Escribe: Eduardo A. Volonté
Incendios en la Patagonia. Por repetida, la noticia está dejando de serlo.
El fuego ha arrasado ya más de 25.000 ha, y el incendio en el Parque Nahuel Huapi se estima que recién se extinguiría totalmente con las lluvias de abril. Epuyen, El Bolsón, también aportan sus fuegos.
Por su parte en Corrientes el fuego ya consumió esta año unas 100.000 ha generando inmensas pérdidas y la muerte de una maestra rural en su intento de combatir las llamas.
Volviendo a la Patagonia, estos incendios forestales producen graves perjuicios a la biodiversidad al destruir ecosistemas de bosques nativos y afectar la fauna y la flora ya que su regeneración puede tardar décadas.
También generan también cuantiosas pérdidas materiales y ponen en riesgo vidas humanas, pero no son siempre tomados con la seriedad que corresponde por las más altas autoridades.
La ingeniera forestal María Marcela Godoy, del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (Ciefap) afirma que si bien “los incendios periódicos, son un disturbio natural de los ecosistemas en la Patagonia y es normal que cada tanto ocurra”, debe evitarse “que se den tantos focos periódicamente, especialmente en las zonas de “interfase urbana-rural” donde la población local vive en zonas boscosas”.
Para el biólogo Thomas Kitzberger, investigador del Conicet en el Instituto Inibioma, en Patagonia, “el aumento en la cantidad de incendios es un proceso, no un fenómeno aislado. Su frecuencia, tamaño y virulencia vienen creciendo con el paso de los años”.
Un algoritmo que realizara junto a otros científicos alerta que en 25 años se incrementarán de dos a tres veces las probabilidades de nuevos incendios.
DIVERSAS CAUSAS
El experto reseña algunas de sus causas: mayor población en zonas boscosas; el cambio climático con veranos más secos y calientes, bajos niveles hídricos y algo novedoso: gran cantidad de tormentas eléctricas.
También aporta lo suyo el incremento de forestaciones con pinos exóticos con mucha resina y que generan sequedad en el suelo.
No pueden dejar de citarse además, la acción humana. Se estima que el 95 % de los incendios son su responsabilidad, ya sea por descuidos, negligencia, y lo que es peor, por actos intencionales para desmalezar, para futuros emprendimientos inmobiliarios y/o agroganadería, o simple perversión.
ALGUNAS PROPUESTAS
A este sombrío panorama, Hernán Giardini, experto en bosques de Greenpeace Argentina suma el agravante de la falta de recursos y elementos para combatir los incendios.
“Los brigadistas especializados son pocos. Tienen escasos elementos y, si hay varios incendios, hay que repartirlos. Tenemos que tener más medios aéreos” sostiene.
En lo que coinciden todos los especialistas es en la necesidad de actuar en forma más intensa y desde varios ángulos.
Generando campañas educativas para los turistas y pobladores; con un trabajo más intenso de vigilancia y detección de focos prematuros con observadores humanos, cámaras infrarrojas, análisis de imágenes satelitales e incluso uso de drones.
Junto a otros colegas Godoy impulsa entre otras medidas el “hacer quemas controladas, preventivas, para disminuir esa cantidad de vegetación seca que puede encenderse” y dejar un perímetro libre de vegetación en torno a todas las construcciones.
También se propone un gradual retiro de árboles exóticos e impulsar el plantado de vegetación autóctona en las poblaciones.
UN ESTADO PRESENTE
Claro que es obvio que casi todas las medidas que pudiesen implementarse requieren de una presencia y compromiso activo del Estado en todos sus niveles.
Son necesarias políticas públicas que generen las condiciones legales y económicas para contar con una mejor infraestructura (vehículos todoterreno, aviones hidrantes, helicópteros) y una adecuada cantidad de brigadistas y bomberos especializados en la lucha contra este tipo de fuegos.
Debe el Estado no solo aportar los recursos sino también asegurar una distribución equitativa que garantice en los diferentes niveles la presencia de los necesarios recursos materiales y humanos.
No debe descartarse una nueva revisión a la legislación que pena los incendios intencionales y regula el comercio de las tierras quemadas.
Hoy en día el Estado nacional es el gran ausente en esta lucha contra el fuego. La inversión en el Sistema Nacional de Manejo del Fuego sufrió una caída real de casi el 40%, y además presenta una mínima ejecución.
Incluso Milei donó a Ucrania para la guerra, dos helicópteros Mil MI-17 de origen ruso que aquí eran utilizados como hidrantes. Uno de ellos ya fue abatido en aquella guerra.
Mejorar las estrategias de prevención de incendios forestales, reducción del riesgo y contar con los recursos necesarios para la lucha contra los incendios forestales es una imperiosa necesidad en la cual el Estado no puede estar ausente.-