El empresario líder de la sal que se enamoró de la ganadería y llevó a la raza Angus a lo más alto

  • Alfredo Gusmán es dueño de la emblemática marca Celusal, produce aceite de oliva y tiene una cabaña en Ayacucho.
  • Presidió durante más de 10 años la Asociación Argentina de Angus y la hizo crecer.
  • En 2025 recibió el Testimonio Clarín Rural por su trayectoria en ganadería.
Alfredo Gusmán, empresario de la industria alimenticia y ex directivo de la Asociación Argentina de Angus.
Lucas Villamil
LUCAS
VILLAMIL

Su historia comienza lejos del campo. Fue alumno del Colegio Carlos Pellegrini, donde se destacó como un estudiante politizado, inquieto intelectualmente y con una marcada personalidad. Desde allí dio sus primeros pasos profesionales en la Aduana, junto a otros compañeros del colegio, mientras cursaba la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires. Esa combinación temprana de estudio y trabajo fue moldeando un perfil práctico, con fuerte inclinación hacia los números, la gestión y la toma de decisiones.

Uno de los primeros desafíos de gran escala fue cuando comenzó a trabajar en la empresa que estaba a cargo de la construcción de la represa de Futaleufú, en Esquel. No solo había que enfocarse en el desarrollo de las obras, sino mantener un plantel de mas de mil personas en medio de la montaña con los altibajos que la nieve impone en ciertos momentos. Esa experiencia, dura y formativa, le dejó una enseñanza que luego repetiría a lo largo de su vida: sin organización y sin equipo, no hay proyecto que se sostenga.

Más tarde participó en la venta de una empresa chilena y, con las ganancias de esa operación, dió un paso audaz para la época: montar una mesa de dinero. En 1978, con esa herramienta financiera en funcionamiento, tomó una decisión que marcaría su trayectoria empresaria: compró Industrias Químicas y Mineras Timbó SA, una compañía fundada en 1936 y dueña de una marca icónica para los argentinos, Celusal.

En 2025, Gusmán recibió el Testimonio Clarín Rural por su trayectoria en ganadería.En 2025, Gusmán recibió el Testimonio Clarín Rural por su trayectoria en ganadería.

La sal, un producto tan cotidiano como estratégico, se convirtió en uno de los ejes de su vida empresaria. “La sal es el producto más barato que hay para la mesa familiar. Es el producto más viejo que existe. Fue clave en las guerras, porque permitía conservar los alimentos para recuperar energía después de las batallas”, reflexiona en diálogo con Clarín Rural. En aquellos años, la empresa producía sal fina en Tucumán. Luego incorporaron una salina en La Pampa y hoy Timbó cuenta con dos plantas de procesamiento, una en cada provincia. Actualmente, alrededor de 400 personas trabajan en la compañía.

El camino empresarial de Gusmán no estuvo exento de sobresaltos. Durante los años en que diferentes gobiernos nacionales recurrieron a los controles de precio de productos industriales, sin relación con los costos, se vio afectada la producción y comercialización de la sal, especialmente en aquellas épocas en que mantuvieron intervenidos los mercados durante un período dilatado mediante sistemas arbitrarios y compulsivos. En esos momentos se puso a la empresa al borde del colapso. “Estuvimos cerca de fundirnos”, recuerda. Por eso hoy valora especialmente la libertad de precios: “Me parece correcta; es la única forma de sostener una empresa en el tiempo”.

La llegada al campo

El vínculo con el campo nació casi por casualidad. A comienzos de los años 80, un amigo y contador de sus empresas lo llevó a recorrer establecimientos rurales y despertó un interés que no se apagaría más. En 1982 compró un campo en Ayacucho, donde había hacienda Brangus, pero rápidamente decidió volcarse a los Angus. Con el tiempo, afinó la puntería en la selección genética, incorporó un segundo campo y transformó a Cabaña Don Carlos en un referente de la raza. Los resultados llegaron: tres reservados gran campeón en Palermo y cinco grandes campeones en exposiciones de Esteio (Brasil); dos premios Gallardete y varios campeones en otras pruebas.

Junto a una vaquillona premiada en Brasil, en los años 2000.Junto a una vaquillona premiada en Brasil, en los años 2000.

En los años 90 sumó un nuevo rubro: el aceite de oliva. Aprovechando un diferimiento impositivo en La Rioja, puso un pie en una actividad que reconoce compleja y cíclica. “Es un producto difícil. Hoy está en crisis a nivel mundial y en la Argentina se suma el problema del bajo poder adquisitivo”, analiza el propietario de la marca La Toscana.

