Anteayer miércoles 28 de junio, aproximadamente a la hora 12.30, el incesante ulular de la sirena perteneciente al Cuartel de Bomberos Voluntarios anunció a los cuatro vientos que “algo había ocurrido”. Todavía nuestra edición de esa fecha se encontraba en las instancias finales de su impresión. Al poco andar tomamos conocimiento sobre el fallecimiento de nuestra convecina Celestina Volantín, debido a un accidente de tránsito ocurrido en la ruta de acceso “Tte. Gral. Juan Domingo Perón”, cuyas características son por todos conocidas.
Pudimos haber publicado al menos los pormenores de este trágico desenlace, pero conscientes y respetuosos con el inconsolable dolor de sus familiares y amigos más cercanos, decidimos dejar librada esta información, hasta tanto tener datos suficientes sobre el hecho, y cuando la voz popular hiciese lo suyo de manera acertada y de la otra.
Horas más o menos, han transcurrido dos días desde entonces, y firmes en nuestra convicción basada en una educación periodística aprendida, solo atinamos en estas dolorosas circunstancias a lamentar profundamente tan fatal desenlace que enluta a una numerosa familia con extensión a toda la comunidad, en consideración a la vida y obra de Celestina Volantín, cuyos 43 años, de existencia al dejar este mundo para descansar eternamente en el paraíso prometido, se encontraban plenos de numerosas y felices realizaciones de orden comunitario, a partir de la fundación de la academia de danzas españolas “Gitanerías”, por donde pasaron varios cientos de alumnas de todas las edades.
Pero Celestina no circunscribió su vida y obra a esa reconocida institución. También incursionó en el orden político cumpliendo el rol de consejera escolar. Tampoco estuvo ajena a la docencia, por el contrario, la muerte la encontró ejerciendo la dirección de la Escuela Primaria Nº 25, e incluso cumpliendo funciones en la Primaria Nº 6. Precisamente viajaba desde el primero de los establecimientos educativos ubicado en el paraje “ La Llegada”, hacia nuestra ciudad, cuando se accidentó.
Establecer con lujo de detalles la vida y obra de esta joven, se tornaría interminable, razón por la que solo escribiremos que innumerables ayacuchenses y personas que residen en otras ciudades, que la trataron y conocieron bien, sufrieron un golpe emocional de características inexplicables que no pueden trasuntarse en palabras. Siempre habrá de recordársela, toda vez que se oiga un canto flamenco acompañado de doloras y castañuelas.
Acompañamos a sus familiares ahora y para siempre. Aunque el paso del tiempo en su eterno marchar mitigue tanto desconsuelo, el recuerdo de Celestina siempre estará latente en Ayacucho todo, ciudad a la que amó y le entregó lo mejor de sus fines y afanes.