciudad, el “club de sus amores” fue Sarmiento. No se destacó como jugador, pero sí como ayudante de campo, utilero, aguatero y en suma, para todo servicio. Juan, siempre estuvo “ahí” en los momentos buenos y de los otros. Ese entrañable cariño por las alineaciones rojinegras le venía de cuna, ¡y vaya si fueron inestimables sus abnegados servicios distinguidos!.
Durante muchos años, se lo observó como abanderado de la Clase 1939 que cumplió con el Servicio Militar Obligatorio en la Base Aérea de Mar del Plata. Siempre se sintió orgulloso de haber servido al país en ese lugar, donde a la par de recibir la consabida disciplina cuartelera, aprendió todo lo relacionado con el combate contra el fuego debido a que se desempeñó en esa área específica de la unidad aeronáutica. Durante muchos años, Juan Tomaso, acompañado de varios camaradas ayacuchenses, eran recibidos anualmente con todos los honores en la base marplatense, en mérito a sus desempeños como soldados y a la par, por mantener encendida la llama de una camaradería que fue mucho más allá de un simple “llamado a filas”.
Pero sin lugar a dudas, el corazón de Juan Antonio Tomaso, comenzó a latir más aceleradamente al conjuro de la primera sirena del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Ayacucho. Cuando hace varias décadas se dieron los primeros pasos para la formación de una agrupación dedicada a combatir los incendios de todo tipo que se originaban en nuestra ciudad y partido, Juan, estuvo en primera línea para volcar sus conocimientos adquiridos en la Base Aérea de Mar del Plata, e incluso conformando el primer grupo activo compuesto de ocho convecinos, en los primeros años de la década de 1960. Después de cumplir con esos servicios distinguidos, les fueron reconocidos oficialmente al designarse con su nombre la Escuela de Cadetes.
Es muy posible que dejemos de lado otras actividades que lo contaron como partícipe, pero creemos que con lo escrito alcanza para reseñar una parte de la vida de Juan Antonio Tomaso, siendo reiterativos, dedicada al servicio de la comunidad. En estos momentos de profundo dolor y desolación por su partida, les hacemos llegar a sus familiares nuestras sinceras y sentidas condolencias. Fue un hombre bueno y muy generoso con su comunidad. Se lo recordará siempre como tal…
Primera formación del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios de Ayacucho. Año 1967. De izquierda a derecha: Juan Antonio Tomaso. Carlos Savarese. Ricardo Cousement. Rodolfo Corvalán. Florentino Morales. Andrés Acuña. Jorge D´Aquino y Carlos Lima.