Su ingreso a la dirigencia ganadera se produjo en 1992, cuando se sumó a la comisión directiva de la Asociación Argentina de Angus. Allí encontró un espacio donde volcar su especialidad: las finanzas y la estrategia comercial. “Mi capacidad era empresarial. Me metí en Angus para ayudar a que la institución no perdiera plata”, suele decir. Con una lógica de trabajo en equipo —que él mismo atribuye a su mentalidad rugbística—, fue ganando protagonismo hasta liderar la entidad durante más de una década.

Bajo su conducción, la Asociación Angus creció en volumen, se ordenó financieramente, se mudó a oficinas más modernas y logró un hito institucional: la compra de su propio predio en Cañuelas. Además, se consolidaron los sistemas de animales registrados, rodeos controlados y la certificación de decenas de frigoríficos, herramientas clave para darle identidad y valor agregado a la carne Angus argentina.

Alfredo Gusmán y Alfonso Bustillo, de Angus. Alfredo Gusmán y Alfonso Bustillo, de Angus.

Gusmán también tuvo un rol central en el ingreso de la carne Angus a China y en el posicionamiento internacional de la marca Angus Argentina. “Estamos viviendo uno de los mejores momentos en la valoración de la carne argentina en el exterior, pero hay que seguir trabajando”, afirma. En ese sentido, insiste en la necesidad de políticas que apoyen al pequeño productor: créditos para la retención de vientres, reglas claras y un sistema que cuide “la fábrica”, en un país que hoy tiene menos stock ganadero del que debería.

Su mirada es global, pero no complaciente. Como presidente de la Confederación Latinoamericana de Países Productores de Angus (COLAPPA), protagonizó fuertes discusiones en ámbitos internacionales para defender el peso de la región. “Hice bastante lío”, reconoce, al recordar el secretariado Angus que se le otorgó a República Checa, un país con un millón de animales, en detrimento de potencias ganaderas como Brasil y logrando que el próximo sea otorgado al país hermano. Para Gusmán, la genética no puede ser un monopolio: “La raza la trajeron los europeos, pero los latinoamericanos hemos crecido y tenemos derecho a estar en el mercado y a competir de igual a igual”.

Hoy, en Ayacucho, uno de sus hijos está al frente de un rodeo de más de 1.800 vientres Angus, entre puro pedigree y puro controlado. Los otros dos hijos trabajan en la parte industrial de la empresa familiar, que ya transita una segunda generación y empieza a recibir también a los nietos.

En los últimos años, algunos accidentes lo obligaron a bajar el ritmo, pero a sus poco más de 80 años se siente fuerte otra vez y con ganas de volver a recorrer fábricas y campos. “Lo importante en la vida es seguir luchando”, resume. Desea una Argentina con reglas claras, menos informalidad y un sistema que permita que quienes producen y dan trabajo puedan crecer. “Queremos leer cosas positivas, no negativas. Un país donde todos estemos dentro del mismo sistema”.

Los asados, el rugby y algo más

Carne, sal y aceite de oliva: la actividad empresarial de Alfredo Gusmán está presente en casi todos los condimentos del asado argentino. “Me tendría que haber dedicado al vino, que me gusta mucho tomarlo, pero nunca tuve bodega”, bromea. Disfruta de la carne —“cada vez está mejor”— y también del rugby, su gran pasión. Jugó como segunda línea en Manuel Belgrano, Obras Sanitarias y fue fundador del club San Patricio. Lamenta no haberles inculcado ese amor a sus hijos, a quienes llevaba al campo en lugar de al club, pero no se pierde un Mundial y ya planea viajar a Australia en 2027. “Ha hecho un buen laburo Felipe Contepomi, uno ve la evolución de los jugadores… Ojalá que el equipo siga creciendo”, se ilusiona.

Gusmán en sus años de rugbier, con la camiseta de Manuel Belgrano.Gusmán en sus años de rugbier, con la camiseta de Manuel Belgrano.

De cara a 2026, el empresario participa activamente de un proyecto que impulsa la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) -de la cual es Vicepresidente- junto a la Rural S.A.; la Agencia Argentina de Investigaciones y Comercio Internacional y FIRA Barcelona. “Se trata de un encuentro que busca concretar el acceso a los nuevos mercados para nuestras empresas y lograr una verdadera cultura exportadora agroindustrial argentina. Esta feria puede marcar el inicio de una nueva etapa para nuestro sector: la de consolidarnos como potencia alimentaria global con valor agregado y mirada estratégica y proyectar la marca argentina en cada góndola del planeta”, afirma.

En 2021 recibió el premio de la Asociación de Dirigentes de Empresas como dirigente agropecuario del año y, en 2025, el Testimonio Clarín Rural por su trayectoria en ganadería.

Empresario, dirigente, polemista y constructor de equipos, Alfredo Gusmán va dejando una huella profunda en la industria, en la ganadería y en la consolidación de la marca Angus argentina. Un legado que, como él mismo, sigue en movimiento.