Escribe: Eduardo A. Volonté
“En este estado ocurrieron otras novedades: algunos individuos del pueblo, a nombre de éste, se personaren en la sala exponiendo que para su quietud y tranquilidad… había el pueblo reasumido la autoridad que depositó en el excelentísimo Cabildo, y no quería existiese la junta nombrada, sino que se procediese a constituir otra eligiendo para presidente vocal y comandante general de armas al señor don Cornelio Saavedra, para vocales a los señores don Juan José Castelli, licenciado don Manuel Belgrano, don Miguel de Azcuénaga, doctor don Manuel Alberti, don Domingo Mathieu y don Juan de Larrea, y para secretarios a los doctores Juan José Paso y don Mariano Moreno”.
La fría lectura de este breve párrafo de la primera Acta del Cabildo de Buenos Aires del día 25 de Mayo de 1810 tal vez no deja traslucir con toda su intensidad la trascendencia y el enorme significado que para todos los argentinos encierran los episodios ocurridos en el Buenos Aires colonial de mayo de 1810.
Porque aquel 25 de Mayo, quizás sin que sus protagonistas tuvieran conciencia de ello, tal cual lo proclamara luego nuestra canción patria, había “nacido a la faz de la tierra, una nueva y gloriosa nación”.
Y fueron aquellos hombres de Mayo de 1810 declarando la soberanía del pueblo y su derecho al gobierno propio; proclamando la supresión de privilegios y la igualdad de todos los habitantes, quienes dieron el sentido y la razón de ser que perdurando a través de los tiempos ha permitido a las distintas generaciones de argentinos construir la grandeza material y espiritual de la Nación Argentina.
Más allá de las edulcoradas versiones y de las imágenes que durante décadas los textos escolares nos han transmitido, los sucesos del 25 de mayo fueron parte de un proceso político que se inició mucho antes y que tuvo como todo acto humano sus luces y sombras, sus aciertos, contradicciones y yerros.
Pero esto, lejos de desmerecer los hechos, los agiganta en cuanto fueron producto de seres humanos comunes y corrientes que supieron estar en ese momento a la altura de las circunstancias.
La proyección histórica de aquellas jornadas plenas de patriotismo y ansias de libertad debe ser la herencia que recogida por todos los argentinos sin distinciones de ninguna naturaleza, nos guíe con el ejemplo de aquellos preclaros hombres de Mayo, y nos permita ser dignos continuadores dé su empresa emancipadora para poder lograr para el futuro una Nación libre e independiente como ellos comenzaran a plasmarla.-