El espacio de los cuentos y poesías de la Biblio

CUENTO DE HORROR

La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
-Thaddeus, voy a matarte.
-Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
– ¿Cuándo he bromeado yo?
-Nunca, es verdad.
– ¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
– ¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sistema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.

Marco Denevi

ME GUSTA LA GENTE SIMPLE

Me gusta la gente simple
aunque yo soy complicado
la gente de casa pobre
y corazón millonario
La que todavía suda,
la que se rompe las manos,
la que se juega la vida por el pan de sus hermanos
Me gusta la gente simple
que al vino le llama vino,
la que al pan le llama pan
y enemigo al enemigo
La que se da por entero y no tiene intermediarios
la que comparte conmigo el respeto a los milagros
Me gusta la gente simple,
que se levanta temprano,
porque hay que limpiar la calle,
pintar el frente al mercado,
bajar del camión la fruta,
repartir los telegramas,
servir el café, la sopa, pescar,
embolsar la papa,
cortar el árbol preciso para hacer una guitarra
con la que un día el cantor, caminará por la patria
contando la gente simple,
que sin ella no hay nada,
ni siquiera la milonga
que en el mundo me declara
Me gusta la gente simple
que hace la silla y la mesa,
los zapatos de mi madre,
el vestido de Teresa
La que ríe fácilmente,
la que fácilmente llora,
la que inocente confía
que un día cambien las cosas
Me gusta la gente simple
aunque yo soy complicado
Autor del poema: Facundo Cabral

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