En memoria de “UN GRANDE” del deporte ayacuchense

Julio César Seguí, falleció el 10 de marzo del año en curso. De su muy lamentada partida definitiva se hizo eco gran parte de nuestra comunidad; principalmente aquellos que lo recordaron como un extraordinario piloto sobre una motocicleta “Cucciolo”, en la década de 1950.
Buscando ciertos datos en mi archivo, encontré un artículo relacionado con un almuerzo de camaradería que se llevó a cabo el 2 de agosto del año 2015, en el salón de eventos de la Capilla “Nuestra Señora de Luján”, organizado por la dirigencia del Nuevo Moto Club presidida por Adolfo Juárez.
En esa oportunidad y entre otros ex-corredores, se reencontraron Julio César Seguí y Julio Jarque, los dos mejores exponentes de una época donde los “cucciolos” acaparaban la atención de miles de aficionados en toda la región. Ambos fueron ídolos en la especialidad; tenaces adversarios en las pistas y circuitos, y grandes amigos en la vida.
Transcribo textualmente los términos de esa remembranza, por considerarla oportuna para recordarlo a Julio, no obstante los días transcurridos desde su desaparición física. Suele afirmarse que en estas cuestiones, el paso del tiempo carece de importancia.
Un reencuentro de connotaciones inolvidables
«Varios chiquilines inquietos y bullangueros apretaban sus endebles humanidades sobre el alambrado tejido. Sus miradas abarcaban todo el panorama de un escenario conocido, pero siempre cambiante en lo que refiere a los espectáculos ciclísticos y motociclísticos que se desarrollaban casi semanalmente.
La pista de tierra de la plaza “Dr. Egidio G. Ciaño” y sus adyacencias, se mostraba en la plenitud de su capacidad, con dos o tres filas de personas expectantes aguardando el inicio del programa. La noche calurosa y exultante de verano, y la promesa de una descontada competividad en ambas especialidades deportivas, generaban la ansiosa muchedumbre.
Uno de ellos, se lamentaba por no haber conseguido ingresar al centro de pista, donde en la cancha de Basquetbol y su entorno, los mecánicos trabajaban febrilmente para poner a punto los cucciolos, mientras los ciclistas impregnaban sus piernas con “aceite verde”, masajeándolas con la esperanza de sacarles el mejor rendimiento en las duras exigencias a las que serían sometidas.
Todo era entusiasmo y movimientos. Desde el centro del puente que cruzaba la pista, ubicado a mitad de cuadra y frente a la actual avenida “Dr. Julián Dindart”, Antonio Tusq, a través del micrófono prodigaba sus experimentadas exteriorizaciones verbales anunciando las características de las pruebas, a la par que “las pintaba” con sus transmisiones. Todo un maestro, al momento de elevar emociones.
El mes de noviembre del año 1953, se mostraba en todo su apogeo primaveral. La noche se había vestido espléndida, radiante. Uno de los hombres que se encontraba junto a los chiquilines, le comentó al resto de sus acompañantes: “me dijeron que el tandilero Julio Jarque, vino con su cucciolo con algunas innovaciones para ganar sin problemas”. Obtuvo la siguiente respuesta: “seguramente que el mago Bertone, no se quedó atrás. Por más que le busquen la vuelta, ninguno le puede sacar el campeonato a Julio Seguí”.
Cabe agregar que por esos años, Julio Jarque, era el máximo exponente del cucciolismo tandilense, mientras que los ayacuchenses contábamos con Julio Seguí, cuya máquina preparaba Antonio Bertone, quien tuvo su taller en la esquina norte de las calles España y Leandro Alem. Tanto de un bando como del otro, la fórmula para que esos motorcitos de 48 centímetros cúbicos rindieran velocidades cercanas a los 100 kilómetros horarios, creo que aún permanece en el más absoluto de los secretos, incluidas las mezclas que usaban como combustible.
En ese año 1953, Julio Seguí, obtuvo el título de Campeón Regional. En su brillante foja de servicios distinguidos, caben numerosas victorias en ese peraltado óvalo de tierra, como en otras pistas de la zona. Fue un piloto extraordinario, porque a la tremenda capacidad de su máquina le adoso un manejo equilibrado, metódico. Sin grandes “espectacularidades” pero muy contundente a la hora de buscar la victoria con la que siempre se llevó de acuerdo”.
Un detalle: el «Cucciolo» que condujo Julio César Segui, y preparó Antonio Bertone, se encuentra intacto en poder de nuestro convecino Mauro Loscalzo.

Escribe: Abel G. Bruno

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