Emilio Solanet, una personalidad multifacética

Escribe: Eduardo A. Volonté.-

En estos días se celebró el centenario del inicio de la travesía que los caballos criollos Gato y Mancha conducidos por Aimé Tschiffely llevaran a cabo.

A esa significativa circunstancia se suma mañana 28 de abril, el 138 años del nacimiento de Don Emilio Solanet, un ayacuchense de pura cepa, poseedor de una personalidad multifácetica que lo llevó a destacarse en diversos aspectos de su vida.

Sin duda su nombre es asociado en forma automática a los caballos criollos y a la proeza que citáramos al comienzo.

A Solanet se debe la recuperación y revalorización de la raza caballar criolla, descendiente directa de los ejemplares que quedaran luego de la frustrada primera fundación de Buenos Aires por don Pedro de Mendoza.

Basado en aquello que no hay mejor selección que la realizada por la propia naturaleza y el principio de la supervivencia del más fuerte, partió en 1908 hacia la entonces lejana Patagonia en búsqueda de ejemplares de caballos criollos, a partir de los  cuales recuperó la raza, elaborando el standard de la misma e impulsando la constitución de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos.

Egresado en la Universidad de Buenos Aires como médico veterinario en 1910 con medallas de oro por sus calificaciones y su tesis, inició a continuación una extensa y rica trayectoria en la docencia universitaria en la cátedra de Zootécnica.

Su presencia en los planos universitarios se tradujo también en una vasta actividad como Consejero de la Facultad de Agronomía y Veterinaria y miembro del Consejo Universitario de Buenos Aires.

En 1945 fue designado Miembro de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria y desde 1976 tuvo el honor de ser designado Académico Emérito.

Su vida de investigador científico  se reflejó  en una importante obra escrita, donde sobresalen Tratado de hipotecnia y Pelajes criollos, entre muchos otros.

EN LA POLÍTICA

Los temas de su comunidad  no fueron ajenos a su preocupación, canalizando en una militancia de toda su vida en la Unión Cívica Radical la búsqueda de las soluciones a los problemas del país y el progreso de su ciudad.

En el ámbito local fue presidente del comité local -que lleva el nombre de su hermano- durante casi veinte años consecutivos [1917 a 1936], lo que habla de su fuerte ascendiente en un radicalismo mayoritario y victorioso como el local. Integró también en distintos períodos el Comité de la Provincia  de Buenos Aires.

Respecto a funciones públicas, se desempeñó como Presidente del H. Concejo Deliberante [1918-19], Presidente del Consejo Escolar [1921], Diputado Provincial por la sexta sección electoral -a la cual pertenecía Ayacucho- por dos periodos, 1924-27 y de esa fecha hasta 1930.

Su dilatada trayectoria también lo sentó -al igual que a su hermano años antes- en una banca del Congreso de la Nación.

Electo en 1930, con un mandato de cuatro años, el golpe de Uriburu frustró esa legítima representación popular.

Vuelto a esa Cámara en los años 1946 – 48, integró el famoso “Bloque de los 44”, presidido por Ricardo Balbín, e integrado por Arturo Frondizi, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Luis Mac Kay, Emilio Ravignani, Nerio Rojas, Antonio Sobral,  Silvano Santander, Félix Liceaga, Gregorio Pomar, entre otros brillantes legisladores.

Como no podía ser de otra manera para un hombre de ciencias, la educación era para Solanet un tema primordial, por eso en su primera sesión ordinaria como Diputado, el 27 de junio, presentó un proyecto de ley nacionalizando el Instituto Incorporado Escuela Normal Popular de Ayacucho, coronándose sus empeños el 25 de octubre de 1948, al ser nacionalizada la escuela con el nombre de Escuela Nacional Normal de Ayacucho.

La producción y el agro estuvieron siempre presentes en su tarea legislativa, y ocuparse de reseñar su paso por la legislatura bonaerense o el Congreso, permite comprobar su capacidad como legislador, su visión para abordar una amplia temática, y su afán de progreso para su comunidad.

Lo intenso de sus variadas actividades no le impidieron involucrarse en la vida cotidiana de Ayacucho, así ocupó la presidencia de la Sociedad Rural local, del Club Social, la comisión Administradora del Hospital Municipal, entre otras instituciones locales.

Al producirse su deceso el 7 de julio de 1979 en el mismo Ayacucho que lo viera nacer, en su necrológica el diario «La Nación» lo definía como «Hombre singular, estudioso, trabajador, quería entrañablemente a su país, al que sirvió sin descanso desde distintos ángulos, defendió sus tradiciones, contribuyó a la formación científica de los jóvenes, y puso su mayor empeño al servicio del bien público».

De esto último da constancia el hecho que durante muchos años el Hospital Municipal supo beneficiarse con la donación que realizara de sus dietas como legislador, o sus haberes jubilatorios.

Por  Ordenanza  5392/19 su nombre fue impuesto a una calle de Ayacucho.

Emilio Solanet fue un ayacuchense que hizo mucho por su pueblo, sin pedir nunca nada a cambio.-